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Jesús Hermida: «Nadie me ha impresionado tanto como lo hizo Kennedy»

Jamás se pondría unos pantalones bombachos. El cronista español del siglo XX siempre ha querido ser «el hombre del traje gris», alguien que no destaque sobre los demás. No parece haberlo logrado.

Jesús Hermida

Pocos premios han sido celebrados tan unánimemente como el Nacional de Televisión otorgado a Jesús Hermida. Como periodista lo ha contado todo. Su imagen está ligada a buena parte de los grandes acontecimientos del siglo XX, y su voz fue la que narró a los españoles la llegada del hombre a la luna. Dice que no entiende nada de moda, pero pese a todo nos brinda unas entretelas.

¿Se acuerda de qué llevaba puesto aquel 21 de julio de 1969 en Cabo Cañaveral?

Vestía vaqueros y una camisa arrugada que se me salió por fuera. Aquel día solo estaba pendiente de entender bien a Armstrong y aterrado ante la posibilidad de que se cayese la línea.

¿Es coqueto?

En absoluto. Solo me miro en el espejo para afeitarme, así que lo que veo de mí es un montón de espuma.

Entonces de lo de escoger ropa ni hablamos…

Me la elige mi mujer, y yo me pongo lo que ella dice.

Habrá alguna prenda que le guste.

El sombrero. Tengo un montón de ellos.

¿Recuerda el primero que se compró?

Sí, porque fue el primer día que me vi en pantalla. Fue en 1962. Trabajaba en Nueva York, y me paré delante de una tienda de televisores en la Quinta Avenida que tenía una cámara con la que enfocaban a la gente. Y salía allí, con mi abrigo. Entonces me fijé en el sombrero que llevaba el señor que estaba a mi lado. Me gustó, y en una tienda que había cerca compré uno igual.

¿Ha tenido muchos?

Muchísimos. Porque yo vinculaba el sombrero a los periodistas de las películas estadounidenses, que ponían las acreditaciones en la cinta y al llegar a la redacción lo lanzaban y acertaban a colocarlo en el perchero. Era una visión romántica de la profesión.

¿Y usted? ¿Llevaba también su identificación en la cinta?

Lo hice algunas veces. Pero la forma más gloriosa de colocar la acreditación de prensa era la que usaban las mujeres periodistas en los años 60, que se la ponían en el cinturón del vaquero.

Ha entrevistado a todos los líderes políticos del siglo pasado. ¿Quién le llamó más la atención por su forma de vestir?

En enero de 1963 me invitaron a una fiesta por el segundo aniversario de la toma de posesión de Kennedy. Cuando apareció la pareja presidencial, me dije que nunca había visto una entrada tan fulgurante. Ella iba espléndida. Pero Kennedy llevaba un esmoquin clásico, con un leve brillo azul y una flor de nomeolvides en el ojal. En la mano, un puro largo y fino. Y aquel pelo, abundante y revuelto. Nadie me ha impresionado tanto por su aspecto.

Una prenda a la que le tenga cariño.

Una trenca del mismo modelo y marca que las que usan los marinos británicos en los buques de guerra. Me la regaló un amigo, un músico de la orquesta Alcatraz.

¿Ha pasado algún apuro por culpa de la ropa?

¡Muchas! Una vez viajaba en el Queen Elizabeth II y entre el pasaje estaba Salvador Dalí. Él me conocía y me invitó a una fiesta que daba, pero el único traje que llevaba tenía roto el bajo de los pantalones. Lo arreglé con imperdibles y alfileres, y me pasé toda la noche sentado para que no se notara.

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