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Jennifer López y su pionera reivindicación del trasero

Entre críticas y polémicas, los culos grandes se han convertido en la nueva moda en la industria del espectáculo. Jennifer Lopez reivindica con su nuevo single su papel de pionera de esta tendencia.

cover

Jennifer López, después de haber ejercido casi de maestra de ceremonias en la pasada edición de los Video Music Awards de la MTV, tiene nuevo single. Hasta ahí todo normal. Pero cuando uno ve la portada de ‘Booty’ se da cuenta de que aquí pasa algo más. Porque la cantante neoyorquina ha hecho equipo con la rapera del momento que consigue convertir en oro todo lo que toca, Iggy Azalea y, para presentarnos su tema conjunto, han decidido que lo mejor es mostrarnos uno de los rasgos más característicos de la anatomía de ambas como elemento central de la fotografía: sus culos. Perfectamente enmarcados por sus larguísimas piernas y unos escuetos trajes de baño, ambas cantantes muestran con orgullo aquello que da título a su nueva canción y cuyo protagonismo cada vez es mayor en la industria musical.

Pero no se trata de algo que haya ocurrido de la noche a la mañana, y aunque pudiera parecer que Jennifer López llega para subirse a un carro que ya había partido, lo cierto es que fue ella la que, años atrás, puso en marcha el mecanismo que propiciaría lo que vivimos en la actualidad. Acompañando el lanzamiento de ‘Booty’ con el hashtag #aintseenabootylikethissincejennyfromtheblock, parece querer recordar que no en vano fue ella la que no se dejó aplastar por un canon de belleza en el que su trasero aparentemente no encajaba, sino que hizo bandera del mismo llegando a asegurarlo en 2012 por valor de 4,5 millones de euros.

Tras ella vendrían otros grandes bastiones en la defensa de la importancia de los culos en la cultura contemporánea como Kim Kardashian o la mismísima Beyoncé, que ayudaron a cambiar esa rancia idea de belleza del 90-60-90 de finales del siglo pasado. Sin embargo, el reciente interés por los culos va más allá de un simple elemento estético o de un solo rasgo del cuerpo femenino con el que sexualizar a la cantante o actriz de turno. Podríamos incluso arriesgarnos a decir que esta exhibición constante de posaderas responde, siempre dentro del marco de una sociedad en la que cualquier contenido relacionado con el sexo tiene mayor atractivo para el público, a un empoderamiento de la mujer frente a la constante objetificación a la que se ven sometidas, especialmente en la industria musical.

Kim Kardashian paseando por Nueva York.

Cordon Press

Para intentar comprender esto mejor, podemos recurrir a la última gran exhibición de este movimiento booty y una de las más polémicas, por otro lado. A mediados del mes de agosto, la rapera Nicki Minaj lanzaba su nuevo single, Anaconda, utilizando como base aquella oda a los culos de Sir Mix-a-Lot en los 90 que era Baby Got Back y llevando todo el concepto a un nuevo nivel. El videoclip, por supuesto, alcanzaba los 19,6 millones de visitas en su día de estreno (hoy lleva más de 88 millones de visionados). Protagonizado casi exclusivamente por mujeres y con el culo de Minaj como elemento central, cuenta con el rapero Drake como única presencia masculina. Una presencia masculina que se reduce a mirar y a acatar las órdenes de una Nicki Minaj que, con su trasero como arma, demuestra una seguridad sobre su sexualidad y sus deseos que poco tienen que ver con la sumisión habitual presente en este tipo de videoclips, sino que la sitúan de manera irremediable en una posición de poder respecto de la figura masculina.

Ya lo había hecho antes en Lookin Ass mientras que otras cantantes como Lady Gaga en la portada de su single Do What You Want parecieron seguirla en esta reivindicación. Una reivindicación, la de los culos grandes, que si bien ya había sido promulgada por muchos y diversos raperos a lo largo de la historia musical y había ayudado a luchar contra una cultura que estigmatizaba a las mujeres que no se adaptaban al delgado canon de belleza, pierde en boca de Minaj y de otras cantantes como Azalea o Jennifer López ese desventurado enfoque machista con el que había sido extendida.

El movimiento booty (culo), por tanto, no trata tanto de atraer la atención masculina como de invertir el sentido de la marcha y otorgarle poder a un elemento físico que había sido usado comúnmente para atacar al colectivo femenino. Así, si escarbamos un poco más en el tema, podremos encontrar que este movimiento ha conseguido implantarse también rápidamente en otro tipo de mensajes más universales. Así, Meghan Trainor, una joven cantante americana que no responde a los requerimientos físicos que parece que impone la industria del pop a quien quiera triunfar en ella, arrasaba en medio mundo con ‘All About That Bass’, una suerte de ‘Beautiful’ de Christina Aguilera de ritmos y estética sesenteras que anima a que cada uno se acepte tal y como es usando los culos grandes como argumento. Una llamada para millones de jóvenes que ven cómo sus ídolos, a través de sus canciones, del twerking, del sidebutt y de los belfies las animan a ser conscientes y sentirse orgullosas de su cuerpo. Y a que su culo sea algo más que donde la espalda pierde su nombre.

Nicki Minaj durante su actuación en los MTV Video Awards.

Getty

Jennifer Lopez con Iggy Azalea en la promoción de su último single y con Cameron Díaz en los Oscar de 2012.

Getty

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