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James Franco: «El humor crítico es una buena arma»

Se ríe hasta de sí mismo y no por eso deja de lado los proyectos serios. Ahora estrena el último, En tercera persona, un drama amoroso.

James Franco

Desde su salto a la fama como clon de James Dean en la TV movie homónima, James Franco ha hecho casi de todo. El californiano compagina papeles intensos como el de 127 horas, por el que aspiró al Oscar en 2011, con gamberradas como The Interview, sobre dos periodistas encargados de matar al dictador Kim Jong-un (se verá en España en abril). Polifacético y prolífico, lo mismo se atreve a dirigir adaptaciones de novelas de William Faulkner (como The Sound and the Fury, aún inédita) que a versionar travestido fotos de Cindy Sherman en la muestra New Film Stills: James Franco (hasta el 3 de enero en la Galerie Cinéma Anne-Dominique Toussaint de París). El 23 de enero llega a los cines En tercera persona, donde interpreta a un padre que intenta arrebatar la custodia de su hijo a Mila Kunis.

¿La peor entrevista que le han hecho?

He tenido muchas.

¿Y la mejor?

Durante un año estuve haciendo una al mes para Playboy. Fue una gran experiencia.

¿A quién le hubiera gustado entrevistar y no pudo?

A Cormac McCarthy. Adapté al cine su libro Child of God, pero lo conozco solo por teléfono. Cuando le dije si podía entrevistarle para Playboy me contestó: «¿Me lo estás preguntando en serio?».

Es actor, director, escritor, catedrático… ¿Qué intenta demostrar?

Una vez hice un cortometraje, Kyle, sobre un niño al que se le muere un pez y se pone las pilas con todo lo que quiere hacer en su vida antes de morir. Lo mío es un poco así. De pronto tuve todas estas oportunidades y me preocupó no tener tiempo para realizarlas. Ahora llevo cinco años de profesor y me he dado cuenta de que no pasa nada si no lo hago yo todo, que es mejor ayudar a otros a conseguir su sueño.

¿Cómo concilia este lado didáctico de su vida con el humor grosero de algunas de sus películas?

Gran parte de mis fans son universitarios. Me siguen en presentaciones literarias o en el teatro, como cuando hice De ratones y hombres. Es cierto que muchos de ellos se parecen a mi personaje de Superfumados, pero no hay nada malo en ello.

¿Cómo explica la fascinación por este tipo de bromas?

Es humana. Nos reímos cuando alguien resbala con una piel de plátano. Sabemos que es doloroso pero nos hace gracia.

Películas como The Interview no son para todos los gustos. En Corea del Norte no le ven la gracia [fue calificada de «acto terrorista»].

No puedo hablar mucho, por la polémica, pero es similar a lo que hicimos en Juerga hasta el fin, en ese caso una versión de nosotros mismos. No sé por qué no entienden que se trató a Kim Jong-un como un personaje de ficción.

¿Arrancar carcajadas sirve para hacer crítica social?

Es lo que hacen Seth Rogen y Evan Goldberg en sus comedias. Si hay algo que ese género puede lograr a la perfección es tratar temas difíciles y hacerlos más accesibles. Me encanta su estilo, su mezcla, con algo de tontería y una buena dosis de seriedad, siempre usando el humor como arma.

Lo suyo con Rogen es un bromance [flirteo entre heterosexuales] en toda regla.

Nos conocimos en la serie Freaks & Geeks cuando estábamos empezando. Él tenía 16 años y nos reuníamos en casa de Jason Siegel para leer los guiones. Siempre quisimos repetir y lo conseguimos con Superfumados. Son unos 14 años de amistad. Me conoce tan bien que sabe lo que puedo hacer. Y yo lo hago.

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