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Isabel Lucas: «Prefiero los mercadillos a ir de tiendas»

Abraza árboles y susurra a los caballos. Esta belleza australiana, que ha tomado Hollywood por asalto sin ni siquiera esforzarse, es una combinación de ninfa etérea y mujer firme, como la diosa Atenea que encarna en Los inmortales.

Isabel Lucas
Cordon Press

Mi mejor amiga practica natación sincronizada profesional», asegura con un ligero acento australiano Isabel Lucas, «y vivimos juntas, lo que da a nuestra casa un hermosa sensación de hermandad». Alguien debería grabar su voz; es relajante de verdad. Pero tras las vocales cantarinas y su jerga hippy se vislumbra una mujer de firmes convicciones. Con 26 años, ha participado en grandes producciones como Transformers y Red Dawn, y acaba de estrenar en España Los inmortales, donde encarna a la diosa Atenea. Comparte cartel con Mickey Rourke, Stephen Dorff y John Hurt y, gracias a este último, la experiencia «ha sido increíble, el momento más notable de mi carrera».

Es realmente guapa: cabello desfilado, labios perfectos, cuello larguísimo y unos vibrantes ojos azul verdemar. El mundo de la moda anhela vestirla, pero ella prefiere la sencillez. «No me gusta ir de tiendas, pero adoro los mercadillos». Aunque eso no significa que no tenga sus propias claves de estilo. «Me encantan los sombreros y todo lo que sea cómodo. Y los vestidos con lazo hacen que mi corazón se enternezca».

Vive «justo encima del cartel de Hollywood», en Beachwood Canyon, en Los Ángeles. Pero no será para siempre. «No es más que un campamento base para después de las audiciones». Lo que verdaderamente le gusta es explorar. «Necesito viajar. Me encantan el océano y los árboles; me dan mucha energía para pensar». Cuando era niña se mudó a Melbourne siguiendo la estela de su padre; después a Suiza, de donde procede su madre, y más tarde al parque nacional de Kakadu, en Australia. «Era un pueblo de unas mil personas con una comunidad aborigen. Me pasaba todo el día explorando los alrededores: buscaba cascadas, construía casas en los árboles y aprendí a buscar comida en plena naturaleza», comenta.

Hoy es una vegetariana convencida que preferiría darse un festín de alcachofas marinadas o de calabaza al horno antes que cualquier otro lujo gastronómico. Ocasionalmente se toma un capuchino con espuma. «Crecí entre animales (siete caballos, varios perros y un pez dorado llamado Leila) y me rebelé contra el hecho de que no podían vivir en libertad», asegura. Es tan firme defensora de la fauna que se niega a llevar cuero o pieles. Y se toma su activismo muy en serio; tanto, que estuvo a punto de ser arrestada por las autoridades japonesas. «Hicimos un funeral surfero para conmemorar las vidas robadas de delfines y ballenas y protestar así contra su matanza», subraya. «El Gobierno no se sentía a gusto con ello, pero, al contrario de lo que dicen los rumores, no me detuvieron. Estoy libre».

Libre, pero no disponible. Sale desde hace nueve meses con el músico Angus Stone, la mitad del dúo de hermanos Angus & Julia. Y a pesar de sus ajetreadas agendas de trabajo –ella está en Bruselas rodando Loft de Erik Van Looy y Angus lleva cuatro años y medio de gira– están muy enamorados. «Su nombre significa amor y belleza encarnados en una forma masculina. Esta definición encaja con él a la perfección», asegura Isabel, quien está aprendiendo a tocar la guitarra. A veces cantan juntos. ¿Saldrá ella alguna vez a escena? «He estado escribiendo algunas canciones», afirma, pero prefiere no comprometerse. «Me gusta que las cosas fluyan por sí solas, sin forzarlas».

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