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Tres décadas de habladurías y titulares planearon sobre el que fuera presidente de la República Francesa, François Mitterrand, y Anne Pingeot. Ese fue el tiempo que duró su relación clandestina, en este caso confirmada por una hija secreta en común, Mazarine Pingeot. Como recogía El País, "aunque a su padre le gustaba pasear con ella y llevarla al teatro, restaurantes y conciertos, nunca se la presentó a nadie como su hija, y su otra familia y el público francés solo conocieron oficialmente a Pingeot en 1996, el día del entierro del político socialista". Al funeral celebrado en la localidad francesa de Jarnac el 11 de enero de aquel año asistieron madre e hija; dos invitadas muy especiales que ocuparon un lugar de honor junto a la familia del político (en la imagen, ese mismo día). Esta relación clandestina había comenzado cuando el político tenía 46 años y Pingeot era una joven estudiante de 19, en la localidad costera sureña de Hossegor. En el libro François Mitterrand. Retrato de un ambiguo, publicado en 2015, Pingeot habló por primera vez sobre esta relación que permaneció oculta a pesar de la rumorología y que, parece ser, era aceptada por Danielle Gouze, esposa de Mitterrand y madre de sus otros dos hijos, quien por su parte mantenía una relación con su profesor de gimnasia. "Fueron 32 años de vida intensa, de felicidad... y de desgracia, porque era duro", reconoció Pingeot en ese libro, porque ella confiaba en que el político dejara a su mujer y ambos pudieran irse a vivir juntos con su hija a una casa al sur de Burdeos, algo que nunca llegó a ocurrir.