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Halle Berry: «Hollywood es un lugar difícil para las mujeres negras»

A los 46 años, regresa con la espectacular El atlas de las nubes, donde interpreta seis papeles a la vez a las órdenes de los creadores de Matrix.

Halle Berry

Cuando era una niña, nada en la vida de Halle Berry parecía dirigirla hacia la gloria cinematográfica. Sus padres se conocieron trabajando en un hospital psiquiátrico y su nombre fue elegido en honor de unos grandes almacenes de Cleveland, donde pasó la primera parte de su existencia marcada por el abandono paterno, la discriminación racial –hija de mujer blanca y hombre negro, cuenta que sus compañeros del instituto le dejaban «galletas Oreo en la taquilla»– y el maltrato de su primer marido, un jugador de béisbol que la dejó sorda de una oreja. Pero su fulgurante carrera como modelo, colmada cuando logró ser finalista de Miss USA en 1986, logró terminar con aquella mala racha y la condujo hacia el cine de la mano de Spike Lee, quien le ofreció un breve papel de drogadicta en Fiebre salvaje (1991). Desde entonces, su carrera ha supuesto una larga sucesión de éxitos (Bulworth, Operación Swordfish y la saga X-Men), pero también notorios desatinos (Gothika o Catwoman).

Tras convertirse en la primera mujer negra en ganar un Oscar como actriz protagonista con su torturado papel en Monster’s Ball, hace ya doce años, Halle Berry parecía haberse convertido en una presencia más asidua en los medios por su turbulenta vida privada que por otros motivos. Una sobreexposición de la que parece, en parte, responsable: en 2004 concedió una lacrimógena entrevista a la polifacética Oprah Winfrey donde hablaba extensamente y sin tapujos de sus rupturas. «Dios quiso complicarme la vida. Debía de estar pensando: ‘‘Esta chica no lo puede tener todo. Le voy a dar un radar estropeado [para los hombres]’’», explicó recientemente en una entrevista con la escritora Joyce Maynard –la mítica amante adolescente de J. D. Salinger— en el New York Times. En ella se presentaba como una madre inquieta por el futuro de su hija de 4 años, Nahla (que significa 'regalo' en suajili). «Forma parte de mi trabajo aceptar que cierta parte de mi vida le interesa al público. Lo que no está bien es que le hagan cosas terribles a mi hija. Una noche, después de que nos persiguieran, me costó dos horas tranquilizarla para que se durmiera». Pocos días más tarde, su pareja, el actor francés Olivier Martinez, se liaba a puñetazos en el mismo jardín de su casa con su exmarido, el modelo canadiense Gabriel Aubry, a causa de un largo y tortuoso desacuerdo sobre la custodia compartida de su hija. Ahora, la actriz aspira a poder mudarse a Francia con su prometido, a lo que su ex se niega.

Berry parece estar decidida a volver a dar que hablar por sus méritos profesionales. Después de descubrirla luciendo su desconocida vis cómica en la reciente Movie 43, estrena el 22 de febrero lo nuevo de los directores de Matrix, Lana y Andy Wachowski. El atlas de las nubes es una cinta épica y metafísica que parece a la altura de sus posibilidades. En ella interpreta seis papeles distintos, desde una viajera espacial hasta una mujer judía en la Alemania de los años 30, pasando por una reportera intrépida e incluso un hombre asiático. Después encarnará a una obsesa del calzado femenino en Shoe Addicts Anonymous, donde dará rienda suelta a otra de sus pasiones: la moda. «Tengo un cuerpo particular y todo no me queda bien. Pero me encantan Roberto Cavalli, Versace y Dolce & Gabbana», asegura la actriz.

¿Cuál de los seis papeles que interpreta en El atlas de las nubes fue el más complejo?

¡Ninguno! En realidad, lo difícil no fueron los papeles. Me rompí el tobillo a medio rodaje, así que fue el simple hecho de poder caminar lo que se convirtió en el mayor desafío. Cada día llegaba preguntándome cómo iba a vestirme, calzarme y rodar hasta el final de la jornada. Hubo escenas en las que me hicieron subirme a una plataforma con ruedas y yo simulaba caminar mientras un tipo me empujaba por detrás. Lo que importa es que lo conseguí.

¿Sucedió durante el rodaje en España?

Así es, fue en Mallorca. La verdad es que no tengo suerte con los rodajes en España. Cada vez que vengo, me pasa algo. Cuando estuvimos filmando Muere otro día en Cádiz, el encargado de los efectos especiales me disparó una granada de humo en el ojo y me quedé medio ciega. En Catwoman me rompí un brazo, y en otro rodaje casi me mato cuando me tiraron por un puente… No entiendo cómo me pueden pasar estas cosas, porque no soy nada patosa. Aunque supongo que tengo suerte, de lo contrario no estaría hablando ahora mismo con usted.

La película describe un universo donde las personas se reencarnan en nuevos seres en una próxima vida. ¿Qué opina de esta visión de la existencia?

Creo en la reencarnación. Si volviera a nacer, me gustaría reencarnarme en animal. Ya me he cansado de ser humana [risas]. En la película, los personajes son almas que evolucionan, que se reencarnan en otro ser mejor en la próxima vida, en una especie de progresión kármica que recuerda a la del hinduismo. La verdad es que, cuando rodamos la película, intenté no pensar en esa conexión para concentrarme individualmente en cada uno de los personajes. Fue al verla terminada cuando descubrí hasta qué punto estaban relacionados. Por ejemplo, una judía alemana, oprimida y perseguida, se acabará convirtiendo en una mujer liberada y feminista en su siguiente vida, como si fuera una versión más evolucionada e inteligente de la misma persona.

¿No le supuso ningún problema de ego que casi no se la reconozca durante media película?

Al contrario, eso fue lo más emocionante. Nunca había hecho nada por el estilo. Me encantó desaparecer. Siempre estoy abierta a hacer cosas distintas. Cuando me llamaron los Wachowski, sentí que me había tocado la lotería. El proyecto me pareció tan innovador y distinto que me dio un poco de miedo, porque no sabía cómo lograrían hacer que funcionara. Pero, visto lo visto, funciona. Me han dado una oportunidad inmensa. Sé que no volveré a hacer algo parecido en la vida. Después de esto, todo me parecerá poco. ¿Qué voy a hacer ahora, interpretar solo un papel por película? [risas].

Después de ganar el Oscar y trabajar con tantos directores de prestigio, ¿sigue teniendo dificultades para encontrar papeles que le permitan desarrollar su potencial?

Los actores siempre queremos mejores papeles. Y sigue siendo difícil conseguirlos, claro que lo es. Es curioso, porque solemos dar por sentado que las estrellas pueden elegir lo que les venga en gana. Puede que haya actores como Tom Hanks que lo consigan, pero desde luego yo no [ríe]. Seguramente se trata de un mito. Puedo decir que no escojo mis papeles en función de lo grande o pequeña que parezca la película, de las posibilidades de que sea un taquillazo o no. Más que nada, porque en realidad tú no tienes control sobre todas esas cosas. No puedes saber como va a ser recibida una de tus películas. Al fin y al cabo, lo que me hace seguir adelante es tener la sensación de que he aprendido algo o que he conseguido hacer un proyecto nuevo como actriz. Elijo lo que encuentro estimulante, lo que me permite explorar partes de mí misma que no he podido investigar anteriormente. Y, como mujer de color, intento demoler las barreras para que podamos seguir avanzando en esta industria. Hollywood todavía es un lugar difícil para las mujeres negras. 

¿Qué cambios espera del segundo mandato de Barack Obama?

Espero que mi hija pueda crecer en un país donde las cosas sean mucho más fáciles para ella. Porque no me olvido de mi propia historia. Cuando iba al instituto, me llegaron a acusar de hacer trampa en el concurso de la reina del baile de promoción. Nadie se podía creer que la única chica negra en la escuela hubiera sido la ganadora.

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