Ahora que acaba de celebrarse el juicio en contra de Christopher Cheney, el hacker que filtró en la red unas fotos suyas completamente desnuda (instantáneas que según confirmó posteriormente a Vanity Fair había tomado privadamente con su móvil para disfrute personal e intransferible de su entonces marido Ryan Reynolds), va Scarlett Johansson y pretende convencernos de que ella de sexy nada y que jamás pasará a la historia por ser especialmente atractiva: ¿estaremos ante un claro caso de Humblebrag?
Así lo ha declarado a la revista Empire aprovechando la promoción de su última película, Los Vengadores, filme en el que vive enfundada en un mono de cuero que no ayuda precisamente a despejar de nuestra mente esa absurda idea de que la chica es sensual al estilo rotundo y, sí, a veces inconstante pero imperecedero de Marilyn Monroe.
Justamente el suyo es un tipo de físico que no entiende de modas.