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Ellen Page, la ‘rara avis’ de Hollywood

La actriz de ‘The East’ no es algo fácil de ver en estos días: una estrella comprometida con los proyectos exigentes y que no duda a la hora de decir lo que piensa en entrevistas.

ellen page
Getty

En una entrevista reciente para The Guardian, Ellen Page se mostraba así de categórica ante la sugerencia de que existe sexismo en Hollywood: “¡Oh Dios, sí! ¡Es constante! Es cómo te tratan, cómo te miran, qué aspecto esperan que tengas en una sesión de fotos, es cómo se supone que te debes callar y no tener una opinión”. Y añade: “Si eres chica y no encajas en una visión muy específica de cómo debe ser una chica, que siempre proviene de una perspectiva masculina, entonces llevas un poco las de perder”.

No es la típica retahíla de lugares comunes que alguien emplea para promocionar su última película, pero The East tampoco es la típica película de Hollywood. Escrita y protagonizada por Brit Marling (gran revelación indie de hace un par de años gracias a su delicada opera prima, Another Earth), esta intriga de megacorporaciones y ecoterrorismo ha sido definida como El caso Bourne con conciencia política, o un intento de adaptar el viejo cine combativo de los años 70 a los tiempos de Anonymous y el 99%.

La estrategia es similar a la que Marling y su director, Zal Batmanglij, emplearon en su primera película juntos, la aún inédita en España ‘Sound of My Voice’: infiltrar a la protagonista en un entorno hostil y empezar a construir el drama desde ahí. En este caso, el entorno hostil es un grupo de hacktivistas que recuerda al Proyecto Estragos de El Club de la Lucha. E Izzy, el personaje interpretado por Ellen Page, es uno de sus miembros más complejos.

A la actriz canadiense siempre le han interesado este tipo de papeles en el filo. No en vano, su carta de presentación para público internacional fue la durísima Hard Candy, en la que Page (con 18 años recién cumplidos) interpretaba a una menor que secuestra y tortura a un pedófilo. Las críticas elogiosas que recibió por esta obra de cámara oscura le garantizaron la atención de Hollywood, que no tardó en ofrecerle un papel secundario en la tercera entrega de la saga X-Men. Desde entonces, la actriz ha tendido a ese equilibrio entre proyecto personal y trabajo alimenticio que todos los intérpretes mínimamente comprometidos con lo suyo intentan lograr. Con la diferencia de que Page suele escoger sus blockbusters con inteligencia y buen gusto: en 2010 formó parte de ‘Origen’, uno de los taquillazos más originales y atrevidos del cine contemporáneo.

Estamos pasando por alto algo fundamental. Es probable que ella misma sea consciente de que, para gran parte de la audiencia, siempre seguirá siendo la chica de ‘Juno’: haga lo que haga, cambie de registro las veces que cambie de registro, su personaje en la comedia de Jason Reitman y Diablo Cody es una de esas oportunidades únicas que cambian la vida de una actriz. Y también es su albatros colgado al cuello, el único papel por el que muchos van a recordarla. Page está muy agradecida a esa adolescente embarazada, pero también le ha traído algún problema en el ámbito personal: cuando, en su cuenta de Twitter, salió en defensa de Plan B (una pastilla del día después que, después de mucho luchar, la administración Obama consiguió que pudiese ser administrada sin receta), muchos usuarios cargaron contra ella de manera furibunda. Algunos de ellos le recordaron que ‘Juno’ es una película muy querida por los antiabortistas y que, de hecho, su personaje decide tener al bebé después de que escuchar las palabras de un activista pro-vida. La actriz se defiende: al menos, en su película se mencionaba el tema del aborto (al contrario que, por ejemplo, en Lío embarazoso, la película de Judd Apatow con la que llegó a compartir cartelera).

Quizá Page sienta otros papeles posteriores a ‘Juno’ como más cercanos. Por ejemplo, el de Whip It, una comedia dirigida por Drew Barrymore y ambientada en una de las subculturas más fascinantes de la Norteamérica indie, esa que aparece en series como ‘Portlandia’: el roller derby, un deporte basado en el patinaje sobre ruedas que se ha convertido en todo un símbolo del feminismo (vertiente riot grrrl) en su país. La película no fue un éxito comercial, pero su halo punk y su refrescante carga feminista la han convertido en toda una pieza de culto. Es exactamente el mismo estatus que ostenta Super, una aproximación radical y nada complaciente al cine superheroico que Page se tomó la molestia de promocionar personalmente por algunos cines de Nueva York y Los Ángeles.

En los últimos meses, Ellen Page ha estrenado su primera colaboración con Woody Allen (A Roma con amor) y ha vuelto al universo mainstream con una nueva entrega de los X-Men. Pero The East, producida por Ridley Scott, es su trabajo reciente del que se siente más orgullosa: al igual que su personaje, ella también participa en causas humanitarias y a favor del medio ambiente. El hecho de que actrices con su posición apuesten por proyectos tan arriesgados en el seno de las grandes productoras debería ser una muestra de que no todo está perdido en el cine comercial.

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