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Descansa Gwyneth, ahora todo el mundo detesta a Hathaway

¿Por qué cae tan mal la ganadora del Oscar? La actriz cristaliza las críticas que antes solía recibir Paltrow.

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Getty

Ya tienen hasta nombre: los Hathahaters. Se conoce así a la gente que detesta a Anne Hathaway y que forma un grupo creciente al que no le importa que la actriz haya ganado el Oscar a la Mejor actriz de reparto. Casi peor. Desde que tiene el Oscar, la odian más. 

La actriz de Les Misérables ha sustituido a Gwyneth Paltrow en el ranking oficioso de actriz más vilipendiada en internet. Paltrow es especialista en decir lo que no toca (por ejemplo, utilizar la palabra "nigger" en Twitter para presumir de credenciales hiphoperas y de amistad con Jay-Z) y acumula suscriptores a la newsletter de su web, Goop, que esperan ese mail semanal para volver a poner los ojos en blanco. Cuando no está recomendando dudosos planes detox, está vendiendo pantalones de chándal de 290 dólares, todo lo cual deleita a sus enemigos. 

Hathaway, de momento, no recomienda nada. ¿A qué se aferran sus haters, entonces? A su voz, a lo poco sincero de sus discursos, a su actitud algo sobrada y hasta a las facciones de su cara, al parecer. Los más rencorosos apuntan a que "arruinó la saga Batman" y no olvidan su desastrosa actuación en los Oscar de hace dos años, aunque de aquello fue también o sobre todo responsable James Franco.

La CNN, uno de los muchos medios que ha abordado la cuestión en los últimos días, recurrió a una experta en retórica para explicar el fenómeno: "Hathaway es una de esas personas que no dan la impresión de ser sinceras", declaró Victoria Wellman, del Oratory Laboratory. Todos los discursos de aceptación que ha dado durante la temporada de premios han resultado forzados y muy ensayados, contagiando la impresión (lógica, por otra parte, puesto que era favorita) de que ya se los esperaba. "Estamos acostumbrados a ver a los actores actuar, pero su discurso de los Globos de Oro pareció preparado palabra por palabra", confirma Wellman. En los BAFTA no mejoró la cosa: Twitter ridiculizó la larguísima lista de agradecimientos de Hathaway, que se extendió hasta el más allá. La actriz le agradeció su premio hasta a Victor Hugo, por escribir Les Misérables. Cuentan que la actriz se preparó para que el de los Oscar saliera más humilde, más al gusto del público. Con poco éxito. "Siempre está actuando y su papel preferido es el de humilde y agradecida", sentenció el bloguero Bryan Moylan en Hollywood.com.

Hay quien ha buscado razones más esotéricas al fenómeno. "En tiempos de bonanza económica, preferimos a actrices con las caras más redondas. Trasladan ideas de juventud y diversión", asegura en Salon (sin sonrojarse, aparentemente) el profesor de Psicología Terry Pettijohn. La intérprete, en cambio, tiene "facciones maduras" y grandes rasgos, que podrían traer malos recuerdos a los espectadores cuando la economía mejore. 

La cómica Joan Rivers encuentra a Hathaway demasiado encantada de conocerse: "Creo que está muy muy contenta de ser Anne Hathaway", dijo en el programa de David Letterman. Y añadió: "Sólo falta cuando dice que se muere de ganas de comerse un plato entero de helado de vainilla vegano. Me entran ganas de vomitar". 

Pero muchos no se molestan en buscar explicaciones tan peregrinas. En un post que podría considerarse el texto fundacional de la Iglesia de los Hathahaters, la bloguera Alexis Rhiannon admitía que lo suyo es puramente irracional: "Lo siento, no puedo explicarlo pero hay algo en ella que me ataca (…) Es como demasiado buena. Demasiado maja, demasiado en forma, demasiado sencilla, demasiado talentosa (…). No son celos. No encuentro su perfección adorable. La encuentro irritante".

Llegados a este punto de hervor mediático (hay que recordar que estas cosas al final ocupan a un número muy limitado de personas con tendencia a sobrecompartir en internet, pero en el momento que los medios tradicionales repescan la historia, la adornan y la colocan en su escaparate, devienen un tema), casi cualquier historia sobre Hathaway contribuye a avivar el debate. Como el supuesto ataque de nervios que habría tenido horas antes de los Oscar al descubrir que su compañera de reparto, Amanda Seyfried, planeaba llevar un vestido similar al suyo. Su entorno no estuvo muy acertado cuando le recomendó emitir ese comunicado en el que aludía a fuerzas extrañas que le obligaron a no llevar un Valentino. Le queda el honor de ser la primera actriz que se disculpa por su vestido, pero el efecto fue, una vez más, equivocado. ¿Quería decir que su Prada era su plan B o C?, ¿admitía que no era gran cosa?. ¿No hubiera sido más elegante mantenerse en silencio?

Aunque son pocos, no le faltan algunos defensores. Lena Dunham tuiteó la noche de los Oscar: "señoras, Anne Hathaway tiene unos dientes increíbles y es una feminista. Guardemos nuestra actitud para otras que no hacen avanzar la causa". En Slate aseguran en un artículo que esta oleada de veneno se trata de puro sexismo. El autor, Forrest Wickman, señala las diferencias en el tratamiento mediático que han recibido dos de las estrellas de Les Miz. Hugh Jackman tuvo que perder tanto peso como Hathaway, pero en él se vio como un admirable gesto de profesionalidad. A ella le ha costado escrutinio y comentarios vergonzantes. ¿Qué pretende recordándonos que se alimentó durante meses de cuadraditos de avena? A Jackman, generalmente adorado, tampoco se le suele criticar otro aspecto que irrita en Hathaway, su rollo teatrero, la impresión que da de haberse criado yendo a campamentos de teatro y recitando musicales, cosas que de hecho hizo.

En todo este captíulo, a la actriz no le ha ayudado coincidir en el tiempo con su polo opuesto y más que previsible némesis, Jennifer Lawrence. La protagonista de El lado bueno de las cosas cae estupendamente. Come hamburguesas. Es sencilla y natural. Le aguanta el tipo a Jack Nicholson. O eso creemos. Como recuerda Ta-Nehishi Coates en The Atlantic (por supuesto, The Atlantic también tiene una opinión sobre este tema. Ahora mismo sólo falta que se pronuncien Le Monde Diplomatique y Jara y Sedal), "existe toda una industria diseñada para que nos caiga bien gente que pagamos por ver trabajar. Y quizá es justo juzgar que esa industria nos ha presentado a Hathaway de una manera determinada. Pero el hecho permanece: no conocemos a estas personas. Es una actriz, no tu amiga especial". 

¿Quién faltaba por sumarse al debate? La afectada. Y ya lo ha hecho. "Sí que me afecta un poco. Pero en la vida hay algo positivo por cada cosa negativa y viceversa", concluyó filosófica. A lo que alguien, seguro, respondió en Twitter: "¿siempre tiene que parecer tan beata?".

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Anne Hathaway con Valentino y Gywneth Paltrow.

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