_
_
_
_
_

Almudena de Arteaga: «Tengo trajes de Balenciaga de mi abuela que están perfectos»

Esta destacada escritora de novela histórica, discreta en el vestir y fan confesa de los collares de piedras, obtuvo el Premio Azorín con su último libro, Capricho.

Almudena de Arteaga

Los orígenes de su familia se remontan al siglo XV. Tal vez por eso Almudena de Arteaga, marquesa de Cea, es una experta en rastrear el pasado. Y no solo para documentar sus obras, sino también para encontrar tesoros en forma de ropa en los desvanes de las casas familiares.

¿Qué ha llegado a encontrar en esas buhardillas?

Cosas increíbles. Hace unos meses mi hermana y yo descubrimos unas cajas de viaje hechas exclusivamente para llevar sombreros y otras para zapatos. ¡Y pensar que ahora lo embutimos todo en una maleta para no facturar de más!

¿Dio con algo que pudiese reciclar?

Sí, claro. Por ejemplo, unos encajes antiguos hechos a mano, perfectamente conservados. Y telas en muy buen estado. Antes, las mujeres eran bastante previsoras, se hacían un vestido y guardaban los retales para posteriores arreglos.

¿Tiene la impresión de que en otros tiempos se cuidaba la ropa más que ahora?

Desde luego. También es cierto que las telas eran de mejor calidad. Yo tengo trajes de Balenciaga que pertenecieron a mi abuela y están perfectos. No sé si un vestido de hoy aguantaría 60 años. Parece que todo se hace para que dure poco.

Quédese con una sola pieza de todas las que ha ido encontrando.

Una bata de cola de terciopelo color coral que era de mi bisabuela. La utilizaba todas las noches como bata de casa. Es una preciosidad.

Hábleme de sus básicos de armario.

Un traje de chaqueta, un vestido negro de cóctel, un vaquero, una camisa blanca y un blazer clásico.

¿Zapatos?

Mis favoritos son, desde hace 10 años, unos Clarks con los que hice el camino de Santiago. Y siempre tengo unos tacones negros y otros color carne. Te sacan de cualquier apuro.

Para usted, ¿cuál es la regla para vestir bien?

Conocerse, esconder los defectos y resaltar todo lo bueno. Y, por supuesto, no obsesionarse tanto por la moda como por encontrar aquello que nos queda bien.

¿Diría que es sobria vistiendo?

Soy discreta. Pero de vez en cuando me gusta disfrazarme. En verano, cuando voy a Ibiza, me pongo ropa hippie y salgo a la calle con un sombrero anticuado o un vestido que no me pondría nunca en Madrid.

Jamás la veremos llevando…

Algo amarillo. Me espanta ese color en la ropa.

Hábleme de sus complementos preferidos.

Me gustan mucho los collares de piedras. Suelo comprar uno cada vez que viajo. Es un accesorio que va con todo.

Es curioso hablar de bisutería con alguien en cuya familia hay joyas espectaculares. Hábleme de alguna pieza heredada.

Una pulsera que era de mi abuela. Me la pongo mucho, a veces incluso la utilizo como collar. Pero también es una pieza de bisutería. Mi joya favorita es una pulsera de azabache y brillantes que me regaló mi padre en un viaje que hicimos a la India.

Ha escrito sobre muchos personajes históricos. ¿Quién era el que mejor vestía?

Sin duda, la duquesa de Osuna, protagonista de mi última novela, Capricho. Era una afrancesada, una mujer que estaba al tanto de las modas europeas y que tenía un gusto exquisito. Manejé un montón de libros para describir bien su forma de vestir y de arreglarse.

También ha escrito sobre su antepasada, la princesa de Éboli, quien era un icono de estilo.

Cuando investigué en torno al personaje, descubrí una cosa muy divertida: doña Ana de Mendoza usaba alpargatas con cintas y cuña. Al parecer, era muy bajita y se le ocurrió elevar su estatura con el calzado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_