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Adriana Ugarte: «Tengo muy pocas amigas actrices, la mayoría son profesoras»

Mientras debuta como chica Almodóvar y espera los estrenos de la película Palmeras en la nieve y de la miniserie Habitaciones cerradas, nos habla de un par de proyectos pendientes en su vida privada

Adriana Ugarte
Blanca Lacasa y Francesca Rinciari (Realización)

Con más de ocho horas de fotos. La sesión empieza a las 10 de la mañana y termina a las seis de la tarde. Durante todo este tiempo, Adriana Ugarte (Madrid, 1985) posa ante unas lilas con no pocas avispas, se descuelga de un balcón vestida como María Antonieta, sube el tono encaramándose a una bicicleta envuelta solo en encaje, se zambulle en una piscina con una insinuante ropa interior, muestra sus amplios conocimientos sobre signos zodiacales, se come un filetaco con recochineo (tiene que adelgazar dos kilos para un próximo personaje y parece que la proteína ayuda), merienda bizcocho de plátano con chocolate (a falta de cheesecake) y bromea sobre cualquier cosa factible de ser reída –«Me lo dicen mis amigos, pero yo no me veo nada graciosa»–. Hace todo esto sin perder un ápice de paciencia, ni tan siquiera de buen talante. Después, cuando llega el turno de las preguntas, la actriz sigue igual de dicharachera.

¿Cuándo dejará de ser rubia?

El 5 de agosto termina el rodaje de Silencio, la película de Pedro Almodóvar. A partir de ese día volveré a mi esencia, a ser morena.

Pregunta ineludible, ¿qué supone rodar con Almodóvar?

Es un privilegio inmenso. Al principio, sentí una gran tensión cuando supe que había sido elegida para un personaje protagonista de este calibre, con semejante carga dramática y emocional. Pero ha sido un regalo, me está encantando. Tengo todo el tiempo la sensación de querer devolverle su confianza o al menos de no fallarle. Es un director profundamente humano.

Lleva body de Oysho. La bicicleta es de Kardam Bikes.

Félix Valiente

El director de las mujeres, dicen.

Con otros directores he notado un gusto o un cierto deleite hacia la imagen o la esencia femenina, pero en Pedro va más allá. Es un homenaje constante a la mujer, estético y espiritual. Eleva el concepto de lo femenino a su máxima potencia.

Comparte cartel con Emma Suárez, Inma Cuesta, Pilar Castro, Rossy de Palma… ¿Es fácil rodar con tantas actrices?

Depende, pero esta vez he tenido suerte. Son mujeres muy interesantes y buenas compañeras.

¿Tiene muchas amigas en la profesión?

Tengo pocas amigas intérpretes. Mis amigas son profesoras.

¿Profesoras?

Sí. Creo que son muy interesantes. La amistad es algo que no se puede forzar: o se da o se da. Eso sí, las pocas amistades que he hecho en el mundo de la actuación son tremendas. Como Elvira Mínguez, quien es una inmensa intérprete y amiga.

Estudió danza, flamenco y canto. Su tío abuelo era el cineasta Eduardo Ugarte.

Sí, fue él quien creó junto a Luis Buñuel, Filmófono, la primera productora de cine española que se encargó de traer películas internacionales, hacer coproducciones, etcétera. De hecho, acabo de participar junto a Jimmy Barnatán en un documental sobre Buñuel, en el que recorro Las Hurdes, en Extremadura. Pero es verdad que en casa se estudiaba y se leía todo el rato. Así que no tuvieron que inculcarme mucho lo de ser una buena estudiante [risas]. Eso me ha hecho una persona siempre inquieta por saber más, por adquirir nuevos conocimientos.

La actriz madrileña, con un vestido de Carolina Herrera New York.

Félix Valiente

Aun así, imagino que la decisión de dejar colgada la carrera de Filosofía no debió de gustarle a su familia.

Bueno, en realidad estoy en ello. Todavía me queda un año y medio, y la voy a terminar. Por eso mis padres se lo han tomado bien: ellos ven que estoy haciendo el trabajo con seriedad y que no he abandonado los estudios, que solamente ha sido una pausa. Ser actriz me gusta desde que tenía cinco años. A esa edad, ya lo propuse en casa, y mi madre pensó que era una perra que me había entrado; pero a los 16 años me dejaron rodar el corto Mala espina. En ese momento, ella lo tuvo muy claro.

Y ahí empieza una carrera repleta de series –desde Hospital Central, La señora o El tiempo entre costuras a la aún sin estrenar Habitaciones cerradas–. Sin embargo, hay actores que rehúyen este formato porque piensan que su nivel de exposición a cierto tipo de prensa se multiplica. ¿Las series le han dado mucho?

Gracias a ellas he tenido la capacidad de llegar y conectar con un público enorme y la posibilidad de contar historias muy potentes con directores muy interesantes. A mí la televisión me gusta, nunca lo he visto como un segundo plato. Lo demás forma parte del juego. Es como si uno va a un parque acuático y se hace un moratón. Si quieres jugar, juegas. Nadie nos engañó. Sabíamos que había fotos y prensa rosa. Además, me siento muy bien tratada y tampoco tengo miedo, porque no escondo nada. Sé que no voy a hacer ninguna locura, que no me voy a emborrachar por la calle, no le voy a pegar una paliza a nadie ni me voy a desnudar. Luego, suceden cosas que te hacen gracia. Como que de repente se te levante el vestido, te lo vayas a bajar, y, justo cuando está a esta altura [se señala el regazo], ¡zas!: «Adriana se está rascando la entrepierna». Me da un poco igual, porque ¿quién va a creer que estoy en medio de la calle como un mono?

Adriana lleva sujetador y braguita, ambos de Intimissimi; broches de Dolce & Gabbana y collar de Swarovski.

Félix Valiente

Sea honesta, ¿cuál es la parte que más la aburre de todo esto? ¿Las entrevistas?

¿Tú me notas aburrida? ¡Nooo! Quizá lo que menos me guste, lo que más me desubique, sea la exaltación de la amistad que tanto se da en esta profesión. Una especie de exageración del contacto físico, del «te quiero». En el cine hay personalidades muy exacerbadas. Yo misma seré un petardo para mucha gente o una superingenua, pero esa toma de confianza tan rápida, que se ve mucho en nuestro entorno y que damos por supuesta porque trabajamos con las emociones o con el cuerpo, no me acaba de… Es consecuencia de la convivencia, de tantas horas y de tanta intensidad. Pero no hay que confundirse: es algo ficticio, virtual y que puede llegar a hacer mucho daño. Las relaciones de amistad interesantes se forjan en la intimidad, con el tiempo y el afecto.

Hace meditación, le interesan los libros sobre espiritualidad, habla mucho de estar conectado con lo que sucede. ¿Están los actores más expuestos que el resto de los mortales?

Nosotros trabajamos con material sensible. Cada intérprete es un mundo, pero los que actúan desde un lugar profundo se quedan heridos. Es inevitable terminar un poco tocado y creo que es importante cuidar el interior. La actuación es mi pasión y también mi veneno. No es lo más saludable del mundo para la cabeza. Lo hago porque me apasiona. Pero como quien fuma: sano no es, hace pupa. Si una amiga me dijera: «Mi hija quiere ser actriz», le diría: «Regálale un viaje a Edimburgo o a Venecia, con los canales, algo que le impacte» [risas]. Si me toca una hija actriz, la apoyaré, pero seré una pesada e iré a los rodajes. Diré: «Un momento, la niña no tiene 18 años, el sujetador no se le va a ver y el director le puede explicar lo mismo a tres metros de distancia y…». Voy a ser una madre protectora total.

La nueva chica Almodóvar viste top y falda, ambos de Max Mara; y collar de Swarovski.

Félix Valiente

¿Ya se lo ha planteado? Lo de ser madre, digo.

Me gustan los niños, pero no lo sé. Quizá sí, quizá no. Dios dirá. Yo siempre lo dejo todo en manos de Dios [risas]. Hay días que lo tengo clarísimo y otros que nada. Depende de cómo me sienta de cansada o de vital [sonríe]. Pero sí tengo instinto maternal.

¿Hasta qué punto le interesan la moda y la belleza?

Mi secreto de belleza es ser honesta. Cuando no lo eres, te empiezas a avinagrar. Por mucho que bebas agua, hagas pilates, comas macrobiótico, si no estas siendo honesta… Me gusta la ropa, pero no me gusta ir a la moda, no me interesan demasiado las tendencias. Si hay algo de la temporada que es estupendo y a mí no me gusta, pues no me gusta. Es importante sentirse una misma.

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