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El camino más corto para reparar un pelo dañado y convertirlo en un cabello hidratado, luminoso y manejable

El cabello sufre especialmente en invierno, aunque no salgamos de casa. La clave para protegerlo reside en nutrir en profundidad.

Backstage Etro 2020.
Backstage Etro 2020.Rosdiana Ciaravolo (Getty Images)
Javier Caballero

Junto a la caída del cabello, el aspecto que presenta la melena se erige como una de las principales preocupaciones de los españoles. Según una encuesta realizada por la agencia de investigación TNS Global a petición de Svenson, un 39,7% teme que les confiera una imagen poco saludable.

Este empeoramiento de la calidad del pelo sucede pasada la barrera de los 30. «Se considera que entonces empieza a envejecer», cuenta el estilista Amado Quílez con salón homónimo en Madrid. El  cabello pierde lípidos y por tanto volumen, se vuelve más fino y quebradizo, vulnerable a los agentes externos. Entre estos enemigos destacan el sol, el aire y la polución, claves, dice el profesional, para la evolución del cabello. «Deshidratan el cuero cabelludo y la fibra capilar». A estos se suman tejidos como la lana, nos desvela el estilista. «Propia de bufandas y jerséis, es un elemento de absorción de nuestros propios aceites esenciales que necesitamos para nutrir el cabello y que tengamos un crecimiento óptimo. Es como si arañamos con un estropajo nuestra piel de forma directa», compara.

La situación actual, que en muchos casos ha reducido las salidas al exterior al mínimo gracias al teletrabajo, podría generar confianza al resguardarnos de estos elementos. Quílez advierte: los peligros también acechan en el interior. «Dentro de casa existen otros tipos de contaminación como los radicales libres. Se trata de pequeñas partículas que flotan en el aire y proceden de aparatos como el aire acondicionado o la calefacción». Sus efectos son similares a los que enfrentamos en el exterior. El factor humano influye igual. «En casa abusamos de recoger el cabello con instrumentos que por su naturaleza lo dañan, como pueden ser las gomas, las pinzas o las horquillas».

Para tratar el problema de raíz, Quílez recomienda centrarse primero en el cuero cabelludo. «Se encarga de proporcionar al resto del cabello las vitaminas minerales que necesita». Aconseja el uso de sérums con activos que fomenten la microcirculación sanguínea, «encargada de trasladar al bulbo piloso todos los oligoelementos y vitaminas que necesita para un crecimiento óptimo y favorecer el anclaje de las fibras». Una vez fortalecida la base de la melena, toca cuidar el pelo. Quílez apuesta por mascarillas antipolución con arcilla blanca que purifiquen, ya que considera la contaminación el gran enemigo en el siglo XXI; y bálsamos con aceites de karité, macadamia, babasu o moringa y extracto de algodón que reestructuran. «Se puede aplicar, siempre antes del champú, de medios a puntas durante 30 minutos como tratamiento exprés cuando se necesite o para una nutrición intensa, dejar actuar toda la noche y aclarar con agua abundante por la mañana. El resultado: un cabello ordenado, luminoso, hidratado y manejable», explica.

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