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Si quieres rejuvenecer y estar en forma lo tienes fácil: baila

Llevar a cabo rutinas de baile de manera habitual, especialmente en la edad madura, proporciona mayores beneficios que los que se consigue haciendo fitness en un gimnasio.

Una escena de 'Greese'.
Una escena de 'Greese'.

«Bailar es tan antiguo como la propia Humanidad. Nos acompaña desde el comienzo de los tiempos, de ahí que podamos relacionar la danza con nuestro ser ancestral», explica la psicoterapeuta Laura Landau, co-creadora del proyecto Selfing (autoconocimiento a través de herramientas teatrales y de la escritura). Pero el baile, además de conectarnos con nuestras raíces antropológicas, también tiene efectos terapéuticos en nuestro día a día, no solo manteniendo en forma nuestro cuerpo, sino también nuestro cerebro.

La máxima ‘mens sana in corpore sano’ se vuelve más acertada que nunca. Un nuevo estudio del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) ha mostrado cómo quienes toman parte en rutinas de baile de forma habitual consiguen aplacar e incluso revertir algunos de los efectos del envejecimiento cerebral, por encima incluso del simple ejercicio en un gimnasio.

“Estudiamos los efectos del ejercicio físico en dos grupos de personas con una media de 68 años: unos bailando y otros, entrenando. Ambos ejercitaron la misma área del cerebro, el hipocampo, que aumentó exponencialmente, pero solo los que bailaron mostraron un cambio notable en términos de equilibrio”, explica la doctora Kathrin Rehfeld, responsable del estudio. La mejora del hipocampo está estrechamente relacionada con los efectos de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, así como juega “un papel fundamental en la memoria y el aprendizaje, no solo en el equilibrio”.

Está demostrado que bailar puede mejorar aspectos de enfermedades como el Parkinson o la demencia. Pone en acción distintas funciones cerebrales como la atención (a los pasos, al compañero de baile), el aprendizaje de nuevos patrones de movimiento, así como la planificación y la ejecución de los mismos, que no son tareas solo motoras sino también cognitivas”, añade Raúl Martínez, neurólogo del Centro Integral de Neurociencias HM CINAC de HM Hospitales. “Además, debemos añadir el efecto positivo que tienen sobre el sistema emocional la diversión que implican bailar y sociabilizar”.

Los problemas emocionales también pueden mejorar con el baile. “Incorporar movimiento, danza, contacto con el cuerpo… pueden resultar fundamentales en pacientes con depresión, ansiedad… Pero es importante respetar las posibilidades y el proceso de cada uno de ellos. No se puede invitar a bailar a una persona que no quiere levantarse de la cama, o que aun no ha comenzado a retomar otros aspectos de su vida”, prosigue Laura Landau.

También el neurólogo incide en ello. “Potenciar nuevas habilidades estimula circuitos cerebrales y puede ayudar a preservar su funcionalidad. Sin embargo, los pacientes con enfermedades neurodegenerativas se sienten confortables dentro de una vida rutinaria y sacarlos de eso puede provocarles confusión o ansiedad. Lo razonable y terapéutico es estimularlos todo lo posible, pero con exigencias acordes a sus capacidades para que se sientan cómodos y no les genere inquietud”.

El cerebro, con el movimiento, segrega endorfinas, que producen un estado de bienestar. “Muchas veces no es suficiente con movernos, pero todos hemos sentido cómo nos ayudaba”, dice Landau. “El bebé que escucha una música sonríe, y tiende a seguir el ritmo con su cuerpo, aunque apenas se esté empezando a poner en pie”.

El poder terapéutico del baile, además, crece cuando lo hacemos con más personas. “Bailar en grupo tiene un sentido especial porque hace que se potencie aun más el movimiento, por identificación de esa energía grupal”, explica la terapeuta. El estudio del centro alemán, además, incidió tanto en este aspecto como en la variedad del baile. “Nuestros seniors bailaron diferentes bailes cada semana: jazz, latinos, en línea… con diferentes velocidades, formaciones, ritmos… El desafío del cambio constante y el querer hacerlo bien, sin pistas o ayudas por parte de los instructores, fue clave para ejercitar su cerebro”, indicó la doctora Rehfeld.

Así las cosas, además de comer sano y mantener la mente activa con juegos de memoria, deberemos añadir unos pasos de baile para dar vida a nuestro cerebro. Como decía Celia Cruz, unos pasos al compás y “azúúúúúcar”.

* El estudio Dancing or Fitness Sport? The Effects of Two Training Programs on Hippocampal Plasticity and Balance Abilities in Healthy Seniors (¿Baile o ejercicio físico? Los efectos de dos programas de entrenamiento sobre la plasticidad del hipocampo y las habilidades del equilibrio en personas mayores sanas) fue publicado en la revista científica ‘Frontiers in Human Neuroscience’.

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