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Sí, cenar tarde perjudica a tu piel. Eso, y cuatro hábitos alimentarios más

Eres lo que comes… y cómo, dónde, cuánto y cuándo lo comes. Los tiempos, las formas y los lugares en los que se ingieren los alimentos inciden en el cutis tanto como el tipo de nutrientes que incluimos en nuestro cuerpo.

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Javier Caballero

Hace años que los expertos insisten en la importancia que tiene una dieta equilibrada no solo para la salud de nuestro organismo, sino para el aspecto de nuestra piel. Ciertos alimentos funcionan como hidratantes, antioxidantes y potenciadores de colágeno. Pero un consumo adecuado no pasa solo por el qué: debemos poner nuestra atención en el cuándo, el cómo, el cuánto y hasta el dónde. Tres profesionales de la nutrición nos desvelan cuáles son los cinco errores más comunes en nuestra rutina alimentaria que van, sin nosotros saberlo, contra nuestro cutis.

Cenar tarde (y mal)

Durante la noche, nuestro organismo aprovecha para, entre otras actividades, regenerar la piel. Por eso resulta fundamental permitir que toda la maquinaria se centre en ello, y no distraerla con otras funciones, como la digestión. «Se debe comer con una antelación de mínimo dos horas antes de dormir para asegurar un descanso adecuado que garantice un correcto proceso regenerativo», opina Andreína Fernandes, responsable de nutrición de Spirit SkinBar. «Gran cantidad de alimento antes de dormir puede afectar a nuestra digestión y no absorber los nutrientes necesarios para producir las estructuras celulares que necesitamos en nuestra piel», señala la doctora Paula Rosso, especialista en nutrición del Centro Médico Lajo Plaza.

Si no se puede evitar, Laura Gallardo, dietista-nutricionista del hotel Barceló Montecastillo, aconseja entonces ingerir un plato saludable. «Este debe estar compuesto por un 50% de vegetales y la otra mitad por proteína con bajo contenido en grasa, evitando los quesos curados, las carnes rojas, las mantecas y grandes cantidades de aceite añadido». Y no se tiene por qué rehuir de los carbohidratos, añade la experta. «Se puede acompañar de una porción de estos integrales, por su contenido en fibra y porque ayudan a nuestra piel evitando una glucosa estable en la sangre».

Comer siempre fuera (o envasados)

Seguro que esta escena le resulta familiar a más de una: llegas tarde a casa después de unas horas de más en la oficina, y lo único que te apetece es tirarte en el sofá a desconectar con un libro o una serie o tomar algo en una terracita (y más ahora con este calor). La perspectiva de preparar el táper para el día siguiente se perfila fatigosa. Al día siguiente ya encontrarás un restaurante, un local de comida para llevar o un plato preparado que te saque del apuro. Quizá las palabras de la doctora Rosso animen a más de una a cocinar en casa con mayor frecuencia. «Aunque vayamos a buenos restaurantes, sus menús suelen contener sodio o mucho aceite para potenciar el sabor, mucho elemento frito, colorantes para agradar a nivel estético… Todo esto quita lo saludable. Incluso aunque elijamos el plato más sano, nunca será tan sano como el que podemos preparar en casa». Las consecuencias: nutrientes vacíos que no fomentan el buen funcionamiento de la piel.

Someterse a una dieta severa de pérdida de peso

Que si la operación bikini, que si liberarse de los excesos posnavideños… Muchas personas confían en seguir un régimen estricto después de los excesos para recuperar su peso ideal. Una decisión que conlleva consecuencias desastrosas para la dermis. «La falta de nutrientes, minerales y vitaminas como la A y la B pueden provocar desequilibrios seborreicos o brotes de acné», apunta Gallardo. La doctora Rosso incluso advierte: «A los pacientes que se someten a restricciones calóricas importantes, con falta de aporte proteico, se les nota mucho la pérdida de colágeno en la piel y la consiguiente flaccidez.

Pasar muchas horas entre comidas (y, en especial, sin beber)

Para la doctora Rosso, como la producción de colágeno es lenta, no se vería una repercusión inmediata en la piel tras pasar un tiempo prolongado. Sin embargo, sí que se podría ver afectado si esta falta de comida va acompañada de una falta de consumo de líquidos. Según indica la empresa Waterlogic, un 84% de los españoles no se hidratan de manera adecuada, y esto puede desembocar en una gran sequedad en la piel. Fernandes refiere a investigaciones recientes que demuestran que periodos cortos entre ingestas de alimentos pueden tener un efecto antienvejecimiento y antiinflamatorio. Gallardo comenta, además, que podría ser peor para las personas que llegan a las comidas principales con una gran sensación de hambre.

Ingerir un exceso de alimentos (y de los malos)

Y a más hambre, más comida. Y no tiene por qué ser de la adecuada. «Este tipo de personas tienden a sufrir una predisposición por alimentos poco sanos puesto que nuestros niveles de ghrelina y cortisol (dos hormonas que generan apetito) están aumentados», explica Gallardo. «Una mala alimentación puede producir inflamación y desequilibrio en nuestra dermis, alterando su ciclo de hidratación y regeneración celular». Fernandes da las pautas: «El consumo debe ajustarse al requerimiento calórico diario, combinado con actividad física y una adecuada hidratación».

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