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La fatiga decisoria: cómo afrontar el desgaste psicológico invisible que nos hace infelices

¿Sabes por qué Steve Jobs, Angela Merkel y Barack Obama vestían siempre igual? Para evitar que tomar decisiones intrascendentes agotara su capacidad de resolver cuestiones más importantes. Así se sale del cansancio que nos supone sopesar miles de elecciones diarias.

Tomamos tantas decisiones al día que podemos entrar en un proceso de fatiga que nos impide sentirnos bien.
Tomamos tantas decisiones al día que podemos entrar en un proceso de fatiga que nos impide sentirnos bien.Getty (Getty Images)

Según un estudio de la Universidad de Cornell, un adulto normal toma miles de decisiones al día (de las cuales, 226.7 tienen que ver con la comida) seamos conscientes de ello o no. Y el detalle de ser conscientes (o no) es clave porque, según los autores de esta investigación, desatender estas pequeñas encrucijadas cotidianas nos pueden llevar a conducirnos por la vida en modo «autopiloto insensato», subestimando la cantidad de veces que se nos pone frente a un dilema. Esa inconsciencia de nuestras elecciones es el mecanismo del que se valen muchos restaurantes de cocina rápida para que, al final de un largo día de sopesar opciones, estemos tan cansadas que cenemos lo más rápido y sin complicaciones posible, algo que posiblemente no elegiríamos a primera hora de un relajado y desestresado día. Tampoco encontraremos la felicidad siendo absolutamente conscientes de todas estas elecciones. Según varios autores (como el gurú de la psicología Roy Baumeister, que ya en los 90 estudió las zonas cerebrales implicadas en lo que él describía como el «agotamiento del ego»), nuestra mente no es capaz de distinguir qué decisiones son cruciales de aquellas que no: se enfrenta con la misma atención, preocupación, estrés y análisis a nuestras dudas, ya sean si dejamos o no el trabajo o qué tomaremos de postre. La acumulación de dilemas a resolver (que además, se han multiplicado en la era de la hiperconexión) se llama fatiga decisional y provoca un cansancio mental comparable al agotamiento físico (además de ser un foco de estrés, discusiones, arrepentimientos y procrastinaciones). Y ésta es la forma de lidiar con ella.

Distinguir lo urgente de lo importante

Pocos seres humanos habrán tenido que tomar tantas decisiones (y tan difíciles) como Dwight (Ike) Eisenhower, el general (más tarde sería presidente de los Estados Unidos) encargado de planificar las operaciones militares del Desembarco de Normandía. Sobre su secreto para no sentirse sobrepasado, aseguraba que había descubierto que “lo que es importante casi nunca es urgente y lo que es urgente casi nunca es importante”, que es la forma más elegante posible de ilustrar las repercusiones de un buen análisis y una aún mejor organización. El hecho de que, durante su mandato, Barack Obama llevara solo trajes grises y azules, que todos los dos piezas sartorial de Angela Merkel sean una variación del mismo en diferentes colores (el Pantone Merkel) y que Steve Jobs siempre vistiera exactamente igual (vaqueros y jersey negro) es la prueba de que hasta las grandes mentes son susceptibles de sufrir este desgaste… Y por ello deciden concentrar su energía para resolver los dilemas más importantes automatizando los urgentes. La rutina es uno de los más poderosos antídotos contra este mal endémico, pero hay más.

Aprende a soltar

“La fatiga decisoria hace referencia al cansancio mental que experimentamos cuando ya estamos sobrecargados tras tomar muchas decisiones, lo que provoca que éstas ya no sean tan óptimas», explica a S Moda la psicóloga Aída Rubio coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat. Para abordar este problema, prosigue, «no hay nada mejor que en primer lugar hacer un análisis de las decisiones que debes tomar. ¿Lo primordial? Dilucidar si te corresponden a ti, porque si el problema es que estás echando sobre tus hombros responsabilidades ajenas (hola, carga mental), antes de nada deberás reubicar estas responsabilidades en las personas a las que pertenecen y aprender a delegar aquellas decisiones en las que no sea requisito indispensable que estés involucrada».

Si eres mujer, probablemente delegar no sea tu fuerte según un estudio realizado por la Columbia Business School en el que participaron directivos y directivas, todos los cuales eran conscientes de que el éxito empresarial se logra más distribuyendo tareas que asumiéndolas un@ mism@. Sin embargo, a lo largo de la investigación, se comprobó que las mujeres tendían a hacer más de lo que les correspondía por una mezcla de perfeccionismo, de temor a no parecer corteses si imponían tareas a sus subordinados, de sentimientos de culpa y de cierto miedo a perder el afecto de sus compañeros. El problema, aparte del desgaste de las propias mujeres entrevistadas, es que la estrategia (incluso para conseguir afecto y reconocimiento) resultaba un fracaso: sus subordinados consideraban que así perdían oportunidades de mejorar y promocionar, y sus jefes percibían una endeble organización del trabajo. La conclusión es obvia: no asumas aquello que no es responsabilidad tuya, ni en el entorno laboral ni en ningún otro.

Trucos para reducir la fatiga

«Una vez clarificadas cuáles sí son decisiones que debes tomar tú», añade Rubio, «establece en primer lugar un orden de prioridades de los problemas que tienes entre manos. De todos ellos, seguro que solo unos pocos cumplen la condición de ser importantes y, además, urgentes. Si los escribes en un papel y, frente a ellos, pones otro listado de asuntos importantes pero no urgentes, ayudarás a tu mente a partir desde un punto más organizado y limpio y lograrás primero focalizarte en lo más importante, limitando el número de decisiones a tomar de manera inmediata. Es mejor hacerlo de una manera organizada y sobre papel para tenerlo todo más claro».

La psicóloga Sheila Estévez Vallejo propone un abordaje práctico basado en la tecnología, la biología y la organización. “A nivel fisiológico, trata de comer cada cuatro horas para mantener los niveles de glucosa en sangre y así mantener en correcto nivel el combustible del cerebro, duerme al menos ocho horas y prueba a resetearte a modo siesta cuando lo necesites», nos cuenta esta especialista. «A nivel organizativo, es importante que tengas muy claras las prioridades del día para optimizar las tareas, crea rutinas que te eviten tener que tomar más decisiones (por ejemplo, cada noche deja listos el desayuno, la comida y la ropa que te vas a poner), decide lo más importante a primera hora (dejando las decisiones sencillas para última hora del día) y crea plannings y calendarios con metas más a largo plazo», prosigue. Por último, Estévez tiene un consejo infalible relacionado con la tecnología: «usa apps de control para no dispersarte en las redes sociales ni en los bucles recurrentes de las búsquedas en internet”. Aída Rubio añade un último trunco truco: “deja que la mente descanse antes de las decisiones más importantes, para lo cual es útil programar un hueco especialmente grande y señalado en tu agenda, a ser posible en las horas del día en que te encuentras más despejada, y empezar dejando unos minutos la mente en blanco”.

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