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‘Hardballing’ o dejar claro desde el principio qué buscas en una relación

Hand girl showing a heart
Hand girl showing a heartcristinairanzo (Getty Images)

Uno de los problemas de las apps de citas es lo fácil que es mentir por la red. Hay mentiras que nos serán fáciles de descubrir en una primera cita, como si la persona se ha puesto o quitado centímetros en su descripción. Aunque habrá otras que nos darán más quebraderos de cabeza, como saber cuál es realmente la disponibilidad de la otra persona. De hecho, el estudio ‘Engaño en las conversaciones de citas móviles’ publicado en Journal of Communication  ya advertía en 2018 de que casi dos tercios de las mentiras en los perfiles tenían que ver con la disponibilidad de la persona y con la forma que tenían de describirse. 

Aunque algo parece haber cambiado en los últimos años. Y es que ahora se ha puesto en boga el llamado hardballing, es decir, dejar claro desde el principio lo que estás buscando o no al entrar en una red.

Un cambio generacional

El cambio no ha partido de las propias redes, sino en cómo han decidido usarlas los nuevos usuarios. La llamada generación Z ha entrado pisando fuerte en las apps de citas y ha comenzado a cambiar parte de esas reglas no escritas. Si nos fijamos en las cifras que ofrece Tinder en su web, más de la mitad de sus miembros de todo el mundo son Gen Z (jóvenes adultos de 18 a 25 años) y gran parte de ellos se unieron a la red a raíz de los confinamientos y la necesidad de contacto, aunque fuera online. Y según han observado desde esta aplicación, estos usuarios han marcado nuevas formas de relacionarse que se distinguen por ser mucho más honestas y sinceras. “En Tinder en realidad siempre hemos animado a nuestros miembros a que completen su perfil y traten de ser lo más transparentes y auténticos posible”, explica a S moda el responsable de comunicación para el sur de Europa, Vicente Balbastre.

Así surge lo que ahora se conoce como hardballing. Una nueva tendencia que, básicamente, habla de ser sinceros desde el principio con lo que se está buscando en una relación: algo estable o algo pasajero.  Preferiblemente antes de llegar a quedar en persona, para no hacer que nadie pierda su tiempo. Es decir, que si los millennials parecían preferir optar por el ghosting cuando se descubría que los intereses no cuadraban, después de diversas conversaciones infructuosas, los Z prefieren ir directos al grano desde el primer momento para ahorrarse las decepciones y las falsas expectativas. 

“Es verdad que lo primero que preguntas es qué estás buscando, porque si no es lo mismo que yo, paso de ese perfil desde el principio. Y en realidad se agradece, porque así no se pierde el tiempo y no te acabas cansando de hablar siempre con gente que no quiere lo mismo que tú” explica Beatriz, de 21 años.

Por qué la generación Z es más sincera

Decir lo que se busca desde el principio tiene sus ventajas, parece obvio. Lo que no lo es tanto es por qué ha tenido que llegar la Gen Z al mundo de las apps de citas para demostrarlo. Raquel Graña, sexóloga y experta en educación sexual, explica que sencillamente los jóvenes reciben una educación diferente a las pasadas generaciones. “Cada vez hay más concienciación de lo que es una relación sana. Además, se está visibilizando mucho la importancia de ir al psicólogo, de ser transparentes, de comunicarnos de forma adecuada”. 

Aunque no olvida que también se trata de una generación nativa en las redes sociales, y, por lo tanto, es lógico que creen sus propias normas. “En las clases que imparto de educación sexual, y sobre todo los universitarios, te dicen que ahora ligan sobre todo relacionándose por Instagram, principalmente a través de reacciones de stories, likes, etc”. Lo que, en su momento, para los millennials, pudo ser dar un toque al móvil, que quizás podía parecer mucho más confuso. 

La cuestión es si la sinceridad en las redes es solo una tendencia o realmente un cambio de modelo que acabará por implantarse. “Confío en que sí y que todos lo pongamos en práctica. Las personas que tenemos redes sociales y nos dedicamos a terapia hacemos mucho hincapié en esto, porque nos influye enormemente”, aporta la psicóloga. 

Sinceridad o sincericidio

La otra gran cuestión es si hay diferentes formas de practicar hardballing. Está bien ser sinceros con nuestras intenciones, pero hay muchas formas de plantearlas y de expresárselas al otro. Y es que a veces la sinceridad, mal expresada, puede ser tan hiriente como una mentira. 

“El llamado hardballing puede ser el extremo de lo sincero”, explica el psicólogo Enrique Vázquez Oria. Así, el psicólogo analiza que el problema llega cuando esta sinceridad se expresa sin empatía y sin sensibilidad hacia la otra persona, o cuando hace que todo sea un intercambio práctico y frío, sin dejar margen a la improvisación o al dejar fluir las cosas.  “La excesiva naturalidad puede chocar con los protocolos y rituales de seducción necesarios, acabar con la magia de las primeras palabras y los primeros encuentros, aunque virtuales, llevando al terreno de lo excesivamente evidente”. 

El antídoto a este “sincercidio” sería optar por una comunicación asertiva y empática, “expresando por tanto tus emociones, desde la simpatía, siendo agradables, sin excesos, ni prisas”. Es decir, que no solo se trata de ser honestos, sino de aprender a serlo para que realmente resulte algo positivo. “Para ello es necesario no expresar necesidades, ni requerimientos que suenen a instantáneo, sino pacientes y tranquilos”.

Como recuerda el experto, está bien saber la disponibilidad inicial del otro, pero la realidad es que las mejores relaciones son las que “se cuecen a fuego lento”. Es decir “cuidando con mimo y con tiento las primeras palabras, sin mentiras, pero tampoco con verdades que asusten al rito necesario de la seducción entre personas que tienen ciertas intenciones aparentes”. En definitiva, según Vázquez Oria “ser eso justamente, personas, con nuestras debilidades y fortalezas, pues lo que encontrarás al otro lado de la pantalla probablemente sea lo mismo, y no perder el tiempo en adoptar perfiles alejados de uno mismo que suenen vacíos”.

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