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Gurú, peluquero y confidente

Son los creadores de los cortes y melenas más seguidos e imitados del planeta. Se pasean por las mejores fiestas, conocen los secretos más codiciados y rivalizan con los diseñadores por el puesto de mejor amigo de las estrellas.

Kate Moss y James Brown

El matrimonio peluquero-famosa ha traspasado los límites de sus discretos salones para transformarse en una odisea empresarial (retoque de última hora a cambio de fama) que se pasea por alfombras rojas, fiestas y playas. James Brown es un claro ejemplo de esta nueva estirpe de peluqueros estrella.

Es el estilista de Kate Moss además de amigo personal: comparten vacaciones en Ibiza. Y ha pasado de adlátere a estatus de cuasi celebrity y ya se deja fotografiar junto a la pandilla de Lily Allen y Daisy Lowe como uno más. El caso del peluquero Ken Paves y de la cantante Jessica Simpson ha alcanzado nuevas cotas en la relación estilista-personaje: llegaron a coprotagonizar el programa The Price of Beauty.

Aunque, según los rumores, la alianza ha tocado su fin. Sin el componente mediático, el inglés Ben Cooke, embajador de Herbal Essences, obtuvo el pasaporte al éxito cuando creó para Victoria Beckham el peinado bautizado como Pob, copiado hasta la saciedad. Considerado uno de los pocos amigos y confidentes de la inglesa, viajaba a España para peinarla todas las semanas cuando David –al que también acicalaba– era jugador del Real Madrid. Igual de estrecha es la relación de Sarah Jessica Parker con Serge Normant, codiciado arquitecto del cabello que ha delineado más de un look de Julia Roberts y de Julianne Moore.

Por sus manos han pasado casi tantas estrellas como por las de Enzo Angileri, objeto de las atenciones de Eva Longoria y peluquero de Madonna, Meg Ryan, Elle MacPherson y, curiosamente, también George Clooney. Caso aparte es el del pionero en las alianzas con el poder, Sam McKnight, estilista oficial de Pantene. Es el más prestigioso y laureado de todos, aunque también el menos amigo de los focos. En los años 90 trabajó con fotógrafos de la talla de Richard Avedon y fue el artífice del corte garçon de Lady Di, que se convirtió en seña de identidad de la princesa de Gales.

Pero hay otros peluqueros que hacen un buen negocio al convertirse en imprescindibles oficiales. Porque algunos famosos están dispuestos a pagar cualquier precio con tal de que los sigan a todas partes. Jennifer Aniston le abonó a Chris McMillan, su peluquero durante 15 años, más de 45.000 euros para que la arreglase para el estreno inglés de Una pareja de tres en 2009. El peluquero voló con ella en primera clase y se hospedó en los mejores hoteles, para, finalmente, hacerle un simple alisado. Ellos sí que las conquistan por la cabeza.

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