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Envases solubles en agua, lo último en cosmética sostenible

Se fabrican con polímeros no contaminantes que se biodegradan de forma natural y constituyen una alternativa verde a los recipientes de plástico.

Bote cosmética soluble
katerinchik73/Getty (Getty Images/iStockphoto)

Era cuestión de tiempo que llegaran los envases solubles en agua como solución al problema de los residuos plásticos. Porque no todo lo que echamos al contenedor amarillo se recicla. El pasado verano la OCU advertía que solo el 32% de los envases llegan a reciclarse eficientemente , aun cuando el fabricante jure que sus envases son 100% reciclables. Y no porque no estemos separando bien. Por ejemplo, las plantas de reciclaje tienen dificultades para segregar los envases de PET opaco del champú porque el color complica el reciclado. O no son capaces de detectar los envases negros, habituales en algunos cosméticos capilares de lujo.

Esto significa que casi el 70% de nuestra bolsa amarilla – con el bote de la body milk, el maquillaje y esa muestra de mascarilla que veía con una revista – acaba en un vertedero corriente y moliente. Mientras los responsable municipales y los gestores del reciclaje buscan mejorar los sistemas de aprovechamiento de esos materiales, los ingenieros químicos proponen envases solubles en agua que hagan innecesario el reciclaje.

Adiós, plástico; hola, gelatina

En los últimos años han proliferado los formatos monodosis o con pocas dosis. Sirven para probar productos a un precio moderado antes de decidirte por el formato grande, para llevar en bolsa del gimnasio o para viajar. Simplifican el engorro de tener que rellenar envases más pequeños, pero tienen una cara B: aumentan notablemente los residuos plásticos.

Para contrarrestarlo ya hay cápsulas monodosis para champú, acondicionador o espuma de afeitar envueltos en una especie de gelatina. No son nada nuevo bajo el sol, ya son habituales para el detergente de la lavadora o el lavavajillas, lo novedoso es presentarlas como soporte para cosméticos. Se fabrican con alcohol polivinílico (PVOH), un polímero no tóxico, sin color ni olor, resultado de combinar moléculas de carbono, oxígeno e hidrógeno procedentes del gas etileno (un gas que producen de forma natural algunas frutas, como el plátano, para seguir madurando una vez cortados de la palma) y el ácido acético (presente en el vinagre).

Una vez mojados, los enlaces de las moléculas se rompen en cuestión de horas. La cápsula ya atomizada acaba en la red de aprovechamiento de aguas residuales, donde las bacterias terminarán por biodegradarla por completo, dejando cero residuos. Si acaba en un vertedero, en apenas seis meses se habrá degradado en dióxido de carbono, agua, sales minerales y biomasa. La empresa valenciana Green Cycles los propone incluso para envases mayores. Teniendo en cuenta que cada persona consume al año una media de 28 productos de cosmética, envasados mayoritariamente en plástico de origen fósil, la introducción en el mercado de envases hidrosolubles aliviaría el enorme problema de los residuos plásticos.

Paquetes que se desintegran

En los días posteriores al Black Friday los contenedores de papel están hasta arriba de cajas. La foto se repetirá en Navidad y Reyes. No hay nada de sorprendente: cada vez compramos más por Internet y de alguna forma tiene que llegarnos a casa. A esto se le suma que vivimos en la época dorada del packaging, cuanto más apabullante y vistoso sea tu envoltorio, más posibilidades de engatusar al comprador. Paradójicamente, también vivimos el auge de la cosmética verde, con menos químicos de síntesis y más amable con el planeta.

La marca Saie abre un melón incómodo: ¿puede una marca cosmética autoconsiderarse como sostenible, verde y eco-responsable solo porque sus fórmulas sean ‘limpias’, si el packaging no lo es? El pasado verano llegaron a un acuerdo con el fabricante de cartones solubles SmartSolve para realizar una experiencia piloto: crear cajas solubles en agua para hacer el envío de su protector solar Sun Melt Bronzer a 400 influencers. Usaron una cartón especial donde las fibras se unen con una especie de ‘anclaje’ que se disuelve en agua. Si la caja entra en contacto con agua, esos enlaces desaparecen y las fibras se sueltan. En ausencia de agua, la cartulina del paquete se biodegrada de forma natural.

Los otros ‘cacahuetes’  

Pides una sombra de ojos a tu comercio online favorito. O una crema en tarro de vidrio. Para asegurar que no se rompe, te llega envuelta en trillones de virutas de poliestireno expandido. O sea, plástico que debe ir al contenedor amarillo. Por suerte, cada vez son más los comercios que apuestan por las virutas solubles (también llamados cacahuetes de envoltorio). Se fabrican con almidón de maíz y glicerina y se disuelven completamente en agua sin dejar residuos contaminantes.

Otros fabricantes apuestan por cintas de embalar hidrosolubles y pegamentos orgánicos. Tal vez no podamos arreglar el daño hecho al planeta con tanto plástico. Pero aún estamos a tiempo de no seguir agravándolo.

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