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El ‘punto para el marido’ no es solo un mito del parto

El ‘husband stich’ o el punto que se da de más en la episiotomía para el placer masculino es mucho más que una leyenda urbana. Hablamos con sexólogas y matronas españolas que así lo certifican.

'El punto para el marido' es mucho más que una leyenda, según la opinión de expertas.
'El punto para el marido' es mucho más que una leyenda, según la opinión de expertas.Getty

No es algo que sea conocido popularmente, pero quien haya rastreado por Internet, quizás se haya topado con lo que en Estados Unidos se denomina ‘husband stitch’ y que en España, en los círculos sanitarios, se conoce como el ‘punto para el marido’. Se trata de una definición muy gráfica para explicar una práctica quirúrgica en la que, en el momento de la episiotomía tras el parto,  algunos especialistas cosían la vagina realizando un punto más de lo necesario, sin consentimiento de la mujer, para dejar la apertura vaginal más cerrada, pensando que esto supondría un mayor disfrute para la pareja masculina.

No se trata de un hecho extendido, pero tampoco de una leyenda urbana o un mito. Mujeres estadounidenses ya expusieron sus testimonios en los medios de comunicación, pero esta práctica se extendió más allá de Estados Unidos. “Recuerdo haber oído estos comentarios en el paritorio, tanto en Alemania como en España, de que  ‘por las dudas coser un poquito más’, unido a indirectas que dejaban claro que se hacía por el placer del hombre en las futuras penetraciones. Recuerdo el escalofrío, risas absurdas o incómodas entre el morbo y la vergüenza. Como cuando sucede algo que comúnmente se acepta, pero en el fondo sabes que está mal”, explica la matrona Claudia Kaiser .

Por su parte, Anabel Carabantes, matrona y sexóloga en Ancara Perinatal SLP,  recuerda que la Medicina, hasta hace apenas unos años, era excesivamente paternalista, especialmente con el momento del parto y las mujeres, y es que como ella misma atestigua “a la mujer que estaba pariendo no le hablábamos, hablábamos con el marido”. Así, afirma que en su trabajo en el sistema sanitario público, que duró hasta algo más de los 2000, sí que asistió partos en los que se dieron este tipo de eventos. Pese al nombre, es importante dejar claro que no era una petición expresa de la pareja de la mujer que daba a luz, sino una iniciativa de los propios especialistas. “El ginecólogo o ginecóloga se lo comentaba, casi como una broma, explicando que al coser iba a dejar la vagina como si su mujer no hubiera parido”.

Respecto a si cabe pensar en una explicación clínica que hiciera necesario este “punto de más”, la matrona asegura que “fisiológicamente ese punto es extra, y no hay ninguna indicación médica que lo justifique”. Sobre posibles errores médicos, Carabantes añade que “la amplitud de la episiotomía es hacía el ano, y de lo que hablamos es de la entrada de la vagina, y anatómicamente se sabe perfectamente cómo ha de coserse”.

Casos no tan lejanos

Más allá de los casos que pudo ver en quirófano, Anabel Carabantes se ha encontrado, mucho más recientemente, algún caso en sus revisiones como matrona privada. Tal y como expone, este punto de más es fácil de identificar para una persona experta en una revisión de los genitales femeninos tras el parto.Cuando hay un punto de más es visualmente muy claro, porque los labios internos tienen una morfología y un color determinado, los profesionales conocemos cada pieza y sabemos cómo encaja, como si fuera un puzle, y cuando llegas a ese último punto, que es el que cierra los labios internos de la vulva, se sabe incluso por la coloración de cada zona. Por eso cuando hay un punto dónde no debe de estar, se aprecia claramente para alguien que es experto, pero no para la propia mujer”.

En cuanto a las consecuencias físicas, la experta aporta que la mujer llega a consulta porque “cerrar de más la entrada de la vagina, el introito, supone para la mujer que tiene tejidos mal colocados, no hay elasticidad, el clítoris está aprisionado en su parte terminal, la entrada de algo en su vagina produce dolor, y mayor dolor saber que no ha sido necesario y han realizado una práctica quirúrgica sin su consentimiento”. Sobre si es posible revertir el proceso, la matrona matiza que, aunque no es lo habitual, “es posible con cirugía reconstructiva”. La misma consiste en  “volver a cortar la cicatriz, aunque no tan profunda como una episiotomía puesto que el punto extra es a nivel superficial, y suturar adecuadamente. Cada tejido con su tejido, ni de más ni de menos”.

Francisca Fernández Guillén, abogada, y parte del equipo de El parto es nuestro narra que ella misma descubrió tras su primer parto, en 2002, que se le había realizado el llamado ‘punto para el marido’. “En el momento del cosido, la ginecóloga, con un guiño, me dijo que me iba a dejar como una virgen, no descubrí hasta tiempo después que eso significaba que me había estrechado la abertura vaginal”.

Respecto a lo que le supuso este punto de más, la abogada relata no solo las secuelas físicas, sino también la importancia de la perspectiva más emocional y psicológica. “Las mujeres nos vemos convertidas en un objeto para el placer ajeno, por una tercera persona que se inmiscuye en nuestra vida sexual sin habérselo permitido. Es una humillación y una invasión inaceptable de tu intimidad física y psicológica. Tuya y también de tu pareja”.

Implicaciones a diferentes niveles

Asimismo, desde su experiencia profesional en ‘El Parto es nuestro’, Francisca Fernández Guillén expone que no se trata de una práctica ya olvidada, puesto que “muchos de los médicos que lo han practicado aún están en ejercicio. En mi caso, fue una ginecóloga y aún le quedan diez años para jubilarse”.  En cuanto a las posibles repercusiones legales, la experta asegura que se trata de algo difícil de demostrar, ya que los ginecólogos/as que lo realizan “no lo escriben en la historia clínica, como se puede comprender”. Insiste que el problema está más en la falta de concienciación y empatía con estos casos, que en el hecho de que se recoja en el código penal, ya que “podría ser considerado como trato humillante o vejatorio, aunque lo más acertado sería enfocarlo como un delito de lesiones”.

Por su parte, Ibone Olza, psiquiatra perinatal y autora de Parir. El poder del parto (Ediciones B) analiza que las secuelas de la llamada ‘violencia obstétrica’ son diversas. “Las secuelas de las episiotomías y del ‘punto del marido’  pueden afectar a la vida sexual y repercutir muy negativamente en la relación de pareja. Además de los síntomas de ansiedad, se presentan secuelas físicas como dolor a la penetración, incontinencia de orina o fecal, o dolor en la vulva recurrente”.  La experta añade que además “estas secuelas físicas en muchos casos no reciben la atención y el tratamiento necesarios, hay madres que tardan años en consultar a un especialista en suelo pélvico. Aún son menos las que reciben tratamiento psicoterapéutico adecuado”.

Un cambio en el autoconcepto

Ofreciendo un punto de vista desde la propia sexualidad, Irene Aterido, socióloga especialista en salud sexual y ginecología, apunta que “toda la zona pélvica y el periné tienen una relación directa sobre las relaciones coitales, hay mucho dolor, y el hecho de no haberlo decidido, ni haber sido informadas por el profesional médico, se puede vivir como una agresión ginecológica a tu autoconcepto, tu autoestima y tu sexualidad”. En este sentido, tanto en los casos del ‘punto para el marido’, como de las episiotomías no necesarias, añade que la mujer “encuentra puntos doloridos y fibrosis de la propia cicatriz, esa zona queda rugosa, abultada y dura, algo extraño que no se tenía, y elaborar eso en una situación de ocultación y desinformación es especialmente complejo”.

Por último, precisamente sobre la necesidad o no de realizar episiotomías preventivas, y sobre la existencia de la violencia obstétrica, la matrona Anabel Carabantes reflexiona que “aunque existe suficiente documentación para invalidar el uso indiscriminado de las episiotomías, el uso queda aún a decisión de la persona que atiende el nacimiento. Los motivos que están descritos en los protocolos son el riesgo de pérdida de bienestar fetal, para que el bebé salga rápido, aunque solo se ahorra 2 o 3 contracciones; o por el uso de fórceps, aunque ya existen ginecólogos que lo realizan sin episiotomía. En los hospitales españoles el porcentaje de episiotomías va de un 70 a un 15%”, concluye la experta.

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