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El olor sí que importa

¿Qué hay de nuevo en la nariz? La industria del perfume, de las más rentables de la belleza a tenor de las cifras, reformula sus códigos. Se impone la personalización (con emoción), lo selectivo atrae a lo nicho y los géneros se confunden. Aquí las claves.

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Las cifras huelen: la industria de la perfumería mueve 150.000 millones de euros en Europa, según datos de la International Fragrance Association (IFRA). España es el cuarto exportador de esencias del mundo y el cuarto mercado más importante de la UE, con un volumen de negocio de 1.200 millones de euros, según datos de Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). De 990 a 2.116 han sido las fragancias lanzadas desde 2006 a 2015, según confirma Michael Edwards, experto en perfumes capaz de compilar la mayor base de datos de aromas del mundo. Según Edwards, las femeninas han disminuido (de un 58% en 2006 a un 46% en 2015), mientras que las unisex han experimentado un notable aumento (de un 17% en 2006 a un 37% en 2015). La alta perfumería y la perfumería artesanal o de autor se llevan la palma y los aromas florales y orientales amaderados han desbancado a los clásicos cítricos.

Las ferias dan buena muestra de que el olor nos importa: frente a los 1.312 compradores de fragancias de todo el mundo que visitaron Pitti Fragranze (Salón Internacional Observatorio de la Cultura Olfativa) en 2010, en 2016 (su 14ª edición) han sido 2.130 los que han acudido a la feria ávidos de novedades del sector. Una suculenta y prolija industria en la que todos quieren participar. Lo selectivo atrae a lo nicho adquiriendo pequeñas marcas antaño artesanales o creando líneas propias raras, escuetas, privadas, a medida, ultralujosas, con la intención de hurgar más en la parte conceptual y personal de la marca. Mientras el niche se hace más particular dando un giro de tuerca a la alquimia con formulaciones extrañas que huelen a sangre, semen, metal, la sal de un mar embravecido o segregaciones animales que alteran la libido, la perfumería selectiva y de gran consumo coquetea con las nuevas generaciones creando jugos no aptos para sensibles a la glucosa: golosos, tentadores, seductores… Vivimos una época en la que las redes sociales marcan las pautas de consumo, los grandes narices pasan el testigo a jóvenes expertos y la espiritualidad es la meta que todos queremos alcanzar.

GOLOSOS
Grosella, frambuesa, mora, cereza… Un tutti frutti que juega con las distintas facetas del color del poder (y de la pasión): el rojo. ¿Casualidad? Son los aromas preferidos de la nueva generación. Reinterpretación de las fragancias calientes de una época decadente: los 80, una década en la que los perfumes se diseñaban para envolver a la mujer en un halo poderoso y seductor. Opium de YSL, Poisson de Dior u Obse-ssion de Calvin Klein fueron los superventas de una generación audaz que buscaba en el perfume una poción para seducir y epatar. La nueva hornada de fragancias quizá no venga con el mismo ímpetu, pero sí con idéntica intención: la de entrar en una habitación, salir y ser recordados. El deseo de expresar la propia individualidad y acabar con la uniformidad ha llegado con el espíritu milenario.

A MEDIDA
Según investigaciones de la agencia Mintel, los consumidores, en particular la denominada generación del milenio, demandan personalización con productos que reflejen su individualidad. Así están surgiendo opciones que permiten al consumidor trabajar sus propias fórmulas a medida, derivadas del fenómeno layering o capa sobre capa. Herrera Confidential de Carolina Herrera es una colección de seis fragancias que se pueden mezclar con cuatro aceites esenciales puros para crear combinaciones únicas. Otro fenómeno en alza es el dúo de perfumes para él y para ella que se pueden intercambiar y se fusionan en la piel reflejando diferentes matices. L’Homme y La Femme de Prada ensalzan el erotismo de la pareja. Él y Ella de Arquiste se inspiran en el Acapulco de finales de los 70, el erotismo y el flirteo. «Ambos se complementan por el abanico de notas de fondo que se fusionan entre sí», comenta Carlos Huber, creador de Arquiste. Del mismo modo funcionan XX y XY de Blood Concept, una mezcla de notas masculinas y femeninas que rinden homenaje a la confusión de géneros.

LUJO EXTREMO
Eau de toilette, eau de parfum, extrait de parfum, essence de parfum... No son más que las diferentes concentraciones de aceites aromáticos en el perfume. La colonia es un 2% de aceite aromático y dura unas dos horas, mientras que el extracto de perfume tiene una concentración entre un 20% y un 35% y en ocasiones se requiere un injerto de piel para conseguir eliminar el olor por completo… Demandamos más intensidad, duración y lujo, y eso se refleja en los últimos lanzamientos. Los extractos parecen haber salido de los reductos exquisitos donde se escondían. Puede que por la influencia del mercado de Oriente Próximo y sus attar (la esencia más pura y costosa de un perfume) o por ofrecer opciones de compra a esos pocos que poseen el don del conocimiento. «Solo aquellos con alma sofisticada pueden tener el privilegio de conocer el arte del perfume contenido en estas pequeñas botellas de vidrio», dice Tiziana Terenzi, perfumista creadora de Luna Attar (627,36 €). Un lujo olfativo al alcance de unos pocos.

¡AVE, ROSA!
Esta flor se despoja de su papel ñoño para vivir su mejor gloria como protagonista de los últimos lanzamientos (Nº 5 L’Eau de Chanel, Miss Dior Absolutely Blooming de Dior o Essences Insensées de Diptyque). Nuevas moléculas y sistemas de extracción, como Nature Print de Diptyque que captura la esencia pura de la flor viva, consiguen reafirmar su carácter polifacético. Aunque hasta ahora solo era feudo femenino, no se sabe si por influencia de la perfumería de Oriente Próximo o por querer envolver al hombre con un halo delicado, la rosa se ha convertido en la nueva flor unisex (Opus X de Amouage, Rose of no Man’s Land de Byredo o Rosa Aprilis de Santa Eulalia), quizá con la intención de desdibujar la frontera entre sexos.

BAJO PATENTE
¿Notas sintéticas o naturales? ¿Qué es mejor? A pesar del trato beligerante que ambas se han profesado, sobre todo en los últimos tiempos bajo la hegemonía de lo orgánico, lo cierto es que las moléculas sintéticas han sido creadas para mejorar los ingredientes naturales, para hacerlos vibrar y convertir el perfume en algo único. Y eso es precisamente lo que buscan hoy las marcas exclusivas, jugos inéditos creados con ingredientes solo para ellas. Las llaman «moléculas cautivas», permiten crear olores completamente nuevos y desconocidos y son cruciales porque atraen a nuevos consumidores. La patente de estas moléculas puede mantenerse en vigor entre 10 y 20 años, lo cual resulta muy rentable a las marcas. «Yo utilizo Ambermax, patente de Givaudan, una nota ambarina con facetas de cedro que aporta un toque salado y picante, puedo usarla en exclusividad en EE UU y la contienen algunos de mis perfumes», comenta Carlos Huber, creador de Arquiste. La firma Loewe también se sube al carro de las captives con sus dos últimos lanzamientos, 001 Man y Woman, con moléculas patentadas de ciprés y lino.

NUEVA SAGA
Ya ocurrió con la dinastía Guerlain, después de Pierre-François Pascal, Aimé, Jacques y Jean Paul llegó Thierry Wasser para bucear en los archivos de la casa y mantener viva la estela de una de las míticas maisons de la perfumería. Menuda responsabilidad. A Jacques Polge lo ha sucedido al mando de Chanel su hijo, Olivier, y el legendario Jean-Claude Ellena ha sido sustituido por Christine Nagel, quien ahora ocupa el cargo de directora de creación y patrimonio olfativo de Hermès. Corren nuevos tiempos. Una saga de jóvenes perfumistas criados al abrigo de las grandes escuelas (Givaudan, IFF, Isipco…) llega con métodos novedosos para reinterpretar la perfumería clásica. ¿Qué traen de nuevo? Según palabras de la propia Nagel: «En mi trabajo hay algo táctil, con textura, una sensibilidad particular a la materia. Como Rodin, doy amplitud a mis figuras, les otorgo más vida. Quiero traspasar todos los límites. Utilizo pocas materias primas, lo esencial es forzosamente más simple». Savia fresca.

NEW AGE
Astrolounge puede pasar a la historia por ser el primer departamento de belleza de un centro comercial exclusivo en el que se realizaron lecturas de tarot. Fue durante la Navidad de 2015, en el mítico Selfridges (Reino Unido), un momento que se vio abducido por la estela del boom espiritual. Nuevos productos místicos, casi esotéricos, se hicieron hueco entre los superventas del mainstream y la rama selectiva. Jugos de incienso que limpian el alma (Eau Sacrée de Heeley), de signos del zodíaco (The Zodiac de Strange Invisible) o que celebran el solsticio (Solstitium candle de Inspiritv). Según el informe de tendencias de The Future Laboratory para 2016, las marcas abrazan este renacimiento psíquico con productos con una nueva identidad en el intento de conectar con las inquietudes de los consumidores a un nivel más emocional.

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