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Del coco a la zanahoria: la historia de nuestra obsesión con los aceites solares (y cuáles son los mejores ahora)

Del “cuanto más moreno, mejor” a la nueva generación de lociones oleosas seguras para la piel.

En los años 70, el objetivo del verano era ponerse tan moreno como la piel lo permitiera. Nadie hablaba del protector: lo único importante era amplificar el efecto de los rayos del sol. Cuanto más, mejor. Bo Derek, con su inolvidable bañador dorado y su sensacional bronceado encarnaba entonces el 10, la mujer perfecta, tanto en la película de Blake Andrews como en el imaginario colectivo. Lo mismo ocurría con el héroe nacional, el siempre canela Julio Iglesias. Aquellos veranos adquirieron un aroma que quedó para siempre ligado a los días de sol, bien en la playa, bien en el balcón de casa, el del aceite sobre la piel. Apenas importaba cuál: los de coco y zanahoria eran los más populares, pero la memoria popular no olvida que muchas mujeres llegaron a utilizar aceites alimentarios, como el de Crisco en EE.UU., o el de oliva en Europa, en su frenesí por un moreno rápido, excesivo y bien visible.

En realidad, el origen del aceite solar es mucho más amable con la piel. El francés Jean Patou, que pasó a la historia como diseñador de alta costura pero que también fue perfumista, lanzó en 1928 su Huile de Chaldée, considerado el primer aceite de bronceado comercial. Poco antes, su colega Coco Chanel había pulverizado el mito de la piel pálida (sí, este también) al regresar a París luciendo un suave bronceado tras una escapada en barco por la costa azul con el duque de Westminster. Terminaba así la marca de privilegio de la piel pálida: el bronceado significaba ahora que uno tenía el tiempo (ergo, el dinero) de oscurecer su piel.

Aquel óleo de caldea elaborado por Patou se describió como el primer aceite solar que protegía la piel y que atenuaba los golpes de sol. Era un concentrado perfumado con rosas y flores blancas enriquecido con salicilatos, con la propiedad de calmar quemaduras. Este primer elixir inició el camino del huile de soleil. Esto allanó el camino a otro francés, Eugène Schueller, el químico que fundó el imperio cosmético L’Oréal. Apasionado de las regatas, estaba cansado de terminar con la piel enrojecida y tirante tras salir a navegar, así que encargó a su equipo científico el desarrollo de un producto específico. Así nació en 1935 Ambré Solaire, icono de la fotoprotección francesa, como un aceite perfumado con jazmín con un filtro mineral. Cuenta la leyenda que, cuando estalló la I Guerra Mundial, las mujeres no gastaban en medias sino que utilizaban este aceite en las piernas y que los hombres sustituyeron sus productos de fijación por esta loción, más económica y accesible.

Anuncio de Huile de Chaldée, el primer aceite solar, creado por Jean Patou.
Anuncio de Huile de Chaldée, el primer aceite solar, creado por Jean Patou.

Después de la guerra, L’Oréal en Europa y Coppertone en EE.UU. comenzaron a explorar texturas oleosas en su líneas solares, buscando más un acabado satinado y luminoso que en un factor de protección (aquellos filtros solares eran muy modestos y equivaldrían a un índice de 3 en los estándares actuales). La investigación dio otro salto en 1958 cuando el grumo alemán Beiersdorf lanzó el aceite solar Nivea, la marca que estaba llenando las playas occidentales de balones blancos y azules. Fue a partir de entonces, con el desarrollo de una clase media que podía empezar a viajar a la costa con sus vacaciones pagadas, cuando la fiebre por el bronceado llevó a la eclosión de los aceites. Barbie Malibú, Ursula Andress y James Bond continuaron avivando la llama del mito de la piel morena tostada por el sol.

En los 70 la fiebre por el moreno a toda costa era tal que era de lo más normal anunciar un solar, deliberadamente llamado Tanfastic (una mezcla entre tan, bronceado en inglés; fast, rápido; y, fantastic, fantástico). Decía el anuncio: «Deja pasar el sol. No está cargado de protección contra las quemaduras como quieren los mayores y los niños. Tanfastic es para ustedes, de 14 a 25 años, que pueden tomar el sol. Especialmente si quieres obtener un (color) súper oscuro. Súper rápido. La loción incorpora manteca de cacao, el aceite tiene aceite de coco y la manteca de bronceado tiene ambos. Tú también deberías probar Tanfastic. Es tu bronceador».

Tanfastic, un impactante anuncio de solares para un bronceado a toda costa.
Tanfastic, un impactante anuncio de solares para un bronceado a toda costa.

Hoy las últimas innovaciones están lejos de aquellas promesas. Consisten en texturas bifásicas de agua y aceite, que dejan una sensación más refrescante, y también en grados más altos de protección (es fácil encontrar en farmacias aceites bronceadores con SPF50). Algunos de los ingredientes más famosos de los 70, como el coco y la zanahoria, aún están presentes en algunas fórmulas.

Propiedades y mitos de los aceites de coco y zanahoria

El aceite esencial de zanahoria (que se extrae de las semillas secas de la planta silvestre) contiene el pigmento caroteno, pero no las vitaminas A y E o la pro-vitamina A que se encuentran el la raíz. Numerosas dietas siguen considerándolo un prolongador natural del bronceado.

Por su parte, el aceite de coco es altamente versátil, y se le atribuyen más de 300 usos diferentes: como desodorante, fortalecedor de cutículas, antimosquitos, desmaquillante o fortalecedor del pelo seco. Lo cierto es que se trata de un poderoso hidratante y que tiene un aroma que asociamos a las lociones solares, con lo que bien como aceite, bien como fragancia, suele estar presente en muchos aceites solares.

Otros de los aceites solares más comunes hoy incluyen jojoba (con propiedades protectoras y antiinflamatorias), almendras (un poderoso humectante para la piel) o argán (con un alto contenido en vitamina E, por lo que es un buen antioxidante).

Aunque todas estas propiedades están reconocidas en la industria cosmética, los expertos recomiendan no formular nunca un protector solar casero por múltiples motivos. Por un lado, la única manera de contrastar que un aceite será inocuo con la piel es hacer una investigación en un laboratorio. Segundo, porque para que un producto sea protector ante los rayos del sol influyen muchos factores, como el tipo de aceite usado, los emulsionantes, los antioxidantes o la fragancia que se le incluya. Y tercero, porque apenas existe evidencia científica sobre el factor SPF de los aceites vegetales, con lo que puede ser peligroso exponerse al sol de esta manera.

Diferencias entre un aceite bronceador y un aceite solar

Hoy en día es seguro utilizar los aceites que se comercializan. Sin embargo, es importante conocer las diferencias entre unos aceites y otros, ya que no todos sirven para lo mismo. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la textura (en este caso, su fórmula en aceite) no determina la protección que ofrece sobre la piel, sino que esta está especificada en el factor SPF, que no todos contienen. Lo segundo, que un aceite bronceador no es lo mismo que un aceite solar. La diferencia está en que el primero no protege ante los rayos del sol, sino que tiene una función hidratante y cosmética, que ayuda a conseguir el tono de piel deseado. Por eso siempre que se vaya a utilizar en una exposición solar, hay que combinarlo con una crema solar con protección. La recomendación no es tan obvia como pudiera parecer, ya que de vez en cuando la prensa recoge graves titulares sobre personas que se pusieron a tomar el sol solo con este tipo de aceite.

Por su parte, los aceites solares sí llevan factores de protección y vienen especificados en sus etiquetas. El SPF (Sun Protection Factor, en inglés). Así lo explican en la farmacia online MiFarma.es: “Este tipo de protector se utiliza para conseguir un bronceado más rápido gracias a la humectación de la piel. Además presenta una mayor penetración de los rayos UVB, que son los encargados de que la piel se ponga morena y su fórmula incluye extractos vegetales de caroteno que ayudan al bronceado. No se nos puede olvidar que aunque el aceite solar se utilice para conseguir un tono de piel más oscuro en menos tiempo es aconsejable utilizar aquellos que incluyan Factor de Protección Solar (FPS) para evitar quemaduras y problemas en la piel”.

“Cada piel es un mundo y necesita unos cuidados específicos dependiendo de sus características. A la hora de protegernos del sol también es necesario utilizar un producto adecuado a ella. Para que esto así sea debemos elegir el aceite solar que más beneficios nos vaya a aportar”, añaden. Así, según su recomendación, las pieles secas deberían optar por un aceite que contenga una alta hidratación, como la gama Bariésun de Uriage. Las pieles sensibles o reactivas al sol deberían optar aceites solares libres de perfumes, alcoholes e hipoalergénicos, como el aceite nutritivo de La Roche-Posay. Aquellas con más sebo pueden optar por texturas específicas no grasas (como los aceites secos).

Por último, muchos aceleradores del bronceado se presentan en textura oleosa y tienen un modo de uso propio. Su función es activar la síntesis natural de melanina en la piel para que el bronceado suceda de manera más rápida y más homogénea, con lo que se deben aplicar los días previos a la exposición solar, nunca cuando se está tomando el sol. Suelen contener tirosina, un aminoácido sustrato para la síntesis de la melanina, pero también otros ingredientes botánicos como el extracto de zanahoria, el aceite de aguacate o almendra y aloe vera, conocidos como potenciadores del bronceado.

Lo nuevo y lo de siempre (versión 2020)

De aquella devoción por el coco y la zanahoria queda huella en los aceites actuales, pero también existen fórmulas novedosas de última generación.

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