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Cosmética japonesa: No entiendo nada, pero lo quiero todo

Japón es fascinante. Una cultura milenaria, imponentes paisajes, ciudades caóticas y divertidas, templos, karaokes y, por encima de todo, ¡droguerías llenas de productos extraños!

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A una le gustaría imaginarse a las japonesas como delicados seres de tez suave y transparente. Desgraciadamente, algunas mujercitas del país del sol naciente suelen tener la piel grasa, con tendencia al acné y (¡sorpresa!) tirando a amarilla.

Por suerte, en Japón siempre hay una solución para cada problema, y el mundo de la cosmética nipona lleva años desarrollando productos y fórmulas que mejoren las pieles de sus mujeres.

Shiseido, Kanebo o Shu Uemura son algunas de las marcas más conocidas para nosotros, pero hay todo un universo de artículos que no solo todavía no han llegado a nuestras fronteras, sino que tampoco se les espera. Estos productos, que se venden en droguerías a precio de risa, son fascinantes no solo por lo extraños, sino porque nos ayudan a entender la cultura japonesa.

Esta es una selección de los más sorprendentes para esta redactora venida de occidente.

1. Tears tank: Los dibuja-ojeras.

Has leído bien. Mientras a este lado del planeta nos volvemos locas intentando esconder esos bultos bajo nuestros ojos (gracias, Natalia Belda), en el país del sol naciente y los ojos rasgados, las mujeres se esfuerzan por simular ojos hinchados.

¿Pero qué ocurre? ¿Acaso triunfa el look 'he dormido cinco horas'? No exactamente. Las bolsas de los ojos dan un aspecto más inocente y crean la ilusión de redondez. Y tener un ojo más redondo –es decir, más occidental– es la obsesión número uno entre las jóvenes japonesas.

Esta tendencia se llama Aegyo Sal, nació en Korea, y la youtuber VenusAngelic lo explica mucho mejor que yo aquí.

2. Las pegatinas de párpado.

Como uno siempre quiere lo que no tiene, los cánones de belleza orientales establecen que un párpado doble es más atractivo que el párpado simple que tienen las japonesas al nacer.
Estas pequeñas pegatinas se pegan en el centro del párpado móvil mientras cierras el ojo y, al abrirlo, forman ese pequeño pliegue tan ansiado. Para las menos mañosas, también está disponible la versión pegamento. Y si no tienes ninguno de estos productos a mano, siempre puedes recortar cualquier tirita. (Sí, LO HACEN).

3. El chupa chupa, que yo te aliso.

Un ojo forastero como el mío puede tardar entre 10 minutos y dos años en encontrar la misteriosa utilidad de este extraño cacharro. ¿Es un masajeador de labios? ¿Una sofisticada piruleta? ¿Un disfraz de muñeca hinchable? ¿Una pieza perdida de Mr. Potato?

No. Es un entrenador de piel para reducir las arrugas y moldear los músculos de la cara. Sus creadores prometen que, realizando cierto tipo de movimientos con esta pieza en la boca durante varios minutos, tu piel se alisará y pronto la notarás más joven. ¿Compensa? Yo digo que sí, pero solo por las risas de verte así en el espejo.
 

4. Las máscaras.

En ciudades como Tokio es fácil reconocer a las beauty freaks occidentales. Son esas que salen de las droguerías con aproximadamente cincuenta sobres de mascarillas Kose bajo el brazo. Y es que una auténtica loca por la cosmética no puede ni debe abandonar Japón sin un buen arsenal de estas milagrosas caretas a precio de ganga.

Como todo en Japón, las mascarillas también han sido llevadas al extremo. Ya no es suficiente con cubrir tu piel con un pañuelito empapado en colágeno. Algunas mascarillas incorporan enganches, poleas y toda clase de mecanismos que parecen sacados de los inventos de TBO y que prometen tensar tu piel para evitar el efecto de la implacable gravedad.

¿Pensabas que estabas ridícula con esas rodajas de pepino en la cara? Tu novio está deseando verte convertida en momia.

5. Las lentillas agranda-iris.

De todos los colores –incluidos el violeta y el amarillo- y casi todos los tamaños, las lentillas para agrandar el iris se venden en droguerías como si fueran caramelos y su objetivo, de nuevo, no es otro que redondear el ojo para que parezca más abierto.

Este tipo de lentillas son muy populares entre estrellas de K-Pop (y hasta Lady Gaga) y, consecuentemente, entre todas las adolescentes que intentan imitar sus expresiones entre inocentes y poseídas por el demonio.

¿Qué hemos aprendido hoy? Uno: la cosmética por nuestras tierras es preocupantemente aburrida. Y dos: mientras unas nos esforzamos por esconder ciertos rasgos de nuestro físico, otras se vuelven locas para conseguir eso mismo que a nosotras nos acompleja.

¿Habrá en este instante una japonesa escribiendo un post con nuestras obsesiones cosméticas más extrañas? (“¡Se pintan una raya en el ojo para que parezca más rasgado!”). Espero que sí. Y, si nos estás leyendo querida amiga de Japón, por favor, ¡ven pronto a vernos y trae una maleta cargada de mascarillas!

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