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Todo desinfectante con una concentración de alcohol entre el 60% y el 95% es efectivo para eliminar bacterias, gérmenes y virus, tal y como asegura la OMS, que recomienda aplicarlo en la palma de la mano durante, al menos, 20 o 30 segundos. Esa es la base, lo fundamental, lo irrenunciable. Sin embargo, no todos los geles hidroalcohólicos son iguales. Hay marcas que a este porcentaje de seguridad incorporan aceites esenciales, notas florales propias de un perfume -como la rosa, el jazmín o el vetiver-, ingredientes botánicos hidratantes como el aloe vera o principios activos de tratamiento de la piel como el ácido hialurónico. Fórmulas humectantes que no inhiben la acción del alcohol, que aumentan la hidratación y que son capaces de reemplazar los lípidos de la piel, protegiendo la necesaria barrera protectora de la epidermis y evitando así la sequedad, las irritaciones e incluso la posible comezón que puede dejar el alcohol en la piel. E incluso los embotellan en frascos de diseño.
Convertido, junto con la mascarilla de protección, en producto estrella de la crisis sanitaria (solo en febrero su venta aumentó más de un 700% según datos de la Federación de Distribuidores Farmacéuticos FEDIFAR), el gel desinfectante es una alternativa cómoda y segura al agua y jabón para lavarse las manos (posiblemente la recomendación más fundamental para prevenir contagios) pero también puede ser un producto de cuidado de la epidermis.