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Comienza la guerra contra las pajitas de plástico

El uso de pajitas de plástico supone el 4% de la basura plástica, por lo que campañas como #RefusePlasticStraws abogan por prescindir de su uso.

pajitas de plástico
Paul Hellier para The Last Plastic Straw

Quizás no te hayas parado a pensarlo, pero hay un elemento clave que diferencia tomarse una copa en un bar, a tomársela en casa. No es la música, la compañía o el ambiente. Es que cuando te tomas la copa en un bar te ponen una pajita, que no sueles incluir cuando preparas unas copas a tus amigos en tu salón. Esa pajita que también viene en el zumo y en los batidos de los recreos de los niños. Esa pajita de plástico que no suele ser biodegradable y que, pese a tener apenas unos minutos de vida útil para nosotros, supone cientos de años de residuos para el medio ambiente.

Las redes sociales han empezado a ser conscientes del daño que hace un producto, que en realidad es totalmente prescindible, excepto para personas enfermas con dificultad para beber. Así han aparecido campañas como #RefusePlasticStraws o #PlasticPollutes, que recuerdan que solo en Estados Unidos se utilizan más de 500 millones de pajitas de plástico al día. Personajes públicos como la diseñadora Vivienne Westwood han comenzado a hacer campaña desde sus cuentas para concienciar al mundo de que quizá es momento de dejar de utilizarlas.

Aportando más datos, Enrique Estrela, experto en marketing y medio ambiente en Verdes Digitales, insiste en que “los datos nos indican que las pajitas son un residuo generalizado a nivel mundial ya que suponen el 4% de la basura plástica y tardan en descomponerse hasta mil años”. Además, “muchas de estas pajitas van al mar y se cree que el 90% de las especies marinas han ingerido productos de plástico en algún momento, como se puede ver en este vídeo”.

Sumados a todos estos datos, Estrela cree que “la viralidad de las campañas contra el uso de las pajitas puede estar unida a la cotidianidad de su uso. Seguramente mucha gente antes no se había planteado que estaba consumiendo un futuro residuo plástico, porque su consumo está muy extendido en locales de comida rápida, supermercados y salas de cine. Además, el mensaje es muy atractivo: ¿por qué usar algo que normalmente no utilizas?”.

La idea de estas campañas y páginas web pasa por concienciar a la población a decir “no a las pajitas de plástico”, con un gesto tan sencillo como decir “sin pajita, por favor” cuando se la sirvan en un refresco, y animar al resto de acompañantes a hacer lo mismo.

Así lo recuerda también en The last plastic Straw, que informa a las personas sobre cómo impulsar un cambio en el protocolo y las prácticas de las empresas, para que puedan cambiar el uso indiscriminado de las pajitas de plástico.

Un paso más sería llegar a los restaurantes y bares y proponerles que las pajitas no se pongan por defecto, sino solo si el cliente las pide, o incluso, plantear el uso de otros productos similares, que en vez de estar fabricados en plástico, son de papel, de vidrio, o de acero inoxidable. Otra idea es optar por comprar zumos y batidos que llevan otros sistemas para ser bebidos, diferentes a la tradicional pajita de plástico.

Sobre estas ideas, Enrique Estrela, aporta que realmente “el consumidor tiene un gran poder sobre este y otros productos. Desde hace unos años la importancia del consumidor ha ido en aumento hasta situarse por encima de las marcas”. Por ello “si realmente se produce una fuerte campaña sobre las pajitas con apoyo de la sociedad, es muy probable que las empresas cambien su concepción en el uso de las pajitas y tiendan a la creación de pajitas biodegradables o que no generen residuos”.

No hay que olvidar que, como cita Estrela, “para las empresas debe ser fundamental ser socialmente responsable y apostar por la innovación. Y la reducción del uso de las pajitas y la mejora de sus procesos productivos será algo a tener muy en cuenta si la presión social lo hace evidente”.

¿Un problema también en España?

Si bien estas campañas han cogido fuerza principalmente en Estados Unidos, donde el problema con las pajitas de plástico es mayor, cabe preguntarse si tienen su lógica en el contexto español.

Aunque no hay datos tan específicos sobre el uso de pajitas en nuestro país, Beatriz Meunie, directora de Comunicación de PlasticsEurope, aporta que “seguramente el uso de las pajitas de plásticos sea menos común en nuestro país que en EE.UU”. Además, la experta recalca que si bien al igual que hay pajitas desechables, lo principal es que sean reutilizables: “El problema también reside es el comportamiento incívico de las personas que las tiran al suelo una vez las han utilizado. Es necesario seguir avanzando en una mayor concienciación y evitar que cualquier residuo, no sólo las pajitas, se tire de manera indiscriminada”.

Desde la perspectiva de PlasticsEurope, la iniciativa ciudadana contra el exceso de residuos plásticos puede pasar también por concienciar en la reutilización. “Debemos seguir trabajando hacía un consumo más responsable de todos nuestros recursos, tanto durante su fase de uso, como con una gestión adecuada cuando ya han cumplido su función. Solemos decir que los residuos de hoy son los recursos de mañana y que para poder recuperar todo su valor es necesaria su correcta gestión”. Las propuestas pasan por reutilizar las pajitas para materiales de decoración, manualidades infantiles, o incluso como forro para diferentes superficies. “En PlasticsEurope, lanzamos hace ya varios años la iniciativa ‘Cero Plásticos en Vertedero’ para que no se permita la entrada a vertedero de ningún tipo de residuos reciclable o valorizable: los plásticos son demasiado valiosos para despilfarrarlos en los vertederos”.

Campaña de One Green Planet.
Campaña de One Green Planet.

Si bien que cada persona aporte con creatividad y civismo su granito de arena a la reutilización del plástico ayuda, quizás la clave no esté solo en mejorar su uso, sino en disminuir su fabricación. Por eso, aunque obviamente todo suma, Enrique Estrela matiza que el verdadero cambio pasa por “concienciar y sensibilizar a la población mundial sobre su uso, aportándoles el poder de cambiar el rumbo de esos negocios que usan productos dañinos, a través de tomas de decisión más respetuosas con el medio ambiente”.

Un ejemplo a seguir, sin duda, es la disminución del uso de las bolsas de plástico en supermercados. Beatriz Meunie reflexiona que “ahora pagamos por tener una bolsa de plástico, lo cual redunda en un consumo más responsable y en la idea de que ese producto es valioso. El siguiente paso es que los ciudadanos también seamos conscientes de que esa bolsa puede ser, en primer lugar, reutilizada varias veces y al final, si se deposita en el contenedor adecuado, se podrá reciclar y así convertirse de nuevo en un recurso útil para la sociedad”.

Todo ello ha repercutido en que, como informa el experto en medioambiente de Verdes Digitales, “en España en 2018 estará prohibida la entrega de bolsas gratuitas. Recientemente se ha acordado establecer la obligación que los platos, vasos, tazas y cubiertos de plástico, así como bastoncillos de algodón, tengan que estar fabricados al menos en un 50% con sustancias biodegradables procedentes de materias orgánicas, a partir de 2018, aumentando este porcentaje al 60% a partir del 2020”. Quizás, estas campañas consigan que las pajitas de plástico sean el siguiente paso, con la ayuda de todos.

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