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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Zona Azul

«Tomamos más de 220 decisiones al día asociadas con nuestra alimentación».

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Las zonas azules son las regiones del planeta en las que habitan el mayor número de personas que superan los 100 años de edad. Okinawa, Cerdeña, Loma Linda (California), la península de Nicoya en Costa Rica y la isla griega de Icaria son, oficialmente, los lugares en los que viven (o han vivido) las personas más longevas del planeta. El precursor del fenómeno de las zonas azules es Dan Buettner, quien, junto a National Geographic, lleva más de 20 años trabajando en descifrar las fórmulas que confirmarían que vivir mucho y bien no debería ser tan complicado como tendemos a pensar.

No son sesiones interminables de gimnasio o dietas estrictas con nombres imposibles las que posicionan a Okinawa o a Nicoya en el top 5 de la lista. Más bien hábitos que, por simples, tienden a pasar desapercibidos: llevar una rutina que incorpora naturalmente el movimiento (ir andando a trabajar o dar un paseo todas las tardes), actividades relajantes variadas como meditar un rato todos los días, dormir unos minutos de siesta o dedicar las últimas horas de la tarde a desconectar con familia y amigos. También, vivir al abrigo de una comunidad: pertenecer a grupos que refuerzan (qué importante es pertenecer a la tribu adecuada) estilos de vida saludables y nos permiten vivir acompañados. Por último, el Ikigai (término originario de la zona azul por excelencia, Okinawa), algo así como la raison d’être: tener claros tus objetivos vitales y mantenerte ocupado persiguiéndolos, es otro de los aprendizajes que podemos extraer de aquellos que han vivido más tiempo. Y para finalizar está lo que comen los habitantes de las zonas azules: comen simple. Alimentos no procesados (frutas, huevos, vegetales, arroz) producidos en su comunidad: sanos, baratos y de temporada, fáciles de cocinar. Nunca procesados cuya composición supere los cinco ingredientes. Un porcentaje bajo (bastante más bajo que la media global, que es desorbitada) de proteínas animales, y prácticamente a diario (sí, a diario) algunos de los productos más demonizados: vino y café. Así es. Se ha demostrado que viven más aquellos que incorporan estos hábitos de manera controlada y saludable a su día a día que quienes no los consumen en absoluto. Dan Buettner resume así el régimen de bebidas común en las zonas azules: café en el desayuno, té por la tarde, vino a las 17.00 y agua todo el día. Nunca refrescos, ni siquiera sus versiones sin azúcar.

Ninguna de las personas que han sido parte de los estudios de longevidad en estas áreas recuerda haber hecho ningún esfuerzo por alimentarse de una manera determinada: no tienen que pensarlo. Uno de los grandes problemas de las sociedades actuales es que forzamos la máquina para conseguir objetivos, cargándonos de remordimiento cuando no conseguimos modificar nuestros patrones de conducta. ¿Quizás estamos centrándonos demasiado en cambiar nuestro comportamiento? Según los estudios, tomamos más de 220 decisiones diarias asociadas a nuestra alimentación, la mayoría de ellas involuntarias. Esto significa que, cuanto más sencillo se lo pongamos a nuestro subconsciente, menos tendrá que trabajar para tomar la decisión correcta. Dan Buettner nos anima a realizar cambios sencillos: no coloques la bolsa de patatas fritas a la altura de la vista nada más entrar en la cocina; en la zona caliente de tu encimera coloca opciones saludables. Con decisiones pequeñas nuestro hogar puede ser una zona azul.

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