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«¿Quedamos para un café?»: el peligro de una última conversación tras una ruptura

Expertas explican cómo afrontar esa última conversación con una expareja para aclarar asuntos pendientes de manera fructífera.

Speech bubbles chatting
Tim Robberts (Getty Images)

Quien haya pasado por una ruptura, seguramente, haya tenido esa sensación. La de que falta algo por decir. Algo por aclarar. Que quizás para “cerrarlo” sería más fácil sentarse frente a frente, con un café y dejar salir todo eso que no deja de martillearte la cabeza. Incluso que sería una bonita forma de poner punto y final, para no quedar con resentimientos de por medio. Pero la “última conversación” no siempre es tan idílica y, sobre todo, no suele ser tan sencilla.

Sonia García, psicóloga y sexóloga, advierte de que esa “última conversación” lejos de ser una ayuda, puede convertirse en toda una trampa. No solo porque la cita pueda llevar a una sesión de sexo de despedida (otro de los grandes clásicos), sino porque volver a vernos, aunque sea con la intención de “cerrar heridas”, puede volver a reabrir una relación que ya habíamos decidido terminar. Y por algún buen motivo. Aunque sin duda, todo depende de qué relación teníamos y de cómo hayamos estado gestionando la ruptura hasta el momento. Por ello, la experta advierte de que “es, sin duda, una trampa en el caso de relaciones insanas y con un alto componente de dependencia emocional y baja autoestima”. Primera idea para reflexionar.

¿Punto final o punto y aparte?

Más allá del tipo de relación que tengamos, la sensación de necesitar aclarar asuntos pendientes con un ex suele ser bastante común. A veces nos ocurre cuando la ruptura es muy reciente y sentimos que no hemos cerrado de la mejor manera. Otra posibilidad es que tengamos esa necesidad cuando ha pasado el tiempo, y hemos visto las cosas con otra perspectiva. “Puede que, con la distancia y al vernos en otras situaciones, nos surja la necesidad de volver atrás para responder, defendernos o plantear algo que no fuimos capaces de solucionar entonces y sí en estos momentos”, plantea la también psicóloga Inma Ríos.

En ambos casos existe el peligro de volver a acercarnos demasiado. En el primero porque los sentimientos aún están a flor de piel como para poder ser fríos y racionales. En el segundo, porque quizás nuestro cerebro haya hecho de las suyas, olvidando un poco lo malo y recordándonos demasiado lo bueno.

Como insiste Sonia García, “no olvidemos la ilusión de que, si quedamos para hablar una última vez, tal vez la otra persona se arrepienta y quiera retomar la relación”. En ese caso debemos ser sinceros sobre nuestras intenciones con nosotros mismos, y también con la otra persona. Hay que tener claro si lo que buscamos es poner un bonito punto y final, o más bien es un intento de convertirlo en un punto y aparte.

No tan buenas intenciones

Más allá de que vayamos o no con la intención de retomar la relación, que quizás pueda ser coherente si los motivos de la ruptura no están tan claros, resulta más complejo cuando nuestra intención no es llegar a un buen entendimiento con el otro, sino volcar sobre esa persona todo lo “malo” que hemos estado acumulando. “A veces, en consulta, también encuentro que quiere tenerse esa última conversación a modo de venganza y herir emocionalmente a la ex pareja para quedarse a gusto”, apunta Sonia García sobre su experiencia con este tipo de casos.

La psicóloga argumenta que, pese a ello, por lo general, la necesidad de una última conversación tiene más que ver con encontrar “los porqués”. Es decir, encontrar respuesta a esas preguntas que no dejamos de hacernos en soledad. “Por qué se desenamoró, por qué me mintió, por qué me cambió por otra persona, por qué le ha contado una historia diferente a su familia, por qué a mí nunca me dijo te quiero y en un mensaje vi que a otra persona sí se lo dijo, por qué no lo intentamos otra vez. Y así hasta el infinito con todo lo que se nos pueda ocurrir”, relata como ejemplos García. En estos casos se puede aplicar el dicho popular de: “No hagas una pregunta si realmente no quieres saber la respuesta”, porque más que buscar sinceridad, a veces lo que estamos buscando es reafirmar una idea que tenemos preconcebida. Una necesidad de que el otro diga unas palabras concretas, para quedarnos tranquilos. “Normalmente buscamos una respuesta de la otra parte, aunque en ocasiones puede ser el dejar algo claro buscando el sentirnos bien con nosotros mismos simplemente. A modo de reafirmación”, insiste por su parte Inma Ríos.

Mejores formas de cerrar ese capítulo

Queda claro que la última conversación puede ser peliaguda y en algunos casos sería mejor evitarla. Pero en otros es cierto que nos puede ayudar a cerrar ese capítulo de nuestra vida. ¿Cómo saberlo?

“Depende en gran medida de los términos en los que se ha terminado la relación. Si ha sido en el auge de una discusión apoteósica, probablemente hablar después en frío puede ayudar a la relación y a los miembros en sí, porque van a poder expresar sus emociones, pensamientos y deseos sin estar invadidos por la ira. Bien para pasar página o bien para hacer reflexión y continuar con la relación en otros términos más saludables. Pero hablamos de una conversación madura cuya intención es dialogar, no manipular, ni seguir enzarzarnos en la disputa”, recuerda García.

Si es el caso, antes de pensar en poner un sitio y una hora, es importante hacer otras reflexiones previas. Si somos nosotros los que sentimos que nos quedan cosas por hablar, debemos ser sinceros con nosotros mismos respecto a qué queremos realmente conseguir con esa conversación. Si realmente nos va a aclarar algo, si nos va a dejar más confusos, si nos va a ayudar a llegar a un punto amistoso o solo nos va a dejar más decepcionados y dolidos.

Para ello, Inma Ríos propone realizar el ejercicio de imaginar cómo discurre y acaba esa conversación, siendo sinceros con nosotros mismos. Algo así como tener una cita previa, pero delante del espejo.

Aunque tener la necesidad de esa conversación no siempre significa que vayamos a quedarnos más tranquilos tras la misma. Incluso aunque todo vaya mejor de lo esperado. En este punto Sonia García recuerda que a veces la ansiedad que sentimos por volver a ver a esa persona y darle vueltas a todo lo ocurrido es solo una parte del duelo que debemos superar. “También hay que aprender a convivir con cierto malestar en períodos de duelo, saber que es algo que pasará y, si no lo hace, la gestión adecuada será pidiendo ayuda profesional”.

Otra cuestión es que sea nuestra expareja la que proponga vernos. ¿Y entonces qué deberíamos contestar? “Lo ideal sería preguntar los motivos de la necesidad de esa conversación y, si uno también está en ese punto, expresar los propios”, argumenta Inma Ríos. Eso sí, antes de vernos y dejarnos llevar por el momento, quizás lo adecuado es dejar algunas cosas claras de antemano. “En concreto, antes de vernos, lo adecuado es establecer los límites, los temas y los asuntos a tratar en esa conversación, para evitar malentendidos y conflictos”, concluye la psicóloga.

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