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Por qué las sandalias de Zara han provocado una guerra contra el calzado asesino

Cientos de mujeres imitan a la sevillana que denunció las lesiones de un zapato y exponen sin pudor sus heridas en las redes. ¿Cuándo asumimos que calzado femenino y sufrimiento debían ir de la mano?

zapatos dolorosos
Clara Ferrero

“Todas hemos tenido ampollas y carnicerías varias por estrenar sandalias, tacones o zapatillas y no hacemos tanto ruido porque es lo normal”. Estas palabras, escritas por una lectora de S Moda a raíz del artículo de la chica a la que supuestamente unas sandalias doradas de Zara le hicieron quemaduras, resumen a la perfección la postura de una gran parte del patio de Internet ante esta historia viral. Mientras algunos mostraban su extrañeza por la denuncia, el caso de esta joven sevillana ha impulsado a cientos de mujeres a dejar a un lado el pudor para, en un gesto de camaradería, compartir imágenes en las redes sociales de sus pies destrozados y prevenir al mundo de los estragos que tanto este modelo como otros diseños de otras firmas low cost les han causado. La respuesta de muchos internautas, lejos de sorprenderse por las quemaduras que muestran públicamente, evidencian que una gran parte de la población se resigna a asumir que los zapatos nuevos lleguen a provocar tales estragos en el pie de una mujer. ¿Calzado y sufrimiento han de ser sinónimos? La queja de esta otra lectora pone voz a un problema que por mucha zapatilla deportiva, cómoda y anodina que popularice la moda, está lejos de desaparecer: “Un zapato debe ser, como mínimo, aguantable. Estoy cansada de comprar zapatos que me hacen daño y no vuelvo a usar o que me obligan a cambiarme a mitad del día. No es normal o, al menos, no debería serlo que provoquen esas rozaduras en los pies. ¿Por qué cojones me tengo que comprar otro par de zapatos para poder llegar a mi casa andando y no acabar amputada en el intento?”

La sabiduría popular ya lo advierte: “el truco está en hacer callo para que el pie se acostumbre y deje de doler” o el “para presumir hay que sufrir” prueban lo instaurado que está en el imaginario el vía crucis de estrenar calzado. Su compra se rige por las normas de la tendencia, el precio o la estética sin tener en cuenta que su principal función es tan básica como necesaria: poder caminar. No parece muy adecuado confiar los 26 huesos, 33 articulaciones y 107 ligamentos que forman la base de nuestro cuerpo a materiales de dudosa procedencia y calidad o a diseños que provocan heridas y marcas. “Si denunciase yo a todas las empresas cuyos zapatos me revientan los pies… El año pasado uno me hizo un boquete bastante grande y todas las sandalias me hacen cosas así, pero eso es muy fácil, cuando sientas que te empieza a rozar te pones un esparadrapo (siempre llevo en el bolso)”, aconsejaba otra lectora. Todas estas posturas, curiosamente, chocan con el cambio de paradigma que se ha dado en el diseño de lencería femenina. Las marcas que más triunfan en la industria de ropa interior hoy en día son aquellas que han entendido que no hay mejor mensaje de marketing que defender que la comodidad no tiene por qué estar reñida con el diseño. Pero en el calzado (aún) no es así. Basta con echar un vistazo al último desfile de la colección crucero de Marc Jacobs, donde varias modelos se cayeron al pisar la pasarela con unos botines traicioneros, ante la estupefacción contenida de los asistentes. El otoño, además, viene cargado de plataformones imposibles: 19 centímetros en Marc Jacobs, 17’7 centímetros en Gucci o 14 en las botas mosqueteras de Balenciaga. No obstante, la altura no siempre tiene que ir reñida con la comodidad. Como bien advertía Manolo Blahnik a esta publicación: «unos buenos stilettos pueden ser más cómodos que una plataforma horrenda». Sólo hay que esmerarse más en que así sea eligiendo los diseños adecuados.

Muchas chicas se han animado a compartir el estado de sus pies en las redes sociales.
Muchas chicas se han animado a compartir el estado de sus pies en las redes sociales.María PS / Instagram @juristaidealista

“En mi consulta he tenido pacientes con reacciones alérgicas en los pies tras haberse puesto zapatos de plástico. Actualmente compramos muchos que vienen de China y no pasan los controles exhaustivos que deberían. Hay que evitar a toda costa estas compras y apostar por los de piel. Si además se trata de sandalias que llevamos en verano, hay que tener en cuenta que las altas temperaturas pueden dilatar el pie y que el roce con el material tenga consecuencias nefastas”, aconseja a S Moda Miguel Cánovas, vocal del Colegio de Podólogos de Madrid y ex presidente de la Asociación Española de Podología. Adriana Balcells, diseñadora de la marca española de calzado Más 34, que fabrica todos sus diseños en Elche y Elda, secunda sus palabras: “Debemos evitar los plásticos porque la piel no transpira. Tampoco deberíamos comprar modelos con tachuelas o cadenas que no lleven forro interno porque está claro que su fricción con la piel va a provocar rozaduras”.

Ambos especialistas explican que es cierto que cada pie tiene unas necesidades específicas y que lo que a algunas personas les resulta cómodo puede no serlo tanto para otras, pero existen unas pautas generales para elegir zapato sin lamentarlo: “El problema es que muchas veces nos dejamos guiar por la estética. Lo más importante de todo es que aporte la máxima sujeción, sobre todo, en el talón. De lo contrario, el movimiento del pie será distinto al correcto y se provocarán molestias y problemas en la planta”, explica Cánovas. Según nos cuenta, las famosas flip flop o chanclas piscineras solo deberían usarse de forma puntual para ir a la playa, pero nunca como calzado veraniego todoterreno porque pueden provocar sobrecargas musculares. “Ni es recomendable un tacón muy alto ni tampoco es bueno apostar por calzados totalmente planos. Desde el punto de vista biomecánico lo ideal para un movimiento armónico son las suelas de dos centímetros o dos centímetros y medio. Las manoletinas, por ejemplo, destrozan el pie. Son inestables y provocan la compresión de la parte dorsal”, añade.

Descartadas las bailarinas y las famosas ‘chanclas de dedo’, lo siguiente que hay que tener en cuenta es buscar un zapato que se adapte a nuestro tipo de pie. “Si lo tienes ancho no apuestes por stilettos (que de por sí son estrechos) de charol o pieles grabadas que no ceden, elige mejor unos de ante o piel. O, por ejemplo, si quieres empezar a llevar tacón no te compres unos de 11 centímetros, empieza por unos de 9 o de 7. Jamás aconsejaré a una clienta que se lleve un par que no se adapte a su pie. Prefiero no venderlo a que le haga daño y no lo pueda usar”, afirma la diseñadora de Más 34. También hay que tener en cuenta su solidez. A simple vista podría parecer que lo ideal es elegir modelos muy blanditos al tacto pero, tal y como advierte el traumatólogo Ricardo Casal Grau, Jefe de Equipo de Cirugía Ortopédica y Traumatología en Centro Dkf y miembro de Topdoctors, «aunque este tipo de zapatos pueden resultar cómodos en un primer momento, después es probable que al deformarse tan rápido, en poco tiempo nos hagan daño. A largo plazo, se pueden producir deformaciones o lesiones por sobrecarga».

Volviendo al caso de las sandalias virales, ¿es normal que tras sacar el pie de su guarida invernal y exponerlo a los modelos veraniegos se hagan rozaduras los primeros días? “Puede que haya un pequeño roce porque al final existe un material en contacto directo con la piel pero si es un buen zapato deberían ser mínimas y puntuales» –sentencia Balcells–, «lo que jamás hay que hacer es forzar con la esperanza de que el pie se adapte. Yo, por ejemplo, no aconsejaría estrenar zapatos el día de una boda o ponerse por primera vez unas sandalias para pasar un día de compras. Es mejor empezar poco a poco para comprobar que el calzado es el adecuado y no provoca dolor”, continúa. La diseñadora afirma que uno de los principales problemas que advierte en su tienda online es que los clientes se dejan guiar por las imágenes y no leen las especificaciones, descripción y composición; pilares básicos para elegir con acierto nuevos compañeros de caminata.

Al final, elegir los zapatos correctos, tiene que ver con aplicar la lógica: “Es importante que el calzado se adapte a nosotros, no nosotros a él. Es cierto que hay trucos como utilizar crema hidratante en el pie o poner un poco de crema al zapato para tolerarlo mejor. Pero en general, si un zapato hace daño lo recomendable es no seguir usándolo. Si molesta desde el principio, no es buena señal”, resume el podólogo Miguel Cánovas dejando claro que ‘hacer callo’ no es la solución al problema.

El remedio pasa más bien por que «las mujeres cambiemos la cultura del calzado», tal y como rezaba otro de los comentarios de una lectora. En un momento en el que las actrices se han quejado de los insufribles tacones (y algunas los han mandado a freír espárragos), la industria aprueba el feísmo ortopédico en pos de la comodidad y las jóvenes españolas se apuntan a la lucha contra la dictadura de las rozaduras en los pies a través de las redes sociales, no cabe duda que las ansias de cambio están ahí. Básicamente para poder seguir caminando.

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Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

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