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La falacia del martillo de oro o por qué no te hace feliz lo que pensabas que sí

Repetir una y otra vez las mismas estrategias porque en el pasado nos funcionaron o porque a otras personas les funcionan es uno de los mayores errores mentales que cometemos. La psicología nos enseña a adaptarnos.

Focused Young Woman Assembling Furniture At Home
Getty Images (Getty Images)

A

le debemos algunas de las teorías más interesantes de la psicología moderna. La más famosa es la celebérrima pirámide de la motivación humana, según la cual, a medida que vemos cubiertas nuestras necesidades más esenciales, iremos desarrollando otras nuevas. Pero la de la inexorabilidad del deseo y la ambición del ser humano no es la única de sus reflexiones brillantes. En uno de sus libros más importantes,

The Psychology of Science

, publicado en 1966, este pope de la psicología humanista apuntó que “es tentador pensar que, si la única herramienta que tienes es un martillo, puedes tratar cualquier cosa como si fuera un clavo”. Se conoce desde entonces como

martillo de Maslow o martillo de oro

a la tendencia (errónea) a atribuir poderes infalibles de una única estrategia concreta como solución única a problemas diferentes. Y este sesgo cognitivo se ha observado hasta la saciedad en infinidad de ocasiones. Estás siendo víctima del martillo dorado cuando piensas que las cosas se arreglarán esforzándote más (por ejemplo, en una relación condenada o en un trabajo donde no te valoran) porque en el pasado esta estrategia funcionó (por ejemplo, mientras estudiabas y de tu esfuerzo obtenías resultados). Cuando te planteas como metas propias las que a los demás parecen hacerles felices (ya sea perder peso, tener pareja, comprar una casa, ascender en el trabajo, tener hijos…) y las persigues sin analizar si realmente están en sintonía con tus propios deseos y necesidades, también estás siendo víctima del martillo de oro. ¿La razón? Usar una herramienta que solo es universal e infalible en apariencia para arreglar problemas que exigen sus propias soluciones específicas. El martillo de oro es lo opuesto a la adaptación, y la capacidad de adaptación es el secreto de la felicidad.

Para no caer en este error, Aída Rubio, coordinadora del equipo de psicólogos de

asegura que «no hay nada mejor que la observación de uno mismo y lo que sucede cuando se llevan a cabo ciertas estrategias». El conocimiento es poder y, de esta manera, conseguimos despertar en primer lugar nuestra conciencia causa-efecto. «Tener el control sobre uno mismo depende en primer lugar de un autoconocimiento. Si no sé si prefiero esto o aquello, realmente soy muy vulnerable a todo lo que viene del exterior. Pero si tengo claro lo que me interesa e importa en la vida, es más probable que tenga claro las razones por las que rechazar lo que no me conviene. Así pues, el primer paso será tener fijado tu objetivo, esa área en la que te sientes más descontrolada y de la que quieres tomar las riendas», explica.

Conócete, mejórate

Para conocer mejor a esa gran desconocida que a menudo es una misma, la psicóloga asegura que «nos serán muy útiles las técnicas de relajación y respiración, ya que el autoconocimiento y el autocontrol tienen un factor importante emocional y seguramente sentiremos ansiedad, malestar, etc. al tener que observarnos y controlarnos cuando antes no lo hacíamos». Para que el ejercicio de autoobservación sea fructífero debemos escucharnos sin juzgar, con

. Solo con un juicio amable de nosotras mismas «nos sentiremos mejor retomando el poder sobre nuestras propias decisiones, porque nos encontraremos más en línea con quiénes somos y queremos ser. Cuando te veas capaz, ve programando pequeños acercamientos a aquellas cosas que detonaban tus malas decisiones hasta que finalmente puedas afrontarlas sin recaer. Y no olvides, como siempre, apreciar cada pequeño paso y no castigarse con las pequeñas recaídas, que son normales en todo proceso de cambio y aprendizaje, es clave. Sí, el autocontrol se puede aprender», sentencia.

También es necesario recordar que hy un motivo oculto por el cual intentamos una y otra vez la misma solución (el martillo de oro) aunque no consigamos los resultados que deseamos. «Hay que tener en cuenta que nuestras conductas se mantienen en el tiempo porque nos dan algo positivo o nos evitan algo negativo, y por eso se han anclado en nosotros», argumenta la coordinadora de TherayChat. «Pero si vemos que estas mismas conductas ya no cumplen su función o, peor, nos traen algo negativo, caerán por su propio peso. Esto es la base del aprendizaje de cualquier conducta humana», prosigue Rubio. «Si estamos deshaciéndonos de una estrategia que ya no sirve, es altamente recomendable que podamos desarrollar otra alternativa que sí nos sirva en el momento actual porque si no es posible que tendamos a antiguos hábitos».

Los siete mandamientos contra el martillo de oro

Y para desarrollar esas nuevas estrategias, nos cuenta ahora la psicóloga Sheila Estévez, la hoja de ruta incluye las siguientes paradas.

-Es necesario establecerse nuevas rutinas para desechar las antiguas.

-Conviene aceptar las necesidades actuales y priorizar cubrirlas.

-Es altamente recomendable desarrollar la

o aprender a adaptarse positivamente a la nueva situación con las herramientas actuales o adquiriendo nuevas.

-Es imprescindible repensarse, reinventarse y, sobre todo, salir de la

que nos limita en el presente superando el miedo que conlleva.

-Como han demostrado varios estudios,

, por lo tanto es imperativo no dejarse llevar por la rigidez mental.

-Hay que aprender a enfrentarse a la frustración propia y permitirse crecer, aunque conlleve equivocarse.

-Y, lo más importante, debemos visualizar cada reto como la oportunidad para madurar y crecer y no como un problema.

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