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Todo lo que deberías saber (y preguntarte) antes de compartir una cuenta bancaria con tu pareja

“¿Cuándo debería proponérselo a mi pareja?”, “¿es recomendable mantener una cuenta individual?”, “¿podría abrir una brecha en mi relación?”. Cuatro expertas responden a las cuestiones más repetidas por aquellos que se plantean este dilema.

Los 'millennials' son más reacios que sus padres a compartir una cuenta corriente.
Los 'millennials' son más reacios que sus padres a compartir una cuenta corriente.getty

Compartir una cuenta bancaria es uno de los pasos más frecuentes y transcendentales en la vida de una pareja. Más tarde o más temprano, en algún momento del camino en común surge la oportunidad o la necesidad de sumar ahorros para hacer frente al pago de alquileres, recibos, hipotecas o, simplemente, para materializar en una cartilla la idea de un proyecto conjunto. Sin embargo, las preguntas derivadas de este paso vital son cada vez más numerosas y la falta de certezas sobre su idoneidad ya se dejan notar en las estadísticas. Según un estudio publicado por la entidad Bank of America, hasta el 28% de las parejas compuestas por millennials (aquellos con edades comprendidas entre los 25 y los 40 años) prefieren mantener su economía por separado, frente al 13% de sus padres y abuelos. Para ayudar a arrojar luz sobre el casi siempre intrincado mundo financiero, cuatro profesionales responden a las preguntas más formuladas por aquellos que se han enfrentado a esta disyuntiva.

Lo primero es lo primero: ¿Qué aspectos debería tener en cuenta antes de plantearme abrir una cuenta compartida con mi pareja?

Las expertas consultadas se ponen de acuerdo para resumir en cuatro palabras el interrogante que deberíamos plantearnos antes de dar cualquier paso: “¿Para qué quiero abrirla?”. “Deberían establecer tanto sus objetivos como pareja como los de la apertura de la cuenta. También hay que instaurar reglas económicas y comunicar sus necesidades”, afirma la coach financiera Patricia Caro. Susana Núñez, asesora financiera, aconseja hacer un cálculo básico de gastos comunes fijos que van a tener que asumir “para acordar qué parte quiere aportar cada uno” y Silvia Sanz, psicóloga y sexóloga, subraya la importancia de la comunicación como herramienta indispensable para solucionar los problemas que puedan surgir tras esta iniciativa. “Las dificultades en las relaciones no son tanto por compartir una cuenta, sino por no negociar o hablar las diferencias entre ambos”.

Si finalmente decido compartir mis ahorros, ¿es recomendable seguir manteniendo mi cuenta individual?

Núñez contesta con un rotundo ‘sí’ a esta cuestión. “Cuando una pareja joven se sienta conmigo y me comenta que tiene intención de abrir una cuenta común siempre les recomiendo que mantengan su cuenta particular abierta. Hoy por hoy los jóvenes que se emparejan quieren mantener sus finanzas personales independientes. Es un punto bastante común en las nuevas generaciones”.

Mi perfil es más ahorrador, mientras que mi pareja gasta sin remordimientos. ¿Debería tomar alguna medida para que el control de la cuenta no sea una pesadilla?

“Hay que determinar el territorio común. Es decir, calcular en esa cuenta conjunta lo que pone cada uno para pagar el alquiler, suministros y alimentación. El resto se administra de forma individual: el que gasta puede gastar y el que ahorra no tiene problemas en que el otro gaste. Eso sí, cuando en una relación a largo plazo entran en juego metas comunes hay que ponerse de acuerdo para alcanzarlas y eso pasa por pactar compromisos y ponerse de acuerdo en cómo se administra el dinero”, expone Mª Ángeles González, economista y coach financiera para emprendedores.

No me siento preparado para abrir una cuenta compartida, pero tengo miedo a que parezca que no confío en el futuro de nuestra relación. ¿Qué puedo hacer?

Tanto si no estás listo para compartir ahorros, como si eres tú el que propone abrir la cuenta, el primer paso es hablar sobre ello con confianza, honestidad y argumentos. “El respeto debe ser la base de la relación y la buena comunicación su guía, de forma que poder pedir y expresar lo que se quiere es fundamental para que una pareja funcione con libertad y de modo sano. Abrir una cuenta conjunta no siempre significa avanzar, también hay que tener en cuenta el significado que cada uno da al dinero y lo que implica compartirlo. La evolución no siempre es compartir lo que el otro desea. Todo depende de las necesidades que se tengan en cada momento y la filosofía de vida de ambos”, esclarece Sanz.

Entonces, ¿a partir de qué momento de nuestra relación sería bueno plantearnos abrir una cuenta juntos?

Cada pareja es un mundo y es imposible poner plazos que valgan para todos, pero las expertas coinciden al señalar la necesidad de contar primero con un proyecto en común, en convivencia o no, a medio y largo plazo. “Ya habrá una experiencia de convivencia, comunicación sobre temas de dinero y la confianza para mostrar nuestras necesidades y ponerlas en común con la otra persona”, sostiene Caro. “Compartir y gestionar nuestro dinero con otra persona es un paso que hay que dar si estamos preparados”, añade Susana Núñez, que sugiere que haya un “planteamiento firme” con el otro antes de acudir a la entidad bancaria.

¿Sería mejor que ambos aportemos la misma cantidad para evitar problemas?

Mª Ángeles González confirma que la cuestión de la justicia es una de las principales preocupaciones de las parejas que demandan sus servicios, sobre todo, si existe una gran diferencia entre sueldos. Su solución, para evitar que uno empuje al otro a gastos que no puede afrontar, es que cada uno aporte en proporción a lo que gane: “Por ejemplo, si uno tiene un sueldo de 2.000 euros puede dedicar el 30% para la vivienda, 600 euros. Si el otro tiene un ingreso de 1.000, el 30% serían 300. Entre los dos pueden pagar un alquiler de 900 euros con un esfuerzo proporcional a sus ingresos”.

Si se producen discusiones derivadas de la gestión y control de la cuenta, ¿pueden suponer una quiebra en nuestra relación?

“Pues depende de las bases de la relación y los valores afines”, razona la especialista en terapia de pareja. “Si tienen las mismas prioridades y confían mutuamente en cómo manejan las finanzas no tendría que ser un problema. Al fin y al cabo, cualquier diferencia que surja en cómo manejar una cuenta bancaria es una forma de negociar un problema como cualquier otro que pueda surgir en la relación”.

¿Por qué los jóvenes somos mas reticentes a compartir una cuenta que nuestros padres y abuelos?

“La estructura familiar ha ido cambiando con el paso de los años, los millennials tienen otros objetivos en su vida y si tienen pareja la mayoría lo ve desde un punto más individualista. Pueden vivir juntos, pero cada uno tiene su independencia económica”, corrobora Patricia Caro. Silvia Sanz está de acuerdo con ese cambio de expectativas en lo concerniente al futuro sentimental: “Sienten que todo es más finito y que son una generación más individualista donde el crecer y avanzar en la relación no siempre implica señales como compartir una cuenta, poner una etiqueta a la pareja, tener que comprar una casa o crear una familia”.

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