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Cristina Mitre: “No descansar lo pagué con creces”

La periodista sufrió ‘burnout’ años atrás por intentar abarcar más de lo que era capaz. Ahora es partidaria de tolerar la ansiedad y darse “ratos” entre tarea y tarea.

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Hace una semana, Cristina Mitre se despedía parcialmente de Instagram y de sus más de 200.000 seguidores. La periodista, creadora y una de las voces más legitimadas a la hora de hablar sobre bienestar y belleza en el mundo hispanoparlante acompañaba el anuncio con una ristra de motivos que justificaban la decisión de llevarse parte del contenido a otras plataformas. Entre las razones, remarcaba los cambios en el algoritmo y la consecuente caída de tráfico, el tiempo invertido, y el lugar repetitivo y poco inspirador en el que se ha convertido la red social. A pesar de ser uno de los mayores escaparates de su trabajo, la comunicadora le decía adiós a medias. Ser creadora también es eso: escoger en qué plataformas emplear esfuerzo sabiendo que es recompensado.

Cristina lleva más de 20 años en la industria periodística. Primero, como redactora en revistas femeninas, luego como jefa de estilo de vida en Elle y directora de Women’s Health y, ahora, como creadora de sus propios proyectos donde destaca El podcast de Cristina Mitre, con alrededor de 400.000 escuchas mensuales. La periodista se define como una persona “a tope de power” y “disfrutona” –prueba de ello, la aventura de seis episodios en la que se ha embarcado este verano con Podium Podcast–, pero años atrás sufrió burnout por intentar abarcar más de lo que era capaz. Ahora es partidaria de tolerar la ansiedad y darse “ratos” entre tarea y tarea.

Si bien ser freelance le permite disfrutar de una vida digital y flexible, Cristina reconoce que le es muy complicado desconectar al 100% porque todo en su trabajo depende de ella: desde una factura, hasta elaborar la entradilla del podcast, montar un evento o hacer una entrevista. Hace unos veranos intentó alejarse de Instagram durante 15 días y cerrarlo acabó generándole más inquietud que tenerlo abierto. Por eso, prefiere estar online y gestionar los momentos de conexión que hacer el esfuerzo consciente (y doble) de no estar presente en las redes sociales.

Cristina habla en Cómo desconecto sobre su relación con la tecnología, la importancia de limitar espacios entre vida y trabajo y sus trucos para desconectar.

2015 o el año del agotamiento neuronal

Cuando intenté quitarme las redes sociales para desconectar fue después de tener una crisis supergrave de ansiedad a finales del 2015. Incluso lo escribí en mi blog. Tuve agotamiento neuronal. Me dio lo que se conoce como el clásico burnout: tenía vértigos, vomitaba, perdí el hambre y tuve parestesias.

Fue un punto de inflexión para todo, porque me di cuenta de que estaba en un trabajo que realmente no era lo que quería hacer. Llevaba un estilo de vida muy difícil, vivía en Portugal, tenía tres equipos (uno en Madrid, uno en Barcelona y otro en Lisboa), de forma paralela estaba con el proyecto Mujeres que corren y escribiendo otro libro. Quise abarcar más de lo que era capaz. No me di ni un minuto de descanso y el no descansar lo pagué con creces.

Cada uno debe adaptar el descanso a lo que su cuerpo necesite. En mi caso, me di cuenta de que no podía seguir quitándome horas de sueño, viajando y entrenando al nivel que lo hacía –porque en aquel momento estaba preparando una maratón–. Ahora no me siento culpable; es más, tengo mis innegociables y hacer ejercicio lo es. Cuando me preguntan: “¿Podemos tener la reunión a las 12?”, contesto: “Yo a las 12 entreno”, y no me invento una excusa. Lo digo conscientemente para que la gente sepa que para mí es igual de importante que una reunión.

El valor de poner límites físicos (y mentales) al trabajo

Mi trabajo lo inunda un poco todo. Yo reconvertí lo que era el cuarto de invitados en el estudio 54, que es desde donde grabo el podcast. Me parece fundamental separar ambientes, poner límites físicos, sobre todo cuando trabajas desde casa. Es decir, que la mesa de trabajo no esté en el salón, sino en otro cuarto.

En mi caso, tengo que hacer el esfuerzo por desconectar. No es algo que me salga de forma natural. Al final, te pones a leer un libro y estás pensando en una entrevista; lees un artículo en el periódico y quizás te da una pista para escribir. Tengo que separar mucho y hacer el esfuerzo de quitarme el móvil, porque si estoy viendo la televisión me pondré a mirar inconscientemente un comentario en Instagram o Twitter, y no sé por qué. La ansiedad, me imagino que será. Una de las claves es tolerarla y reconocer que está ahí. El hecho de quitarme el móvil me hace ser consciente de que si me levanto a mandar ese correo electrónico soy una ansiosa. Como tengo esa tentación, no lo tengo a mano. Cada uno tiene que encontrar su fórmula. Hay gente que no lleva el correo en el móvil. A mí eso me causa más inquietud que tenerlo, porque igual lo necesito. Lo de vivir sin ansiedad y sin estrés con los ritmos de vida que llevamos lo veo complicado, hay que aprender a tolerar que está ahí.

Descansar es no tener planes

El descanso son momentos de no hacer, hay que buscar ratitos donde no ponerse obligaciones. Igual a alguien le parece un infierno, pero para mí las vacaciones no son estar en una tumbona en la playa, sino poder hacer todas esas cosas que no hago durante el año, como salir a caminar, ir a una excursión, viajar, quedar a tomar algo, echarme una siesta o incluso aburrirme; descansar de la rutina. Tengo una vida tan sumamente planificada que cuando llega el verano y me preguntan qué haré mañana, no sé qué responder porque no sé que haré, no tengo una agenda. Es como esa gente que viaja y lleva completamente mirado qué es lo que va a hacer durante el día. Yo no planeo porque me paso la vida planeando.

Una buena higiene del sueño, fuera tecnologías y ejercitar el mindfulness

Una buena higiene del sueño me parece fundamental. Tener tu propia rutina para ir a la cama siempre a una hora, lavarte la cara y los dientes, ponerte tus cremas y perfumar las sábanas. Es un ritual que siempre hago antes de dormir. Hace que tu cerebro entre en el mood del descanso, fuera pantallas y fuera móviles. Algo tan tonto como mirar Twitter antes de meterte en la cama puede hacer que veas un comentario que interpretas de determinada forma y ya te engancha y no te deja dormir. Por eso, una hora antes de acostarme no miro ninguna red social o el correo, porque me puede poner en el disparadero y no me ayuda a conciliar el sueño.

Cualquier conversación que tengas, cualquier libro que leas, cualquier serie que veas, si te quitas el móvil, te llena. Ahí está el truco, pero el problema es que las redes sociales como TikTok o Instagram están pensadas para que estés el mayor tiempo posible conectado. Lo que hay que saber es cómo funcionan las redes sociales y aprender a gestionarlas. Algo que decía Javier Butragueño en mi podcast: “Si por cada ratito que enciendes el móvil para ver algo, hicieras una sentadilla, te saldrían un buen número de sentadillas al día”. Se trata de ejercitar el mindfulness, tanto que se habla del estar aquí y ahora, y no ir en automático.

Cuando te puede el estrés

Me digo: “Una cosa después de la otra”. Antes me atoraba mucho saber que tenía algo pendiente; ahora voy sacando cosas y establezco prioridades. Mi amiga Patri Psicóloga, en la obra Nena, no te compliques, tiene una frase durísima pero cierta: “¿Si me muriese ahora mismo qué importancia tiene esto?”. Con esa pregunta se te quita media tontería. ¿Va a pasar algo por qué no mande ese correo? ¿Por qué no conteste a esa llamada? ¿Por qué entregue este texto en lugar de a las 15:30 h a las 15:50 h? No. Siempre estamos con la excelencia y la perfección. Está bien, pero llega un punto en el que… ¿Es necesario que repases el mismo texto 25 veces antes de enviarlo? Pues igual no.

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