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La batalla del descuento en cosmética: ¿por qué una crema puede costar 20 euros en una tienda y 40 en otra?

El precio de un producto cosmético puede diferir mucho dependiendo del lugar, ya sea físico o digital, en el que se compre. Lo barato aquí también puede llegar a salir caro.

ILUSTRACION-REPORBellezaWEB
Plató SMODA/Getty Images, Ilustración: Ana Regina García

Una hidratante de Clinique puede comprarse en Druni por 21,95 euros, mientras que el mismo formato se cotiza a 40 euros en la página de la marca. Es solo un ejemplo de las llamativas diferencias de precios entre distintos vendedores. Legalidad, ética o simplemente economías de escala, ¿qué hay detrás? Las cifras de la perfumería y cosmética en España son extremadamente positivas. El mercado interior ya supera los 8.200 millones de euros y fuera de nuestras fronteras nuestras creaciones triunfan. Están presentes en 150 países y somos uno de los líderes globales: España es el segundo exportador mundial de productos de perfumería —se venden más que vino, aceite o calzado— y el cuarto mercado europeo de productos de belleza, según Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética). Sin embargo, a pesar de los datos optimistas, muchas de las pequeñas y medianas empresas del sector alertan de abusos. Hay quien habla de competencia desleal y varios aluden a un “mercado paralelo” donde es posible conseguir el material a bajo precio en proveedores alternativos a los canales formales.

Las falsificaciones. España es el segundo país de la UE más afectado por las falsificaciones de perfumería y cosmética. El sector pierde un 16% de sus ventas anuales por este problema (casi 1.000 millones de euros) y se da la destrucción de 8.000 puestos de trabajo, según Stanpa. Esto no solo tiene consecuencias económicas y reputacionales para las marcas, sino que también supone un riesgo para la salud del consumidor. “Los perfumes falsificados son un fraude. En su composición pueden encontrarse elementos como etanol industrial, que es el anticongelante de los coches”, desvela Pilar García, directora técnica de la asociación. Estas fragancias —a veces también puede tratarse de cremas u otros productos cosméticos— no están supervisadas por ningún organismo de control sanitario ni de ningún otro tipo, lo que deja a los clientes indefensos ante cualquier problema de salud que puedan sufrir tras su uso.

La guerra de los precios. Pero no todas las diferencias en el monto de las etiquetas se deben a productos ilegales. En el mercado existen muchos más grises. Los fabricantes no pueden fijar los precios de venta ni decidir a quién se venden sus productos, según dicta el artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Por ello, ante un precio más bajo, es el distribuidor el que renuncia a parte de su margen con respecto al importe que fijó el fabricante. Salvo en épocas en las que hay descuentos específicos, como rebajas o Black Friday, a lo largo del año se suelen estipular en todas las marcas una serie de precios estandarizados. En cambio, determinados puntos de venta, online y offline, hacen política de rebajas masivas y continuadas, que en muchas ocasiones superan el 50%. Los expertos en la materia advierten de que los precios especialmente bajos son un primer signo de alerta: el consumidor se puede exponer a comprar artículos caducados o a punto de caducar —el reglamento europeo exige poner la fecha de caducidad del cosmético en el envase, salvo en aquellas fórmulas con una expiración superior a 30 meses—, copias o falsificaciones. Otros market places entran directamente a formar parte de ese “mercado paralelo”, en el que se consigue el producto de proveedores alternativos, que han podido comprar de manera extraoficial fuera de su país (aunque los contratos de distribución se ligan a un territorio nacional), a bajo precio en la mayoría de las ocasiones. La compra suele ser a gran escala, por lo que se negocian cifras imbatibles.

Concentrado de luminosidad NCEF- Shot de FILORGA, rubor para mejillas No Makeup Blush de PERRICONE MD, contorno de ojos Global Rejuvenation de MIRIAM QUEVEDO y tratamiento regenerador Origin Pro Egf-5 Cream para pieles sensibles de SENSILIS.
Concentrado de luminosidad NCEF- Shot de FILORGA, rubor para mejillas No Makeup Blush de PERRICONE MD, contorno de ojos Global Rejuvenation de MIRIAM QUEVEDO y tratamiento regenerador Origin Pro Egf-5 Cream para pieles sensibles de SENSILIS.Plató S Moda

Multinacionales y pymes. Es imposible hablar de descuentos sin mencionar a Primor y Druni. Ambos distribuidores lideraron la recuperación y el crecimiento del sector de la belleza en España tras la pandemia, según la consultora Kantar: “Son cadenas que salieron reforzadas, tanto en sus tiendas físicas como en digital, tras el bache del 2020”, asegura Rosa Pilar López, fashion & beauty business director de la compañía. Sus ofertas ya no solo se centran en marcas de gran consumo, sino que también ofrecen firmas de lujo. Y, aunque a priori la compra de material a gran escala pueda parecer la única clave de unos precios tan apetecibles, “el quid es el gran surtido de productos y la alta rotación para conseguir generar volumen y margen”, cuenta Juan Ricardo Hidalgo, propietario de Primor, quien se defiende de las acusaciones verbales de competencia desleal alegando que “es normal que el resto de competidores observe con recelo el surgimiento de un negocio trasgresor que cambia las normas. Ubicación, diseño, innovación, precios y surtido son el secreto”.

El sector está cambiando muy rápido. Así lo ve Natalia de la Vega, creadora de los centros de belleza Tacha Beauty: “Los empresarios más pequeños no podemos competir contra las grandes compañías porque ofrecen cosmética de alta gama a precios low cost. La exclusividad solo se conseguirá con marcas de belleza nicho que no se encuentren en cualquier sitio”; ella aboga por descubrir nuevos nombres para diferenciarse.

Puntos de venta seguros. “Los cosméticos que se comercializan en Europa cumplen una normativa muy estricta, por lo que si han seguido el camino legal son seguros. No obstante, hay muchas webs que venden desde fuera y, aunque no deberían, en ocasiones pueden llegar a ofertar referencias que no se han registrado en el portal europeo y, por lo tanto, pueden no cumplir la legislación cosmética vigente”, advierte Sara Jiménez, directora de comunicación y relaciones públicas de la asociación cosmética Beauty Cluster.

Comprar en puntos de venta oficiales asegura que se cumplan ciertos mínimos: el producto adquirido se habrá almacenado según los estándares que garantizan la seguridad de las fórmulas, las plataformas de pago empleadas serán seguras y el servicio de mensajería cumplirá con el reglamento establecido para el correcto mantenimiento de la mercancía durante su transporte. “Las apariencias pueden llevar a engaño y comprar fuera de ellos eleva el riesgo de encontrarse con un artículo falso, ilegal o incluso robado”, advierten desde el departamento legal de Stanpa.

Consejos para evitar engaños:

Datos legales. Si un producto está muy rebajado en una web no familiar, conviene revisar su Aviso legal, generalmente en la parte inferior de todas las páginas, recomienda Sara Jiménez, directora de comunicación de Beauty Cluster. Si no dispone de esta sección obligatoria (con el nombre, antigüedad, sector profesional, país en el que se ha registrado o si está activa), es señal inequívoca de algo raro.

Reseñas de usuarios. La sección de reviews u opiniones en las páginas de productos cosméticos son muy importantes. Hay que fijarse en qué tipo de comentarios dejan los compradores de esos productos, cuánto hace que no hay una opinión nueva, en qué idioma están escritas… Todo ello puede servir como indicador, ya sea positivo o negativo, de la veracidad e integridad de esa dirección online.

Redes sociales. Ayudan a acceder a los perfiles de las empresas para observar su actividad y el modo en que se relacionan con su comunidad o lo que dicen sus publicaciones. Las quejas aparecen pronto, así que los comentarios desactivados siempre son mala señal.

Idioma de la etiqueta. En Europa los cosméticos deben tener, como mínimo, la etiqueta escrita en el idioma del país en el que se está vendiendo. Tanto si en la imagen del producto online no se ve el etiquetado, como si al llegar a casa están en un idioma poco reconocible, mejor tener cuidado.

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