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Así es como las drogas estropean nuestra piel

Incluso después de abandonar el mal hábito, si el consumo ha sido intenso y prolongado puede quedar en la piel cierto grado de daño irreversible.

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Getty Images (Getty Images/iStockphoto)

Cuando pensamos en el cuidado de la piel casi automáticamente pensamos en productos de limpieza, cremas hidratantes o mascarillas relajantes. En definitiva, en los múltiples productos que pueden ayudar a que la piel tenga un mejor aspecto y a retrasar su envejecimiento. Sin embargo, el cuidado de la piel no solo se basa en incluir ciertos productos en nuestra lista de imprescindibles, sino también en evitar ciertos malos hábitos y sustancias.

No solo el sol o los restos de maquillaje deterioran nuestro rostro, también las drogas pueden pasar una importante factura a la salud de nuestra piel. En palabras de Pedro Lloret, dermatólogo del Hospital Vithas Medimar Internacional, la frase “somos lo que comemos” puede parecer exagerada, pero tiene su sentido. “Nuestro organismo se ve influido por lo que comemos y bebemos”, y no solo eso, también “los medicamentos son capaces de inducir cambios en la piel”, en lo que se conoce como toxicodermias. De esta forma, otras sustancias como el alcohol, el tabaco, la cocaína o la marihuana también pueden tener este tipo de efectos. Pese a ello, es importante aclarar que no todas las drogas nos afectan por igual, ya que cada sustancia tiene un mecanismo diferente de actuación.

Un efecto para cada adicción

De esta forma, Julián Conejo-Mir Sánchez, dermatólogo experto para la Fundación Piel Sana, explica que “la afectación cutánea es más frecuente en las drogas que se administran por vía parenteral (inyectadas)”. Como ejemplo expone que “tanto los abscesos como la celulitis aparecen en un 22 a 65 por ciento de los adictos a drogas que se administran de esta forma”.

En concreto, “existe una mayor frecuencia de dermatitis seborreica y lesiones de hiperqueratosis en los dedos de las manos y en las palmas”. Asimismo, en los casos más graves puede darse incluso un “cambio de la morfología de la cara, con una piel nasal rojiza, con telangiectasias y punta nasal más achatada y hundida progresivamente”. Muchas veces son estos signos faciales los que nos hacen identificar a una persona como adicta.

Entrando más en detalle, Cristina Eguren, dermatóloga de Clínica Eguren  y miembro de la Academia de Dermatología y Venereología (AEDV), relata que una de las drogas cuyos efectos son más conocidos es sin duda el tabaco. “El tabaco contiene numerosas sustancias nocivas que pasan a la sangre tras la inhalación del humo. Estas sustancias contribuyen a acelerar el envejecimiento de la piel”. Igualmente, su consumo también está relacionado con el agravamiento de ciertas afecciones cutáneas como el acné adulto, la hidrosadenitis supurativa o la psoriasis, entre otras.

En cuanto a otras drogas como la marihuana, la experta recuerda que es cierto que este tipo de cannabinoides tienen propiedades que pueden ser beneficiosas para la piel y el tratamiento de ciertas afecciones cutáneas, puesto que ejercen una acción antiinflamatoria. Sin embargo, Pedro Lloret agrega que esta realidad no debe confundirnos, puesto que la marihuana también se relaciona con el envejecimiento prematuro de la piel, además de  con el oscurecimiento alrededor de los ojos, la caída de cabello y canas prematuras. Todo depende de cómo sea su consumo. “Asimismo se asocia a enfermedades graves como una inflamación de los vasos sanguíneos (arteritis) que se traduce en cambios en la piel con el frío que pueden implicar incluso la pérdida parcial de dedos, tromboflebitis y alteraciones en el resto del organismo”.

En esta misma línea, sobre la cocaína, Julián Conejo-Mir, vuelve a insistir en que “el uso de la cocaína puede originar manifestaciones dermatológicas más severas”. En concreto, el especialista relata una extensa lista de patologías como: pseudovasculitis, urticaria, vasculitis de Churg-Strauss, el fenómeno de Raynaud, púrpura palpable, pustulosis exantemática generalizada aguda, úlceras cutáneas, picores, ampollas, urticaria, eritemas o verrugas en la mucosa nasal,. Igualmente, un problema añadido son los adulterantes de la cocaína como el levamisol, que puede ocasionar lesiones ulceradas en zonas como las orejas.

El alcohol también es una droga

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No hay que olvidar que el alcohol es otra droga y que su consumo es mucho más habitual, por lo que los efectos en la piel también son mucho más comunes en la población general. “El alcohol, sobre todo el destilado (whisky, ginebra, vodka, etc), produce al igual que el tabaco, envejecimiento prematuro de la piel”, por lo que en opinión del dermatólogo “las caras de las personas que consumen habitualmente dosis altas de alcohol suelen estar demacradas y evidentemente envejecidas”.

Dando un paso más, en personas alcohólicas, al desarrollarse daño hepático, su piel se hace opaca y de un color pálido y amarillento. De hecho, según los expertos, el 40 por ciento de los pacientes alcohólicos padecen enfermedades en la piel relacionadas con su consumo. Por poner algunos ejemplos, en los alcohólicos es frecuente el enrojecimiento súbito o flushing, dilataciones de vasos (telangiectasias), cambios en las uñas y el pelo y fragilidad capilar. Por otro lado, también pueden darse algunas formas de porfiria, que se distinguen por la fragilidad de la piel de las manos, daño con el sol y crecimiento de vello en la cara. En otros casos es más común la rosácea, además de que algunos casos de psoriasis, de dermatitis seborrreica y de acné parecen asociarse al consumo elevado de alcohol.

¿Efectos irremediables?

La otra pregunta que cabe hacerse es si tras, por ejemplo, haber fumado es posible revertir los efectos de esta droga en nuestra piel, o si ya se trata de un camino sin retorno. Sobre esta cuestión, Cristina Eguren aclara que “generalmente los efectos nocivos son más evidentes a medio y largo plazo”. De esta forma, si bien lo habitual es que “los efectos disminuyan de forma progresiva tras dejar de consumir la sustancia”, la realidad a asumir es que “si su consumo ha sido intenso y prolongado pueden dejar en la piel cierto grado de daño irreversible”.

Obviamente el primer paso debe ser disminuir las dosis de estas sustancias, y en lo posible abandonar su consumo si está resultando perjudicial para nuestra salud. Una vez tomada esta decisión, será necesario ayudar a nuestro cuerpo a desintoxicarse, para lo que es recomendable tomar y aplicar antioxidantes que combatan los radicales libres, llevar una dieta saludable, beber 2 litros de agua al día y, por supuesto, hacer deporte.

Pese a todo ello, Pedro Lloret matiza que “en ocasiones puede que esto no sea suficiente”, y por lo tanto haya que recurrir a la administración de algún tratamiento que nos ayude a restablecer el aspecto saludable de nuestra piel.

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