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#FreeThePimple y #AcnePositivity: los movimientos en favor de las pieles imperfectas que la pandemia ha puesto de moda

El 85% de personas de menos de 25 años y el 25% de más de 30 tienen acné, ¿por qué sigue siendo un tabú?

monique
© Instagram/moniqueschreiber
Eva Armas Gil

Sucedió en 2018: Kendall Jenner pisaba la alfombra roja de los Globos de Oro con un increíble Giambattista Valli plagado de tul negro en apoyo al movimiento #MeToo. Pero no fueron ni el primero ni el segundo quienes llamaron la atención y pusieron el foco sobre la modelo del klan Kardashian aquella noche. Contra todo pronóstico, Kendall debutaba en la gala mostrando sin pudor ni vergüenza un brote de acné que no intentó ocultar ni con peinado ni con maquillaje. Fue, probablemente, el máximo exponente a nivel mundial del fenómeno #AcnePositivity hasta la fecha, pero no era, ni por asomo, su primera manifestación.

Meses atrás, esa pequeña revolución había comenzado a gestarse en redes sociales y a dar sus primeros frutos en otras plataformas: una de las primeras, el cine. Donde antes no se planteaba ninguna otra opción que no fuera una actriz con la piel perfecta y radiante, entonces Saoirse Ronan protagonizaba Lady Bird bajo las órdenes de Greta Gerwig y con el acné que se supone habitual en la mayoría de los adolescentes de su edad y de la de su personaje. El body positive tan mencionado en los últimos años había avanzado hacia un nuevo plano que no podía ignorar ni el mismísimo Justin Bieber: el de la piel y el #FreeThePimple (aka ‘libera el grano’).

Su creadora había sido Lou Northcote (@lounorthcote), una joven que decidió desestigmatizar un rostro con granos compartiendo sus propias fotografías sin retoques ni maquillaje animando a otras usuarias a hacer lo propio. Le siguieron no solo un sinfín de personas anónimas y un gran número de personajes públicos, sino también una buena tanda de instagramers (hoy influencers) que convirtieron su acné y sus efectos en un punto fuerte. “Nadie con acné quiere vivir con acné, pero con alrededor del 85% de personas de menos de 25 años experimentándolo, ¿por qué tiene que ser un tabú?”, reflexionaba en sus redes sociales Nicole Herbig (@theblemishqueen), una de las mayores representantes del movimiento. Otra de ellas, Kali Kushner (@myfacestory), contaba a The Guardian por qué había comenzado a documentar su lucha contra el acné en una cuenta pública: “En unas vacaciones familiares, al final del día, me desmaquillé y mi sobrino me preguntó: ‘¿por qué tienes la cara tan sucia?’. Tardé un minuto en darme cuenta de que él veía mi maquillaje como una cara limpia y mi acné como suciedad”. Junto a ellas en la batalla, mujeres como Monique Schreiber (@moniqueschreiber) o Sofia Grahn (@isofiagrahn), que se declaran activistas de la piel y responsables de concienciar a la sociedad sobre el acné. Ellas, por cierto, ya superan la treintena pero también tienen algo que decir: El 25% de las mujeres mayores de 30 años también experimentan acné”, confirma la AEDV.

Al “pimples are in” (los granos están de moda) de Bieber para sus más de 170 millones de seguidores en Instagram se sumaban, gracias a todas ellas, miles de imágenes bajo los hashtags #AcnePositivity, con más de 216.000 posts en la red social, y #FreeThePimple, que hoy alcanza casi 30.000 publicaciones y que, en esta época de confinamiento y mascarilla, ha visto aumentada su popularidad. No solo porque hemos abrazado más que nunca la limpieza facial y la necesidad de llevar la cara libre de correctores y maquillajes cubrientes, sino también porque, como transmiten todas y cada una de las cuentas de estas activistas del acné, la lucha contra él no es un antes y un después, sino que se trata de un viaje completo, largo y concienzudo.

Una travesía que, desde hace un año, vive su momento más excepcional y delicado por obra y gracia del ya famosísimo maskné. Lo vaticinaba la experta Paola Gugliotta, Master en Dermocosmética y fundadora de Sepai y APoEm, cuando estudiábamos las tendencias de compra post-Covid en el sector cosmético: La piel sufrirá más debido a la constante limpieza, no solo de las manos, sino también del rostro, que limpiaremos cada vez que volvamos de la calle, además de por la mañana y por la noche. Se elegirán más productos con bactericidas, capaces de asegurar una completa exterminación de gérmenes, y esto hará que la piel cambie y se reseque con más facilidad. Se verán incrementadas las reacciones, los casos de piel sensible, las rojeces y las alergias. La tendencia esperada es que proliferen las pieles sensibles a consecuencia del uso de las mascarillas. Las pieles comenzarán a reclamar tratamientos que antes no necesitaban”.

Más de lo mismo cuando comenzamos a comprobar cómo y cuánto estaba perjudicando la pandemia a nuestros cuerpos: “Lo más frecuente es la aparición o empeoramiento del acné, de la rosácea y de la dermatitis seborreica debido al uso de la mascarilla”, explicaba la Doctora Cristina Galván, dermatóloga de la AEDV y autora principal del Estudio COVID Piel a S Moda. Para luchar contra ello, coinciden expertos y todas estas activistas del acné de las que solo se puede aprender: un plus de limpieza, mascarillas fabricadas en materiales respetuosos con la piel (lavadas a diario) y una buena hidratación acorde a nuestras necesidades cutáneas.

Así que, efectivamente, quizá nos encontremos en el contexto que más necesita ese firme activismo que visibilice el acné y otras imperfecciones de la piel (y en ello estamos), pero la buena noticia es que el camino -aunque largo- ya está abierto y notablemente recorrido. Para muestra, el botón que ha supuesto la última campaña de la marca de parches para granitos ZitSticka, fotografiada por Ashley Armitage. Es increíble pero cierto: la suya es la primera campaña de un producto contra el acné protagonizada por modelos con acné.Fue uno de los primeros rodajes en los que hemos tenido que potenciar una piel natural”, confesaba la fotógrafa.

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Sobre la firma

Eva Armas Gil
Graduada en Comunicación Audiovisual y Máster en Comunicación Editorial por la Universidad Carlos III de Madrid, ha dedicado su carrera a medios digitales especializados en belleza, moda y estilo de vida. Ha escrito en las ediciones españolas de AD, Glamour, Grazia y Harper’s Bazaar y, ahora, hace lo propio en EL PAÍS y S Moda.

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