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Acné, arrugas e irritación: los motivos para dejar de usar maquillaje un tiempo (o encontrar el adecuado para tu piel)

La fórmula de estos productos y el uso obligatorio de la mascarilla son algunas de las razones por las que la cosmética de color provoca reacciones indeseadas.

Lo más importante: desmaquillarse bien antes de dormir.
Lo más importante: desmaquillarse bien antes de dormir.getty
Javier Caballero

Durante el confinamiento estricto de marzo y abril surgieron muchas recomendaciones cosméticas en las redes. Algunas de ellas se basaban más en creencias populares que en la ciencia. Es el caso del skin fasting (ayuno de la piel), una tendencia japonesa que consiste en aparcar el uso de productos para el cuidado de la piel unos días. La premisa: que el órgano más grande del cuerpo necesita descansar de estos activos. Los expertos ya han desmentido esta necesidad.

Con las nuevas imposiciones en varios territorios del país, si bien menos restrictivas acompañadas de la recomendación de salir de casa lo menos posible, resurgen estos consejos. Similar al descanso de las cremas, una corriente propone alejarse del maquillaje ahora que nos vamos a dejar ver menos. Tres expertas nos explican cuánto hay de cierto en este paradigma.

¿Asfixia la piel el maquillaje?

La doctora Mar Lázaro, con clínica propia en Zaragoza, se muestra rotunda. «Si es de calidad, no solo no la asfixia, sino que la cuida y protege durante el día».

Ahora bien, avisa la farmacéutica Meritxell Martí, propietaria de la Farmacia Meritxell en Andorra, siempre se va a ensuciar más o menos el poro con su uso. «Los pigmentos utilizados suelen ser minerales como el dióxido de titanio, en diferentes tonos como el rojo, el amarillo o el negro; o el óxido de zinc. Es imprescindible lavarse la piel antes de acostarse».

La doctora Lázaro, que también incide en la importancia de desmaquillarse completamente antes de dormir («tanto con el producto desmaquillante como con el tónico», aconseja), cree que este tándem reduciría el impacto de este cosmético en la piel. «Si cumplimos la premisa de una buena fórmula y una buena higiene y desmaquillado, podemos usar fondo a diario».

¿Y si el maquillaje provoca reacción?

Puede que muchas usuarias se sientan tentadas a seguir esta tendencia porque su piel reacciona de forma negativa al producto de color. Aquí importa adaptar el artículo a las necesidades de la piel. La doctora Lidia Maroñas, de la Clínica Dermatológica Internacional, da unas primeras pautas. «Una piel con tendencia mixta-grasa o con acné debe elegir maquillajes de texturas ligeras en gel o emulsión, libres de aceites y no comedogénicos». Esto es, una fórmula que no obstruya el poro.

Sin embargo, Meritxell Martí reconoce que las pieles más secas pueden beneficiarse de los que rehúyen las más grasas. «Pueden usar más lipídicos, más oleosos, mientras que un maquillaje muy opaco puede provocar el efecto ‘careta’ que va a envejecer más».

La farmacéutica también incluye otros ingredientes en los responsables de estas respuestas negativas de la piel. «Los maquillajes suelen contener caolín, sílica, aluminio, harina de maíz, talco… Muchos de ellos pueden provocar alergias e irritación en la piel», advierte. «Al no adaptarse al tipo de piel también puede que provoque irritación, sequedad excesiva y formación de arrugas».

¿De qué maquillaje y por qué se debe huir?

La doctora Mar Lázaro lo tiene claro: «Las bases antiguas, o algunas actuales de mala calidad, podrían taponar la piel produciendo acné o exceso de grasa y brillos». Es decir, por un lado, se debe huir de aquellas comedogénicas, que llenan el poro de suciedad. Y continúa: «Si es demasiado pesada o mate, podría deshidratarla y además apagar su luminosidad a la larga y empeorar su textura». Es decir, mejor que sea ligera.

¿Debemos adaptar el producto a la era de las mascarillas?

La doctora Lidia Maroñas pone en relieve la necesidad de acoplar la rutina de maquillaje al uso de mascarillas. «Para reducir en la medida de lo posible la transferencia de producto y hacer que el maquillaje persista el mayor tiempo posible sobre nuestra piel», señala.

Su recomendación viene motivada por todo lo que conlleva el uso del protector en la boca. «La acumulación de agua, sudor y la propia fricción de la mascarilla sobre la piel favorece que acumulemos más residuo, se obstruya más fácilmente el poro y tengamos brotes de lesiones de acné, eccemas o dermatitis peribucal».

Por eso, su recomendación consiste en «productos de texturas ligeras, resistentes al agua y libres de aceites. O incluso un fotomaquillaje, es decir, un fotoprotector con color que nos permita ir protegidos a la vez que unifiquemos tono».

¿Cómo debe ser un buen maquillaje?

Con la premisa aclarada (no, la piel no tiene por qué descansar del maquillaje), queda ver en qué debe fijarse la usuaria al optar por uno u otro producto (y cómo debe ser su rutina).

Meritxell Martí prefiere los naturales. «Mejor con ceras u otro tipo de base como aceites vegetales a los que tienen base de silicona. Estos son los que contienen siliconas como la dimeticona, polisiloxane o aceites minerales. Personalmente prefiero los maquillajes que no contienen conservantes como los parabenos, derivados del petróleo, metales, nitrosaminas, etc. Aunque a veces el propio tipo de cosmético los requiere».

Para la doctora Lázaro, además de cumplir su función de mejorar el aspecto y unificar el tono, deben tratar la piel. «Cerrar los poros y mantener la hidratación, sobre todo, y en ocasiones, proteger de la radiación ultravioleta». La inclusión de antioxidantes, hidratantes y antiedad supondrán un plus.

Y añade la importancia de realizar una correcta rutina previa para potenciar los beneficios del maquillaje. «No olvidar antes poner una crema o fluido hidratante ligero, para mejorar aún más la textura de la piel».

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