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A flor de piel

Las distancias cortas nunca fueron tan importantes en la estética. Unos milímetros de más o de menos pueden suponer el éxito o el fracaso de un tratamiento, porque cada uno funciona a una profundidad determinada.

Botox

Todos los tratamientos estéticos tienen su propia zona de acción, un nivel de penetración específico al que trabajan a pleno rendimiento. No acertar con él puede tener consecuencias: que no pase nada –la temida frase de «no se me nota»–, que no dure lo que debería o, en los casos más graves, que tenga efectos adversos.

CREMAS

– Hasta dónde llegan. Los activos con los que están formuladas las cremas son efectivos a un nivel muy superficial de la piel. Como mucho llegan a dos milímetros.

– Por qué actúan allí. «Los productos de aplicación que se dan en casa –como cremas, exfoliantes o mascarillas– y los que se emplean en los centros estéticos dentro de un protocolo –limpiezas profundas, aparatos de penetración de productos o los peelings– actúan en la capa exterior de la piel porque es ahí donde consiguen sus objetivos», explica la doctora Elvira Ródenas, presidenta de la Asociación de Medicina Estética y Cosmética del Colegio de Médicos de Madrid.

– ¿Y si se usa mal? Se pueden producir desde sencillas irritaciones hasta reacciones alérgicas graves.

BÓTOX

– Hasta dónde llega. Actúa a dos niveles: de dos a tres milímetros, si el uso es más superficial, y entre seis y ocho milímetros, si llega hasta el músculo. En ambos casos, dura entre cuatro y seis meses.

– Por qué esa profundidad. «Cuando aplicamos el bótox a nivel superficial intentamos mejorar el aspecto de la piel; se consigue un rostro más natural y armónico», explica la doctora Beatriz Beltrán, del Instituto Javier de Benito. «Las infiltraciones más profundas llegan hasta el músculo porque lo que se intenta es relajarlo, no paralizarlo». 

– ¿Y si se usa mal? Párpado caído, boca torcida, sonrisa extraña… Errar el lugar del pinchazo puede provocar que se relajen músculos importantes, como los que mueven los ojos o los labios. El efecto es el contrario al deseado: se desequilibra la expresión. «Eso sí, bien aplicado, es el tratamiento antiarrugas más efectivo del mercado», concluye la experta.

LUZ PULSADA

– Hasta dónde llega. Hasta la epidermis y la dermis alta. Penetra entre uno y tres milímetros. 

– Por qué esa profundidad. Se trata de un láser muy común que se emplea, en la mayoría de los casos, para la depilación, por lo que tiene que ser capaz de llegar hasta la raíz del pelo. «Trabaja a esta distancia porque, por las características de la longitud de onda de la luz pulsada, es ahí donde se absorbe la energía que produce», explica el dermatólogo Pablo Lázaro, jefe de Servicio del Hospital La Zarzuela.

– ¿Y si se usa mal? Es la máquina la que determina a qué distancia hay que trabajar. Es raro que aparezcan efectos secundarios más allá de un ligero enrojecimiento o algunas pequeñas costras muy superficiales varios días después.

RADIOFRECUENCIA

– Hasta dónde llega. En el rostro, los equipos que utilizan las esteticistas suelen llegar hasta los tres milímetros, mientras que los que emplean los médicos alcanzan los cinco e incluso los siete milímetros. En el cuerpo, penetran un poco más y llegan a un nivel situado cerca de los 10 milímetros.

– Por qué esa profundidad. La radiofrecuencia produce un calentamiento sobre la piel que actúa sobre las fibras de colágeno y estimula su creación. Además, provoca un efecto de tensado de la piel. Los instrumentos que se emplean en las cabinas de estética se quedan muy en la superficie, por lo que solo estimulan el colágeno más superficial. «Los equipos de radiofrecuencia de uso médico se dirigen a las zonas de la dermis profunda, que es donde hay más colágeno y elastina y donde pueden ser más eficaces. Consiguen retraer la piel y mejorar de forma notable la flacidez», explica la doctora Elvira Ródenas, presidenta de la Asociación de Medicina Estética y Cosmética del Colegio de Médicos de Madrid.

– ¿Y si se usa mal? Aunque las máquinas de última generación minimizan la posibilidad de equivocaciones, muchas veces el error es humano. Un exceso de calor aplicado sobre la piel puede provocar un enrojecimiento o un edema, ambos transitorios. También hay que tener en cuenta, antes de someterse a radiofrecuencia, que no es un tratamiento recomendable si se llevan rellenos no permanentes. El calor hace que se acorte notablemente su duración.

RELLENOS

– Hasta dónde llega. Hasta la zona más profunda que se alcanza con una aguja: bajo los músculos o encima del hueso. Las herramientas para aplicarlos también varían: cuanto más denso sea el producto, más profundo será el pinchazo y más gruesa la jeringa.

– Por qué esa profundidad. El nivel depende del objetivo. «Para corregir arrugas, se realiza un pinchazo subdérmico; si se busca volumen, se requiere uno más profundo», explica el cirujano Javier Mato Ansorena. Para suavizar el surco nasogeniano se aplica un relleno de ácido hialurónico más denso que requiere un pinchazo subdérmico profundo. Para aumentar pómulos, la incisión requiere inmersión a nivel óseo.

– ¿Y si se hace mal? Desde hematoma a infecciones y complicaciones mayores. Y hay peligro de que se inyecte el producto en un vaso sanguíneo.

LÁSER

– Hasta dónde llega. Entre uno y 1o milímetros. Según el tipo de láser.

– Por qué esa profundidad. «Existen tantas diferencias entre los láseres que hay en el mercado, que no se puede generalizar», explica el cirujano Javier Mato Ansorena. Desde los ablativos a los fraccionados, la oferta de láseres es muy amplia, pero todos comparten el fin de eliminar el objetivo que tienen designado, y que puede ser desde una mancha superficial hasta una cicatriz profunda en la piel, pasando por un tatuaje, que se sitúa a un nivel intermedio. 

– ¿Y si se usa mal? «Los riesgos se producen, sobre todo, con los láseres de gran alcance, que pueden causar daños severos y permanentes. De ahí la importancia de que el tratamiento lo realice un especialista entrenado», explica el cirujano.

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