El día que aprendí (por fin) a customizar mis vaqueros

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Personalizar tus vaqueros, tan fácil como coser y cantar.

DIY: tres letras que aglutinan toda suerte de manualidades aplicadas a la moda, la gastronomía, la decoración, la belleza o cualquier disciplina que se presente a que seas tú el que ‘se lo guise y se lo coma’. La tendencia de ‘hacerlo tú mismo’ (sobra decir a estas alturas que el acrónimo proviene de la expresión en inglés Do it yourself) se ha convertido en un fenómeno global que recupera el gusto por hacer las cosas a mano y el deseo por poseer piezas únicas, diferentes a las que el resto del mundo pueda comprar en una tienda. Además, el consiguiente ahorro que suele implicar que seas tú el que se ‘manche’ las manos en lugar de pagar a otro para que lo haga por ti, ha propiciado su consolidación en un momento en el que toca apretarse el cinturón.

La moda se ha enamorado rápida y profundamente de la cultura DIY. Hacer punto, remendar prendas, personalizarlas o convertirlas en otra cosa totalmente diferente, lejos de ser una tarea de abuela, es uno de los quehaceres de las más ávidas consumidoras de tendencias. Esto ha propiciado la aparición de toda clase de libros, publicaciones, blogs, tutoriales y videotutoriales que desgranan los pormenores de teñir un vestido o convertir un vaquero largo en uno tipo short.

Puesto que no soy ni de las que se atreven a teñirse el pelo sin ayuda de un profesional ni de las que saben hacer maravillas en la cocina, decidí iniciarme en el mundo de las manualidades experimentando con la ropa. Un par de tutoriales, unos vaqueros (viejos), tijeras afiladas y… ¡tachán! Desastre. Aquella puñalada amorfa que le asesté a mis vaqueros a la altura de la rodilla, no se podía considerar ni customización, ni DIY, ni nada. De hecho no ser merecía ver la luz a menos que quisiera que me preguntasen si había sido víctima de un ‘tropezón tonto’.

Pero vayamos al asunto. Tras otros (y múltiples) intentos fallidos y, tras culpabilizarme por no haber puesto más atención a las clases de costura ‘de supervivencia’ que me daba mi abuela, puedo decir que he conseguido personalizar mis vaqueros.

La magia se produjo en un taller impartido por tres expertos en customización de la marca Levi’s. He de confesar que al principio me temblaba el pulso con tan solo imaginar que iba a tener que reproducir alguna de las nociones que nos estaban explicando. Pero, animada al advertir que lo que tenía ante mí era solamente una muestra de tejido y no el icónico 501 al completo, mi pulso se fue relajando y la tarea se hizo tan sencilla como coser y cantar.

Levi's propone que vivas tus prendas y las hagas tuyas.
Levi’s propone que vivas tus prendas y las hagas tuyas.

Fueron tres las nociones que me resultaron más útiles y sencillas. Y cualquiera puede replicarlas:

1. Hacer un roto con gracia. Como os he contado, siempre había querido saber cómo se hacen esos desgastados-deshilachados tan monos que actualizan cualquiera de los vaqueros que descansan muertos de risa (o de pena) en el fondo del armario. Yo había intentado darle a la lija y al cúter sin éxito. Y aunque no iba desencaminada, no había conseguido tocar la tecla.

Los pasos correctos que, por fin, aprendí son los siguientes:

– Hacer un par de cortes transversales al vaquero con ayuda del cúter.
– Desdibujar las rajas lijando un poco el tejido para que quede deshilachado.
Entresacar los hilos oscuros con ayuda de unos alicates o unas pinzas (sí, las de depilar sirven) para que predominen los blancos.

Para muestra un botón:

OhKanye

2. Reforzar el roto para que no pierda la gracia. Todos sabemos que con las prisas y el sueño propios de las siete de la mañana, es bastante común no atinar al meter el pie por la pernera en el primer intento. Cuando acabas con media pierna en el interior de ese agujero tan chulo que decoraba tu rodilla, puede que haya llegado el momento de arreglar el estropicio.

La solución pasa por poner un trozo de tela que cubra el agujero y le dé un toque de color inesperado. Si, al igual que yo, precisas de una solución apta para Dummies que no incluya agujas ni, mucho menos, máquinas de coser, lo único que necesitas es tela adhesiva y una plancha. El procedimiento es fácil: pones el retal justo detrás del roto y lo fijas con ayuda de la tela adhesiva y el calor de la plancha (sin vapor). Listo. Fácil. Rápido. Lo conseguí a la primera.

3. Darle a la aguja sin miedo. Llegó el momento de pasar a un nivel superior. Hacía años que no utilizaba una aguja para algo que no fuera darle dos puntadas mal dadas a un botón a punto de caerse. Sin embargo, conseguí hacer un diseño bastante apañado a base de pespuntes de colores. Como nos explicaron los expertos de Levi’s, conviene marcar el trazo con una tiza para ropa pero tampoco hay que seguirlo con precisión matemática (menos mal). La gracia de esto es que la prenda respire por los cuatro costados que eres tú el creador del adorno y que nada viene de fábrica. Triángulos, líneas rectas, combinación de varios colores… todo vale.

Aunque sería osado decir que soy una experta en manualidades textiles por ser capaz de aplicar estas técnicas sin echar a perder mis vaqueros en el camino, es cierto que este taller fue una buena forma de perder el miedo a conseguir unos jeans que parezcan más vividos, con historia y que tengan mi toque personal. No puedo omitir, para ser honesta, que el hecho de que la clase transcurriese en un entorno de ensueño en el que no faltaron las meriendas alrededor de una chimenea decorada al más puro estilo americano ni los paseos a caballo por la sierra, pudo influir en que calase hondo en mí el espíritu DIY. Pero eso es otra historia.

Con un 'kit' más pequeño que este, también te apañas.
Para los más atrevidos, pintura para tela o parches de distintas formas y colores.