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¿Son las mujeres más propensas a la bisexualidad que los hombres?

Dos estudios demuestran que sí, mientras los expertos reconocen que salen más bisexuales mujeres del armario que hombres.

megan fox
Getty

Siendo la sexualidad femenina más compleja que la masculina, no es de extrañar que las mujeres sean mejores candidatas a la hora de abrazar la más difícil de las orientaciones sexuales posibles, la de la bisexualidad. Esto es al menos lo que acaba de descubrir un estudio que se ha realizado en la University of Notre Dame, en Indiana, EEUU, y que ha sido pilotado por la socióloga Elizabeth McClintock. La conclusión que se desprende de este trabajo es que los hombres se sienten menos atraídos por los dos sexos, mientras que las mujeres son más propensas a admitir conductas bisexuales. El estudio entrevistó a 5.018 chicas y 4.191 chicos de diferentes edades, desde la adolescencia hasta la juventud, a los que se les pedía que se situaran en una escala que iba desde un cien por cien heterosexual hasta un cien por cien homosexual.

A la hora de buscar una explicación a esta mayor conexión entre el género femenino y la bisexualidad, McClintock habla de la sexualidad más flexible de las mujeres, en la que los afectos, y no el género, parecen llevar la voz cantante. Aunque puntualiza: “La gran importancia de los factores ambientales y las experiencias a la hora de construir una identidad sexual”.

Claro que si vamos a hablar de bisexualidad hay que mencionar el estudio llevado a cabo por Meredith Chieves, una investigadora del Center for Addiction and Mental Health de la University of Toronto, EEUU. Un experimento en el que se enseñaba a los participantes videos de hombres y mujeres desnudos en situaciones sexuales y no sexuales, mientras se les monitoreaban sus genitales para comprobar el grado de excitación que alcanzaban. La sorpresa fue que el nivel de interés erótico de las mujeres heterosexuales al ver hombres desnudos, paseando en la playa, era el mismo que cuando veían un paisaje nevado de los Himalayas; pero su sangre fluía con más fuerza cuando aparecía una mujer desnuda haciendo ejercicio. Chieves llegó a la conclusión de que “no era el género, ni el actor lo que, a ellas, les subía la temperatura erótica, sino el grado de sensualidad de los vídeos”, que iba aumentando con masturbaciones y parejas haciendo el amor, independientemente del sexo de los protagonistas. Muchas incluso experimentaron síntomas de excitación al ver vídeos de bonobos o chimpancés en actitud erótica, cosa que no pasaba con los hombres. La aparente flexibilidad de las chicas en cuanto a los géneros se tradujo, según Chieves, en “un mayor potencial para la bisexualidad en mujeres que en hombres”.

Delfina Mieville es sexóloga, socióloga y especialista en género y derechos humanos. En su libro Vértigo y sexualidades (Agrupación Ateneísta Clara Campoamor) dedica un apartado a la bisexualidad, que ha estudiado a fondo. Mieville se pregunta en su obra qué es lo que más importa en las relaciones: ¿la identidad sexual o el género?, y acaba concediendo más autoridad a éste último, porque según ella misma reconoce, “el género es el que te dice lo que puedes o no puedes desear. Por ejemplo si eres mujer, será visto como raro que quisieras penetrar a un hombre”.

Delfina cree también en esa mayor conexión entre el género femenino y la bisexualidad, “hay gente que se define por el ‘hacer’ y hay otros que lo hacen más por el ‘ser’. Las mujeres encajamos mejor en el primer grupo, mientras que los hombres tienen una identidad más fuerte, que deben preservar, ya sea como heterosexuales o como homosexuales, pero el hombre siente que no debe perder su esencia. Por otro lado, nosotras tenemos una sexualidad más líquida, más maleable y más desarrollada entorno a la afectividad, lo que hace que la relación tenga predominancia sobre la persona. Las mujeres se abrazan, se tocan, manifiestan mejor sus sentimientos, mientras ellos se limitan a darse golpes o palmadas en los vestuarios. Nosotras hemos tenido una educación menos genital y más afectiva que el sexo opuesto. Culturalmente, las relaciones sexuales entre mujeres –aunque hayan estado igual de penadas que las de los hombres– han podido pasar más desapercibidas. En parte porque contribuyen a alimentar una legendaria fantasía masculina –ver a dos mujeres enrollándose–, y en parte porque a las relaciones sexuales femeninas siempre se las ha infantilizado, para quitarle su verdadera importancia y peso. Recuerdo un póster en apoyo a las mujeres homosexuales cuyo eslogan era: ‘No somos amigas, nos comemos el coño’. Es fuerte pero es necesario. A veces parece que si no hay pene no hay sexo –o poco, o menos–; y eso desde la sexología ya es un error conceptual”.

El gran problema de la bisexualidad es que casi nadie parece entenderla y, por lo tanto, lo que sucede es que se ignora. Resulta curioso como las siglas LGTB que designan al colectivo de todos aquellos que escapan al ortodoxo concepto de heterosexualidad, no incorporaran la B, de bisexuales, hasta el 2007. “La bisexualidad no es visible”, comenta Delfina, “porque si ves a dos mujeres piensas que son lesbianas y si ves a una mujer con un hombre interpretas que es una pareja hetero”.

Si descartamos esos momentos de “bisexualidad chic”, con los que algunas famosas nos han deleitado, especialmente al público masculino, –beso de Madonna y Britney Spears–, la sociedad no está todavía preparada para aceptar y entender a los bisexuales. Por eso, cuando se le pregunta a alguien de este colectivo sobre su reivindicación más urgente, como es el caso de Rodrigo, 28 años, afincado en Madrid y actual coordinador del Grupo de Bisexuales de COGAM, la respuesta es automática, “que sepan que existimos”.  

Britney Spears y Madonna besándose bajo la atenta mirada de Christina Aguilera.

Además de existir, los bisexuales se enfrentan a numerosas etiquetas que, aún sin comprenderlos muy bien, la gente gusta de colgarles, como adornos a un árbol de navidad. Mientras los homosexuales tienden a verlos como cobardes, sin el valor suficiente para salir del armario completamente, sino solo a medias; los heteros los ven como unos frescos que han elegido situarse en el paraíso fiscal del sexo. Con innumerables beneficios como ligar con los dos géneros, poder hacer tríos fácilmente y ser promiscuos. Aunque hay un impuesto al que no pueden escaparse, el de la confusión mental que les perseguirá a lo largo de toda su existencia.

Esperanza, 38 años, de Pamplona, pero viviendo en Madrid, es una de esas personas que ha soportado todos esos falsos estereotipos que adornan el calificativo bisexual. “El que más me molesta de todos es el paternalista de ‘a ver si te aclaras de una vez”. Esperanza fue presidenta de COGAM, creó el Grupo de Bisexuales de esta organización en el 2008, y apunta, orgullosa, que también es vocal vecino de Ahora Madrid en el barrio de Chueca. Si la bisexualidad no es entendida hoy, mucho menos hace algunos años, cuando Esperanza tenía 18, lo que hizo que su salida del armario fuera en dos etapas, algo bastante común entre los bisexuales de su generación. “Cuando descubrí que me gustaban las chicas, se lo comenté a mi madre, que recuerdo que me dijo: “pues igual no lo eres, porque a lo mejor te gustan también los chicos”. Años más tarde la profecía se cumplió y la reacción de mi padre fue ponerse muy contento porque dijo “ahora si que puedo tener nietos”. Esperanza ha vivido en primera persona la discriminación de algunos elementos del colectivo de lesbianas, aunque reconoce que para muchos hombres heteros tener una novia bisexual es ganar el premio gordo de la lotería. “Conozco a algunas amigas bisexuales que tienen como pareja a un hombre hetero y que no le confiesan su orientación sexual por miedo a que la empiecen a hacer demandas sexuales, como hacer tríos y demás. Es fácil camuflar la bisexualidad, si se quiere. De hecho, la historia ha escondido a muchos personajes con esta tendencia, o han sido adoptados por los gays y las lesbianas como Oscar Wilde, icono homosexual pero que últimamente se dice que en realidad era bisexual”.

Freddie Mercury, Marlon Brando, Greta Garbo, Montgomery Clift, Joan Crawford, Lord Byron y el excelente actor Alan Cumming, han sido personajes reclamados por el bando homo, pero que ahora se les recupera como bisexuales. El propio Cumming ha aclarado en alguna ocasión su atracción por los dos sexos. En el 2003 declaró a Instinct Magazine, “tengo un saludable apetito sexual y una saludable imaginación. Me defino como bisexual. Aunque ahora esté viviendo con un hombre, todavía me siento atraído por las mujeres”. La salida del armario de celebrities bisexuales, aunque no muy corriente, contribuye a desestigmatizar a este colectivo. Megan Fox, declaraba a Esquire en el 2011: “No hay ninguna duda en mi cabeza de que soy bisexual”; algo que David Bowie ya había admitido en una entrevista a Playboy en 1976, “es verdad, soy bisexual, pero no se puede decir que no haya sacado provecho de ello. Supongo que es lo mejor que me ha pasado nunca”. La Angelina Jolie de los primeros años reconocía sin problemas su orientación sexual, según contaba a OK Magazine, “he amado a mujeres y he dormido con ellas. Si tu quieres a una mujer y buscas darle placer, ser del mismo género contribuye a que sepas como hacer las cosas”. Drew Barrymore salió públicamente del armario en una entrevista a Contact Magazine, en 2003, “¿Qué si me gustan sexualmente las mujeres? Sí, totalmente. Siempre me he considerado bisexual. Amo el cuerpo femenino. Creo que dos mujeres juntas es algo bello, tanto como un hombre y una mujer”.   Mientras la pelirroja de Sexo en Nueva York, Cynthia Nixon, matizaba al The Daily beast en el 2012: “No saco mucho la palabra bisexual porque a nadie le gustan los bisexuales. Todo el mundo quiere echar por tierra a los bisexuales. No se nos respeta”.

La mayor presencia de testimonios femeninos no es aleatoria, sino que responde a la realidad confirmada por Esperanza y por Delfina de que las mujeres bisexuales tienden a salir más del armario que los hombres.

Como recoge un artículo de la revista Chueca.com, según un informe titulado Where We Are on TV, que publica anualmente el observatorio de medios Gay & Lesbian Alliance Against Defamation (GLAAD), en EEUU, la representación de la bisexualidad ha crecido en la televisión con un notable ascenso de los personajes masculinos. No obstante, en muchos de estos personajes todavía aparecen los estereotipos más caducos y peligrosos sobre la bisexualidad.

Rodrigo corresponde ya a las nuevas generaciones de bisexuales que, con más información, salen del armario directamente, en una sola fase. “Cuando vine a estudiar a Madrid descubrí que también me atraían los hombres, aunque he de reconocer que en la comunidad gay hay una cierta vaginofobia, que no acaba de entender la postura bisexual y que la interpreta como un estadio antes de asumir la homosexualidad. Algo que también les pasa a las chicas bisexuales con las lesbianas. En cuanto a mis relaciones con el otro sexo a la hora de salir del armario, particularmente hubo bastante comprensión por parte de mis ex parejas mujeres, aunque no siempre es así. Lo más normal es que piensen que se estaban acostando con un gay o que, si estás con una chica y le cuentas que eres bisexual, le entre miedo porque piense que la vas a dejar por un hombre”, comenta Rodrigo.

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