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4 técnicas para mejorar tu sexualidad en 2017

Desde las más novedosas y pioneras hasta la más antigua, todas destinadas a exaltar las sensaciones, aparcar la mente, conectar con las fantasías y dejarse llevar.

THE HANDMAIDEN, (aka AH-GA-SSI), KIM Min-hee (left), 2016. © Amazon Studios /Courtesy Everett
Cordon Press (Everett Collection / Everett Col)

1. Escribir cartas a tu vagina, clítoris o pene.

“Querido pene: Bueno, para empezar, decirte que no es habitual que te escriba. Ya sabes que desde hace cosa de un año y medio nuestra relación ha ido deteriorándose, a raíz de que me putearas con todas las chicas con las que hemos estado desde entonces. De hecho, hay que decir que nunca nos hemos llevado del todo bien, desde que a nuestros 14 años me di cuenta de que tu ibas al ritmo que te daba la gana y yo no podía hacer más que ir a remolque tuyo. Desde entonces siento una gran preocupación por lo que a tu actividad física respecta, ya que nunca has sido corredor de largas distancias, sino especialista en las cortas. Aún así, parecía que habíamos aprendido a convivir de una manera relativamente sana, aunque siempre obligándome a usar mi capacidad creativa para salir de las situaciones que se nos iban presentando. ¡Y qué situaciones! Realmente hemos disfrutado juntos. Pero, tío, me pregunto por qué coño -y valga el sentido literal de la palabra- no me has echado un cable después de esa difícil despedida con aquella persona con la que compartimos un tiempo importante de nuestras vidas. Precisamente ahora más que nunca es cuando necesito que te comportes como sabes que puedes hacerlo. Podríamos vivir momentos de placer increíbles y, ¡mamonazo!, no nos dejas”.

La carta, escrita por un chico con eyaculación precoz, continúa reprochándole a su miembro esa prisa maldita que acaba por aguar todas las fiestas, aunque termina con una amigable invitación a que cambie su afición por los sprints a la practica del maratón, mucho más saludable.

Carme Sánchez, psicóloga clínica con master en sexología y codirectora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, incorpora a sus tratamientos el poder de la escritura terapéutica. “Expresar en palabras lo que uno siente ayuda mucho a reflexionar, profundizar, organizar y entender lo que nos pasa, así como a poner fin a la cadena de pensamientos rumiantes”, afirma Sánchez. “Generalmente, los pacientes vomitan todo el primer día pero después continúan insistiendo en los mismos aspectos del problema. Poner la problemática por escrito ayuda a centrarse más y, por lo tanto, a acortar la terapia”.

Las mujeres que no experimentan orgasmos pueden cartearse con su clítoris, las que padecen de vaginismo con su vagina, los que tienen problemas de eyaculación con su pene, aquellos que no se atreven a llevar a la practica sus fantasías, pueden empezar primero por plasmarlas en el papel; los que han sufrido una ruptura de pareja pueden decir por escrito todo lo que no se atrevieron a expresar cara a cara y los descontentos en la cama pueden hacer un listado con las cosas que le gustaría que alguien les hiciera. “A veces se trata de hacer guiones del papel que nos gustaría representar, de hacerse amigo/a de nuestros genitales –a los que hemos tenido tanto tiempo olvidados–, o de despedirse de algo o de alguien”, apunta Carme, “aquí no hay censura y se admite todo, desde insultos a palabrotas. Las únicas reglas son: que la carta acabe en positivo, con el ánimo de buscar una solución o de dejar marchar, y que se escriba en el idioma materno, el del alma”.

“Al principio, la gente pone todo tipo de excusas –no se me da bien escribir, me da vergüenza, no tengo imaginación para estas cosa–, pero luego ellos mismos se sorprenden con los resultados”, señala esta psicóloga. Y la vagina o el pene siempre contestan. No por escrito, pero contestan.

2. Equinoterapia, ¿puede un caballo mejorar tu sexualidad?

Imagino la mente de muchos formulando ya un chiste fácil sobre la emperatriz rusa Catalina La Grande y su ‘afición’ a los caballos. Pero la cosa no va por ahí. Dentro de la zooterapia, estos nobles animales se perfilan como los ideales para trabajar con adolescentes problemáticos o personas con traumas emocionales. Según Alba Doncel, terapeuta ecuestre de la Asociación de Zooterapia de Extremadura, “la relación con el caballo es más intensa que con otro animal porque se puede montar y estar en contacto físico con él, notar su tacto y temperatura. Los caballos dan seguridad, ya que domarlos y guiarlos requiere de un aprendizaje y cierto grado de confianza en ellos. Pero, además, cuando alguien establece una relación con un animal, es probable que luego se anime a hacerlo con otra persona, por eso sirven de puente, nos reconcilian con el género humano”.

Algunos piensan que estos beneficios pueden llevarse al campo de la sexualidad y la equinoterapia en sexología es una disciplina totalmente nueva, en la que España es pionera a nivel mundial.

Mª Ángeles Castillo, psicóloga y sexóloga utiliza e investiga este camino junto a su equipo y al médico, psicólogo y sexólogo, Francisco Cabello, en Benalmádena, Málaga. “El cortejo del caballo tiene una mezcla de atracción y miedo al rechazo; hay celos y afán de posesión, ya que el caballo esconde los excrementos de la yegua que le gusta para que otros machos no perciban su olor».

Según esta sexóloga, el 98% de las disfunciones orgásmicas tienen un fondo psicológico, la imposibilidad de lograr el abandono y sumergirse en el mundo de los sentidos. Su tesis es que si una persona logra relajarse y dejarse llevar sobre un caballo -animal imponente y que suele intimidar mucho a los no habituados a la monta-, hacerlo con otra persona puede resultar ya algo más fácil. “A mayor miedo inicial, mayor desinhibición conseguiremos, una vez que hayamos logrado ser uno solo sobre el caballo”, asegura Castillo. La terapia incluye una serie de ejercicios que van desde el acercamiento al animal, monta, relajación sobre el caballo y desinhibición; y el movimiento de caderas, que es consustancial al hecho de ir encima de un caballo, favorece la excitación genital. De ahí la legendaria relación erótica con la monta, acrecentada por la leyenda de Lady Godiva y la animadversión de las mujeres victorianas a que las jóvenes practicaran este deporte.

3. Profundizar en el ‘autocoñocimiento’

Así como los hombres parecen mantener una buena relación con sus genitales –los ven cada día y los exhiben en los baños públicos -, las mujeres no logran estrechar esos lazos con sus vaginas o vulvas. Es más, muchas todavía creen que la madre naturaleza se olvidó del diseño a la hora de crear los genitales femeninos y, la mayoría solo nos los vemos -con un espejo- cuando presentan picores, rojeces o molestias. Es decir, por razones médicas, nunca placenteras.

Con la moda de la depilación integral está también el sector que se ha pasado al lado opuesto y que desarrolla una obsesión por que su abertura tenga una forma estéticamente correcta cuando no hay ninguna, ya que no hay dos iguales.

Estéticas aparte, el perfecto conocimiento de la genitalidad femenina es una asignatura pendiente, y me temo que no solo entre las adolescentes, muchas de las cuales son incapaces de situar en el mapa de la entrepierna los lugares exactos donde se sitúan la vagina, el clítoris y el agujerito por donde orinamos. De hecho, no es raro que este último punto lo localicen dentro de la vagina o en el órgano del placer; pero para remediar esta ignorancia han nacido los talleres de autocoñocimiento, nada nuevo en el mundo pero relativamente reciente en nuestro país.

Gloria Arancibia es psicóloga y sexóloga, autora de dos libros –Placer y sexo en la mujer y Vaginismo y coito doloroso (Biblioteca Nueva)- y organiza talleres con el sugerente título de Todo sobre nuestra vulva que se imparten en cuatro días y cuestan 90 €. Gloria lleva ya 15 años trabajando con la sexualidad femenina y desde sus inicios se dio cuenta de que uno de los problemas básicos en este campo era el desconocimiento de la mujer respecto a su genitalidad. De ahí que empezara a hacer talleres centrados en este aspecto. “En estos cursos hablamos del tratamiento que han tenido los genitales femeninos a lo largo de la historia, de cómo casi siempre han estado ocultos, y no me refiero a cuestiones anatómicas. El primer día regalo a cada mujer un espejito para que se vean en casa y luego hagan un dibujo de sus partes -la mayoría todavía se muestra reticente a hacer esto en la clase–, hay unas nociones básicas de masturbación, ejercicios para hacer y muchas cosas más”, apunta esta psicóloga que reconoce que a sus clases se apuntan mujeres de todas las edades. “He oído de todo, pero lo más grave es que si ellas mismas no conocen bien su anatomía ni sus mecanismos de placer, ¿cómo esperan que su pareja los descubra?”.

4. Mimar tu libido con el masaje tántrico.

La falta de deseo es uno de los problemas más recurrentes en las consultas de sexología. La libido, ese instinto tan básico hace tiempo que ha dejado de serlo para convertirse en una cualidad etérea, intangible, casi fantástica, y reanimarla no es siempre tarea fácil.

Una vez puesta a prueba toda la juguetería erótica y la lencería, la mayoría de los expertos apuestan por volver a lo básico, el tacto, sin necesidad de siete velocidades de vibración ni de efectos rotatorios. “Centrarse en el cuerpo y olvidar por una hora la cabeza es el primer paso para conectar con esa energía que puede estar dormida, pero que todos llevamos dentro”, apunta Munindra, entrenador de tantra yoga y masajista tántrico.

Según este experto, “hay dos aspectos del masaje tántrico muy adecuados para potenciar la sensualidad. La descentralización, ya que se trata todo el cuerpo y no solo las zonas genitales, lo que fomenta primero la sensualidad. Así cuando se llega a la zona genital, que también se masajea, hay ya una elevada carga erótica que amplifica las sensaciones. Otro aspecto importante es que la persona que recibe un masaje está liberada de la tarea o presión de hacer sentir algo a la pareja, tan común en la relación sexual. Aquí uno se abandona a la experiencia de sentir sin ningún tipo de expectativas o evaluaciones posteriores”.

“La diferencia entre un masaje tántrico y otro cualquiera con final feliz es que el primero requiere de una técnica especial y va dirigido a los sentidos –de hecho, es muy importante el olor, la música o el ambiente de la sala-, porque a través de éstos se fomenta la sensualidad, que es prima hermana de la sexualidad”, afirma Munindra.

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