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Por qué abrimos la puerta al desorden

La tendencia en interiorismo son las casas revueltas. O algo parecido. Analizamos las razones.

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Sólo que ver los locales minimalistas que  surgieron como setas hace algo más de una década. Han envejecido mal. No sólo porque la mayoría entendió mal el espíritu zen y confundió la simplicidad con la racanería creativa. Porque además, las preferencias estéticas han cambiado.  Restaurantes, hoteles y publicaciones de interiorismo han desechado los espacios inmaculados para dejar paso a los cachivaches, la imperfección. Lo ligeramente desordenado. Como prueba, pensemos en las butacas gastadas o sillas desparejadas con las que nos hemos topado últimamente: probablemente más que con sofás blancos y ultramodernos.

Desorden en la red

Desde en la década de los noventa  Ilse Crawford mostró estancias encantadoramente revueltas en Elle Deco, el mundo del interiorismo ha aprendido a amar los trastos. La aparición de blogs como The Selby, obra de un fotógrafo que trabaja sin estilista que coloque cojines traídos de tiendas o agrupe los libros por colores, puso énfasis en la cotidianeidad. «Si voy a fotografiar una casa y todavía veo restos de la fiesta de la noche anterior, eso me dice que ahí se vive de una  manera y da igual quién lo vea. Me parece algo muy respetable», contesta Todd Selby desde Nueva York. 

El formato digital y la consiguiente libertad de espacio han hecho que conozcamos al dedillo la colección de ciervos de cerámica de una estilista neozelandesa o comprobemos lo vagos que son en algunas ciudades para poner la lavadora. «Las casas estilosamente desordenadas son las mejores para fotografiar» confirma el fotógrafo «Por el contrario, una casa muy ordenada te hace pensar que la persona allí viviendo es un poco obsesiva compulsiva.» ¿Alguna regla para retratar el caos? «Siempre disparar lo que me lo encuentre»

Todd Selby en la presentación de su libro

Getty

La revista de culto Apartamento, publicada entre Barcelona y Milán, es una de las pioneras de este interiorismo realista. La publicación retrata hogares en lugares poco convencionales y muestra tantas estanterías Billy de Ikea como sillas Eames. Y sobre todo, no hay pies de fotos informando dónde comprar tal o cual artículo. “Cuando Apartamento nació en 2007 nos ubicaron como el hermano rebelde de las revistas de interiorismo, pero por fortuna o desgracia, lo que nos gusta mostrar es gente en espacios, no simplemente espacios” contestan por email desde su redacción “Es ahí donde nuestro lenguaje cobra sentido”

Para Nacho Alegre y Omar Sosa, directores de Apartamento, el caos controlado es una extensión de la personalidad. “No buscamos el desorden. Lo encontramos a través de nuestras fotografías o de los propios textos (que también ocultan su parcela de desorden) cuando intentamos reflejar la personalidad de personajes influyentes en el pensamiento creativo y artístico. Hasta la fecha, en las páginas de las revistas de interiorismo salían casas perfectamente puestas, con flores bien arregladas. Un mundo en el cual no existen platos sucios en el fregadero o montañas de revistas de hace mil años. ¿Donde está el rastro vital de quien vive allí? ¿No se aporta información sobre el espacio y su habitabilidad la interacción del hombre? Por suerte nadie vive en este mundo estéril.”

Una de las páginas del último número de Apartamento

Salir a comer al salón de casa

Los lugares de ocio también se han apuntado a la tendencia. Algunos ejemplos de la corriente son el restaurante Dérriere en París, o de manera más extrema, locales londinenses con ambiente de fiesta Erasmus donde los cócteles se sirven en jarras de mermelada (fabricadas intencionadamente) o en los que animan a llevar tus propios vinilos. Desde Apartamento, argumentan que es una manera eficaz de hacer que el cliente se sienta cómodo: “La comunicación de la personalidad a través de lo que venimos llamando desorden transmite (si se hace bien) identidad y autenticidad, dos elementos que ayudan a tiendas cafés o restaurantes a sentirse más próximo emocionalmente a sus clientes. Vivimos la era de la emotividad, en la que la búsqueda de lo autentico y diferente tiene un papel protagonista”

Uno de los números de la revista Apartamento

El propósito de Belén Moreu y Clara Muñoz Rojas, es conseguir esa elusiva cualidad de lo acogedor  en estructuras temporales. Con su empresa, Rent a Garden, realizan instalaciones y montajes perecederos que convierten en escenarios reales. Influidas por la filosofía Arts and Crafts, en el aspecto de la recuperación de lo humano sobre la máquina, también fabrican sus propios muebles. “Creemos que este desorden controlado es la única manera de transmitir calidez” comentan justo después de terminar su último proyecto, una fiesta campestre  “Es lo que da alma a un lugar o un espacio. Nuestro trabajo consiste en construir en siete horas esa sensación. Buscamos crear un mundo surrealista y lleno de sentido del humor pero a la vez natural y cercano. Donde uno se sienta parte de la  escenografía”. Como truco para que resulte fotogénico, las chicas de Rent a Garden aconsejan “jugar bien con los colores y crear un equilibrio.”

Belén y Clara de Rent a Garden montando una de sus instalaciones

Mar Aldaz

Haz el favor de arreglar tu cuarto

No importa lo que lleve o lo que deje de llevar, que siempre nos acordaremos de esa voz que nos repetía que recogiésemos nuestros cuartos. ¿Tenían algo de razón las broncas maternas? ¿Denota esta nueva pasión por el abigarramiento un pensamiento difuso o falta de concentración? Rubén Moreno, de Centro Psicólogos de Madrid, no lo cree. “Lo minimalista sosiega pero puede llegar a inhibir. El desorden, en dosis adecuadas y con atención a la limpieza no tiene porqué generar ningún problema. Más bien al contrario, nos invita al disfrute. Las personas con casas vividas probablemente serán menos dogmáticas, más flexibles en sus planteamientos vitales y tolerarán mejor los inconvenientes de la vida. El problema radicaría cuando dejas de atender tu casa completamente y ya no sabes ni dónde has puesto las cosas.” Resumiendo: parar antes de que los de Callejeros llamen al telefonillo.

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