_
_
_
_
_

#Nosomosvasijasnidecidimos, por Núria Ribó

¿No es muy atrevido decir que las madres subrogadas lo hacen solo por dinero?

Vientre de alquilar

Sé que me meto en un berenjenal. El debate se lo merece. Me refiero a la maternidad subrogada (MS). O gestación por sustitución, como puntualiza la doctora María Casado, directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona. Por respeto a las mujeres implicadas en el proceso no hablo de vasijas humanas o vientres de alquiler, términos que utiliza el manifiesto contra las madres de alquiler No somos vasijas, liderado por Victoria Camps y Amelia Valcárcel, catedráticas de Filosofía Moral.

Las firmantes consideran que la MS niega a las féminas el derecho a decidir durante el embarazo así como el supuesto altruismo de las madres subrogadas. Denuncian la cosificación del cuerpo de la mujer. Critican que las desigualdades sociales conviertan la MS en un negocio que somete a las mujeres a un control sexual como los que quieren regular la prostitución. Sus argumentos contra la regulación son de peso y coincido en líneas generales. Pero con disidencias y matizaciones que he compartido antes con expertas en Bioética y con mujeres de diferentes edades que me han ayudado a medir tanta complejidad, dado que la mezcla de derechos, emociones, ética y libertad configura un debate espinoso, como todos los que enfrentan los avances científicos y la ética.

La complejidad la demuestran los pocos países que han legalizado la MS –EE UU, India y Rusia, mediante transacción económica; Reino Unido, Dinamarca, Canadá y Brasil, donde solo está permitida altruistamente–, y los países que la prohíben, como la mayoría de los europeos, incluido España. Mis disidencias tienen un punto de partida: la libertad individual de la mujer. He defendido siempre que somos libres para hacer con nuestro cuerpo lo que queramos. Sin coacciones ni chantajes económicos o emocionales. Sin el paternalismo naftalínico que a veces respira algún sector del feminismo de los años 70, pero consciente de que, en el mundo de la prostitución, el porcentaje de mujeres que ejercen en libertad es mínimo. Mi planteamiento se complica con la MS porque son muchas las incógnitas. Begoña Román, profesora de Filosofía especializada en Ética Aplicada de la Universidad de Barcelona, lamenta que el manifiesto no contemple la subrogación altruista, lo que plantea interrogantes sobre la donación de órganos. Es una práctica habitual el pago por óvulos y semen en concepto de compensación por las molestias, al igual que se hace con los ensayos clínicos. Román considera el manifiesto bien argumentado, pero añade que el altruismo «garantizaría la no explotación en nombre de la economía». Un interrogante que se plantea es «saber si el desarrollo neurológico del bebé quedará afectado por no tener vinculación emocional con la madre subrogada».

La doctora Casado, que trabaja en un estudio sobre la mercantilización del cuerpo humano, también está de acuerdo con el sentido del manifiesto. «Soy del no, pero podría ser correcta si hay una relación de parentesco, sin lucro». Admite el debate «siempre que haya autonomía real de la mujer, en igualdad de condiciones y sin intermediarios», que son los que hacen el negocio. Datos para la reflexión. Como los que aporta el estudio de la Fundación Víctor Grifols: «El concepto de maternidad tradicional se ve amenazado por la imagen de mujeres que renuncian voluntariamente a un niño que han llevado durante meses consigo y que entregan a una pareja relativamente desconocida. En nuestra cultura se considera, por lo general, que quienes se prestan a tener un hijo para otras personas deben tener un alto grado de psicopatología o una motivación extraña». ¿No es muy atrevido afirmar que las madres subrogadas lo hacen solo por dinero? Si se utiliza el cuerpo solo con ese objetivo, ¿no sería más pragmático y menos perturbador ejercer la prostitución? «No está clara la motivación, pero inquieta», reconoce Helena Ragone, en el estudio de Grifols. Siempre inquieta lo que no entendemos. Mi respeto total a las mujeres que libremente lo deciden.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_