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Luisa Beccaria, talento aristocrático

Kate Winslet, Madonna o Uma Thurman no pueden prescindir de sus vestidos vaporosos y creaciones románticas, que también han conquistado a la alta sociedad italiana. Su armario es un reflejo de su vida.

Luisa Beccaria

«Lu» es la sílaba que marca la historia de la diseñadora Luisa Beccaria y Lucio Bonaccorsi, príncipe de Reburdone. Como ellos, sus cinco hijos mantienen estas dos letras al inicio de sus nombres, como si de un escudo dinástico se tratase: Lucilla, Lucrezia, Ludovico, Luna y Luchino. Hasta su mascota, un jack russell terrier, se llama Lu. «Ocurrió por casualidad. Durante mi primer embarazo esperaba tener un niño para bautizarlo con el nombre de mis dos abuelos, Lucio. Pero al ser niña decidimos llamarla Lucilla. Desde entonces nos pareció divertido continuar con el mismo comienzo para todos».

Heredera de costura. El origen de esta saga dedicada a la moda comienza con la propia Luisa. Cuando era pequeña visitaba con su madre las sastrerías donde la matriarca encargaba sus vestidos de diario y de gala. «Mientras ella se probaba, con las marcas de patrón todavía en los tejidos, yo prestaba atención. Aquellas escenas fueron mi escuela», recuerda la diseñadora. De esa época heredó prendas que todavía conserva. «Sobre todo cuido dos vestidos, mis favoritos; uno de tul y otro de terciopelo. A ellos les he sumado mi propia colección de prendas vintage». Cuando creció no perdió el hábito de visitar modistas. «De joven era muy delgada y no encontraba prendas que se ajustasen a mí, por lo que decidí crearlas yo misma. Cuando acudía a fiestas, con mi estilo romántico, femenino y atemporal, otras mujeres me preguntaban dónde había comprado los vestidos. ¡Eran mis creaciones!». Los pedidos crecieron y se convirtió en empresaria. Hoy su firma está presente en cuatro continentes, con tres tiendas monomarca y más de 100 puntos de venta. Entre las primeras clientas que lucieron sus vestidos sobre una alfombra roja se encuentran Nicole Kidman, Uma Thurman, Sarah Jessica Parker o Julia Roberts. «Las conozco a todas personalmente, menos a Sarah. Ella llevó muchas de mis prendas durante el rodaje de la serie Sexo en Nueva York». A estas actrices se sumaron Madonna, Angelina Jolie, Kate Winslet y Hilary Swank, entre otras. También ha vestido a novias aristocráticas como la princesa Robinia Toerring-Jettenbach o Constanza Manfredi. Hoy su línea de ceremonia es un fuerte pilar de la firma. «El de novia es uno de los vestidos más importantes en la vida de una mujer. Ese día, ellas son las actrices protagonistas. También diseñé el mío, inspirado en Scarlett O’Hara de Lo que el viento se llevó».

Fiestas de moda. Su vivienda –un tríplex en Via Senato, una de las calles más céntricas de Milán– refleja cada una de sus inquietudes: la feminidad, el arte, la literatura y también el hedonismo. «Antes celebrábamos más fiestas. Ahora, con los niños, reservamos nuestro hogar para las grandes ocasiones». La próxima cita, muy esperada por la alta sociedad italiana, será el próximo 23 de diciembre, la noche de santa Lucía. «Entonces transformamos nuestra casa con flores, velas y candelabros para crear una atmósfera romántica». También son conocidas las reuniones que realiza en su «casa de campo». Una forma elegante de hablar del castillo que poseen en Sicilia y que perteneció a la familia de su marido.

La escalera de caracol de su salón –que da acceso a los dormitorios– la utiliza de perchero. «Cuando llegan los vestidos largos desde nuestro estudio, los cuelgo aquí. De esa manera aprecio mejor su caída. A sus pies coloco los zapatos, para observar el efecto global. Después pasan a mi armario o al de mi hija mayor», afirma sonriendo. Mientras su madre habla, Lucilla Bonaccorsi se prueba uno de esos modelos. Uno inspirado en un traje de faralaes. «Pertenece a la colección primavera-verano 2012 que dedico por entero a la belleza mediterránea. Un tour que comienza en Sicilia, pasa por Grecia y finaliza en España. País que pronto visitaré, después de Navidad, seguramente para comenzar el año. Allí presentaré los vestidos de este particular periplo», afirma Beccaria. Lucilla, la primogénita, es toda una celebridad en Italia, además de musa y relevo generacional en la empresa familiar. «Nos influimos mutuamente. Estoy orgullosa de la formación y la experiencia que ella ha adquirido de mí, tanto en lo referente al estilo como al trabajo y la creatividad. Ella aporta un punto de vista fresco y moderno. Sin duda, es nuestra mejor embajadora».

Entre recuerdos. Todo en su hogar hace alusión a su vida: fotografías, zapatos en miniatura y pintura impresionista. «La mayoría de las obras son heredadas de mi familia. Pero nuestro amor al arte hizo que adquiriésemos otras en subastas». Con prudencia se reserva los autores, prefiere no hacer alarde. Desde las fotografías de un rincón ella observa el paso de los años y cómo se ha formado la dinastía Bonaccorsi-Beccaria. «Ser madre no ha cambiado mi estilo, ha sido el tiempo. Pero es algo inevitable. La verdadera belleza está en la naturaleza de las personas, no en sus rostros». Junto a esas imágenes destaca la presencia de jarrones y cuencos de cristal. «Siempre me fascinó el vidrio. Mi tienda está realizada con este material. La atracción que ejerce sobre mí ha hecho que emprenda una nueva aventura: una colección de piezas decorativas realizadas artesanalmente con cristal de Murano». Su marido es su verdadero apoyo para lanzar nuevos proyectos. «Es mi mejor amigo, pero también mi peor enemigo. No trabaja en la firma, es ingeniero, por lo que es un observador objetivo y crítico; en ocasiones es prudente y, en otras, se escandaliza por lo que significa pertenecer a esta industria».

Una escalera de caracol sube desde la biblioteca. Colgadas de sus peldaños, sus últimas creaciones.

Germán Sáiz

Lucilla, con un vestido de inspiración española.

Germán Sáiz

Un tríptico de estilo versallesco le sirve para colgar sus joyas. «La gargantilla de vidrio tallado procede de mi último viaje a Brasil. Es un regalo de una amiga muy especial».

Germán Sáiz

Sus zapatos de estilo retro descansan en un árbol de latón art déco.

Germán Sáiz

«Descubrí las miniaturas de zapatos históricos en Venecia. Desde entonces las colecciono».

Germán Sáiz

Uno de los rincones del salón está dedicado al álbum familiar.

Germán Sáiz

«Descubrí las miniaturas de zapatos históricos en Venecia. Desde entonces las colecciono».

Germán Sáiz

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