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¿Existe un número ideal de parejas sexuales a lo largo de la vida?

Una reciente encuesta determina que 10 es una cifra redonda para contar con la experiencia necesaria y mantener, al mismo tiempo, la buena reputación.

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Los portales de citas, ya sean lícitas o ilícitas, gustan de hacer encuestas entre sus usuarios sobre los más diversos temas. ¿En qué habitación de la casa, a parte del dormitorio, se practica más el sexo?, ¿qué día de la semana es el más propicio y común para quedar con el amante y, a qué hora?, ¿cuál es la excusa más utilizada por los infieles para escaparse el fin de semana sin que la pareja sospeche?, ¿cuántas veces al día piensa un hombre en el sexo, y si ese número varía los días festivos y fiestas de guardar? La cuestión que preocupaba últimamente a IllicitEncounters.com, una web para buscar aventuras extramaritales, era descubrir cuál es el número ideal de ex parejas sexuales que alguien debería tener para no ser tachado de inexperto o promiscuo –y a día de hoy no sabemos cuál es el peor de estos dos calificativos–. Así que este portal decidió lanzar un cuestionario a sus usuarios británicos. El estudio contó con 1.000 participantes de ambos sexos que llegaron a la conclusión de que 10 es un número redondo, especialmente si uno está buscando pareja y alguien le pregunta por su pasado erótico.

La buena noticia es que 10 –no 9, ni 11– es la cifra ideal tanto para ellos como para ellas, lo que indica un único y democrático ranking para ambos sexos, que algunos suponen un poco ficticio y lejos de la realidad. De hecho, un dato que la encuesta proporciona al desglosar sus resultados, es que los hombres, en particular, tienden a sospechar de las mujeres que registren un número superior al 10. Otro importante descubrimiento es que la mayoría de los encuestados piensan que tener más de 20 amantes es algo no muy deseable para cualquier candidato a novio/a. Malas noticias para Mick Jagger, cuyo historial abarca 4.000 mujeres con las que se ha ido a la cama; Jack Nicholson, con una media de unas 2.000; Warren Beatty, el master del universo, con 12.775, la representación española, Julio Iglesias, con 3.000 o Fidel Castro, que los gana a todos con 35.000, aunque los datos provienen del New York Post, y no hay que fiarse mucho de los que dos enemigos acérrimos, Cuba y EEUU, se digan entre ellos. No he incluido a mujeres porque no hay números redondos. Ni siquiera Joan Collins, una de las más fervientes partidarias de los beneficios del sexo, da muchas cifras en su biografía y no la culpo. En pleno siglo XXI, no he visto todavía a una madre o a un padre alardeando de las muchas conquistas de su hija, aunque si a muchos haciendo lo propio con el chico, un “picha brava” que ha salido a su papá.

No puedo evitar hacer un paralelismo entre la conveniencia de mostrar u ocultar el pasado sexual a la hora de querer iniciar una nueva relación, con el hecho de redactar el curriculum para buscar empleo o enfrentarse a una entrevista de trabajo. En ambos casos se pide un imposible, es decir, ser un buen amante, sin haberse acostado con mucha gente. Lo que traducido al mundo laboral significa tener gran experiencia sin haber cumplido demasiados años. Algo que se acerca al concepto de ciencia infusa. En el caso de España, esto es especialmente sangrante y hace que la vida activa se reduzca a muy pocos años –primero no te cogen porque no tienes experiencia y luego te echan porque eres demasiado mayor–. Tenemos pues gente, sobre todo políticos, que inflan sus curriculums con falsas licenciaturas y, por otro lado, ciudadanos de a pie que eliminan carreras de su historial para borrar sospechas y hacerse con un trabajo que pague las facturas. Hay hombres y mujeres que añaden algo de literatura a su breve pasado erótico, para parecer más interesantes; y otros que, para no aburrir o provocar el pánico, elaboran una selección, como las de Reader’s Digest, centrándose en los momentos cumbres y glamurosos de su vida entre las sábanas.

Por supuesto que la edad es un factor determinante a la hora de contar con más o menos ex, aunque en cuestión de sexo, la línea parejas-tiempo no siempre es ascendente. Como tampoco hay que dar por supuesto que a más relaciones, más experiencia. Es como los viajes, se puede recorrer el mundo y volver con la misma concepción de las cosas y la vida, en el desgraciado caso de que uno tenga un cerebro no demasiado poroso. Existe también la tendencia a pensar que una persona que ha tenido muchos amantes pierde la frescura, la ilusión y la capacidad de experimentar la pasión y el sexo como es debido. ¿Es entonces el amor a second hand emotion, como decía Tina Turner?

Según Iván Rotella, sexólogo, director de Astursex, un centro de atención sexológica en Avilés, y miembro de La Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), “el proceso de enamoramiento es el mismo la primera vez que la número cien, lo que cambia es como la persona se relaciona con la nueva pareja, porque si se han tenido previas experiencias, y algunas han acabado mal, se tiende a volverse más intolerante, a pasar menos cosas por alto y a estar excesivamente alerta para evitar caer en los mismos errores. Esto es muy común, y a veces deriva en el hecho de que la nueva relación pague los platos rotos de la anterior, o se le atribuyan conductas o personalidades que corresponden más a previos sujetos que al que tenemos enfrente. Hay personas que después de varios fracasos desisten de la idea de buscar o tener pareja, y acaban considerando que todo el mundo es igual. Muy probablemente porque, en el fondo, buscan siempre a la misma persona.

Estas mismas ideas se exportan al plano sexual y al dormitorio. Es muy común que esperemos que la nueva persona que ha entrado en nuestra vida, conozca nuestro cuerpo y nuestros gustos como lo hacía la que durmió 8 años a nuestro lado. Es probable, también, que nos resistamos a cambiar nuestra rutina erótica y a abandonar los atajos que nos llevan a la satisfacción inmediata para coger caminos desconocidos en los que perderse. Entonces, de nada vale que nuestro nuevo amante conozca el Kamasutra o las mil maneras de satisfacer a alguien. Hemos contratado a un cerebro de Silicon Valley y lo hemos puesto a coger llamadas de teléfono en la centralita.

Según Rotella, “no hay buenos o malos amantes sino buenas o malas conexiones. Y el hecho de que alguien no funcione bien en la cama con uno/a no descarta que haga saltar las chispas a otro/a. Lo importante de la pareja es crecer y duplicar las cosas buenas. Una nueva relación debe traer más amigos, más encuentros, más familia, más cosas a experimentar dentro y fuera de la cama. Si lo que hace, en vez de sumar cosas, es restarlas, es la prueba de que no estamos con la persona adecuada”.

¿Hay, necesariamente, que pasar por el confesionario?

Ante la idea generalizada de que desnudarse, no solo de cuerpo sino también de alma y pasado, es la base de una buena relación de pareja, Rotella diferencia entre sinceridad y sincericidio. “Mentir a la pareja no trae buenas consecuencias, pero tampoco hay que verse obligado a contarlo todo al precio que sea. Es totalmente respetable que uno guarde su parcela de privacidad, su jardín secreto, con una excepción: si hay algo que todavía duele hay que compartirlo. Es bueno que la persona que se acerque lo sepa, porque a veces podemos hacer daño, sin querer, para protegernos. Si no tenemos ninguna herida abierta, no hay porque recrearse en detalles respecto a un maravilloso amante que tuvimos o a una parte de nuestra vida especialmente desenfrenada porque, además, esto puede provocar celos a la larga”.

Particularmente, soy partidaria de no dar demasiados datos de mi pasado sexual a las nuevas parejas o encuentros, porque sigo la regla legal que recuerdan siempre los policías cuando detienen a alguien en las películas. “Tiene derecho a permanecer callado, ya que todo lo que diga puede ser utilizado en su contra”. Y mantengo un especial cuidado en todo lo relativo al tema de los pesos y medidas, cuando llega la inevitable pregunta, ¿tu ex la tenía más grande?, que no hace referencia a los metros cuadrados de su vivienda, precisamente. Lucía, 36, Madrid, experimentó como, poco a poco, su novio iba transformándose de Dr. Jekyll en Mr. Hyde, al perder el trabajo y no encontrar empleo. “Al principio me veía obligada a aguantar porque comprendía que estaba pasando por una mala racha, pero los celos fueron la gota que colmó el vaso. En aquellos momentos, todo lo que yo le había contado sobre mis ex o mi vida sexual, sin darle ninguna importancia, se convirtió en su arma para atacarme”. Patricia, bisexual, 39 años, Madrid, ha probado con los dos sexos “mi experiencia personal es que las mujeres dan más importancia a tu pasado sentimental o sexual que los hombres. No creo que se pueda generalizar, pero es lo que yo he vivido. Alguna novia mía se ha escandalizado o me ha calificado con una palabra muy fea cuando le he contado mis anteriores experiencias. Yo creo que a los chicos les da más igual”.

El interés de algunas personas sobre el pasado sexual de su nueva pareja es puramente sanitario. “Es perfectamente lícito preguntar al respecto para saber con quien te vas a la cama y si ha tenido practicas de riesgo”, apunta Rotella, “porque en España hay entre 30 y 40.000 personas que tienen el VIH y no lo saben. Cada vez es más habitual que las nuevas parejas se háganlos tests. Una prueba de confianza, aunque a simple vista parezca lo contrario”.

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