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Cinco películas para entender de qué van hoy los adolescentes

Pasemos página y desmitifiquemos. Los chicos de hoy en día no son los mismos de las pelis de John Hughes.

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Instagram/ @meandearl

Las películas consideradas “para adolescentes” están cambiando: al fin y al cabo los contextos de los jóvenes actuales no son los mismos que los de hace tres décadas y las historias cinematográficas se han amoldado a sus problemas, vivencias y perspectivas vitales. Aunque en el imaginario colectivo aún se continúen recordando títulos como The Breakfast Club (El Club de los cinco) o 10 Things I Hate About You (10 razones para odiarte), son películas que marcaron a generaciones que ahora se encuentran más cerca de la madurez que de la primera juventud y los adolescentes de hoy en día reclaman su espacio en el ámbito de la cultura.

Para Blanca Margoz, una de las fundadoras de la web de análisis audiovisual visual404, aunque los relatos están basados en los mitos de siempre, la construcción de los personajes es lo que está marcando la diferencia en las narraciones: “Tampoco es una mejora, sino un ajuste a la realidad. Por fin tenemos personajes con identidades de género más fluidas cuyas ambiciones van más allá del baile de fin de curso”. Blanca también apunta a que aunque las historias estén protagonizadas por adolescentes no siempre se dirigen a ellos y ellas: “Películas como The Perks of Being Wallflower (Las ventajas de ser un marginado) o God Help The Girl es cine adolescente para treintañeros. Sin embargo películas como Palo Alto o The Bling Ring sí patronizan conductas que podrían ser extrapoladas”.

Pese a las posibles objeciones que puedan surgir en cuanto a este género cinematográfico, hay títulos que indudablemente marcan una diferencia notable con respecto a historias anteriores. Un ejemplo claro puede ser la película española Las amigas de Ágatha, pendiente de estreno y triunfadora en el circuito nacional de festivales independientes. Estos son otros de los filmes a tener en cuenta:

Girlhood (2014): dirigida por Céline Sciamma, narra la historia de Marieme, una joven de 16 años que vive en un barrio a las afueras de París. La película no sólo trata temas como el machismo, la lucha contra la precariedad del presente y su posible prolongación en el futuro sino que también indaga en la seguridad de pertenencia al grupo o las diferencias de género. Aunque por el contexto y la situación geográfica de las protagonistas pueda relacionarse con la muy famosa La Haine (El odio) tanto el tiempo como la perspectiva de la situación desde los ojos de una mujer marcan una diferencia más que llamativa. Y es ahí precisamente, en dónde radica su importancia.


 

DOPE (2015): la película dirigida por Rick Famuyiwa podría etiquetarse perfectamente como “peli de instituto”. Su protagonista, Malcom, es un apasionado del hip hop de los años 90, lo cual no sería demasiado problemático si no fuese porque vive en The Bottoms, un barrio de Inglewood no conocido precisamente por su estilo de vida tranquilo. La aventura comienza cuando uno de los traficantes de su entorno le invita a su fiesta de cumpleaños. Su ficha técnica la señala como una cinta dirigida a la generación post hip hop y cuenta con el nombre de Pharrel Williams entre sus productores y los de Zoe Kravitz y Forest Whitaker en su reparto ¿Por qué es remarcable? Porque aunque trate las misma problemáticas juveniles de siempre (matones de instituto, marginados, populares…) está adaptada al entorno cultural del público al que va dirigida.


 

Mustang (2015): Si la película de Sofia Coppola Las vírgenes suicidas marcó a una generación a finales de los años 90, el primer largometraje de la directora turca Deniz Gamze Ergüven tendría todas las papeletas para conseguir el mismo efecto en el público joven actual. De hecho, la historia rescata el espíritu y parte de la trama de aquella cinta basada en la novela de Jeffrey Eugenides y la traslada a su país. Las diferencias culturales son evidentes, aunque los sentimientos de las adolescentes que la protagonizan no están tan alejados a los de aquellas rubias norteamericanas. El cambio de contexto en el que se desarrolla la trama le da una vuelta de tuerca que aumenta su atractivo y la acerca a una sociedad que en un par de décadas se ha convertido en multicultural (aunque la palabra esté más que manida y suene a canción de Manu Chao).


 

Me and Earl & The Dying Girl (2015): ganadora del Premio a la Mejor Película y del Premio del Público en la pasada edición del festival de Sundance, cuenta la historia de un adolescente que apenas tiene contacto con el resto de seres humanos que le rodean. Su único interés es hacer películas con su amigo imaginario al que llama Earl. La situación cambia cuando se hace amigo de una niña enferma de leucemia obligado por su madre. Dirigida por Alfonso Gómez-Rejón indaga en los problemas propios de la adolescencia utilizando sus mismos códigos.


 

The Falling (2014): la película de Carol Morley ha causado gran revuelo y muy buenas críticas desde su estreno en el Reino Unido el pasado mes de abril. La estrecha amistad entre dos alumnas de un estricto internado, la sexualidad adolescente y extraños sucesos epidémicos son algunos de los detalles de la película. Como si la directora de la película hubiese cogido un libro de Enid Blyton (muy aficionada a los internados femeninos) y le hubiese inyectado una dosis de adrenalina. En todos sus aspectos.

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