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Ayunos sexuales: dejar el sexo para recuperar el interés por él

Muchos opinan que cuando la vida sexual se vuelve mecánica y previsible lo mejor es dejarla, hacer un sex detox y darle unas vacaciones hasta que recuperemos de nuevo el apetito.

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Ironías de la vida, la modelo Miranda Kerr, uno de los ángeles de Victoria’s Secret, un cuerpo perfectamente esculpido que vende sueños de erotismo, y hasta lujuria, lleva una vida sexual propia de una monja de clausura. Ella misma lo confesó a The Times, cuando le preguntaron qué método anticonceptivo utilizaba, una cuestión muy personal que no me imagino que nadie pregunté por aquí y menos, que alguien la conteste. Pero el binomio Keer- Spiegel no tiene esos quebraderos de cabeza, simple y llanamente, porque no tienen sexo. “Mi pareja es muy tradicional, no podemos…lo que quiero decir es que estamos esperando…”, argumentaba Kerr. ¿A qué esperan?, se preguntarán muchos, ninguno de los dos es virgen –ella tienen un hijo de otra relación– y estamos en el siglo XXI, una época en la que uno de los mayores problemas, que ya se apuntan, es que la sociedad se desexualice; pierda, poco a poco, el interés por el sexo y con el tiempo la raza humana tenga problemas para reproducirse.

¿Esperar cuando uno vive el mejor momento de una relación, es decir, los inicios y tiene mariposas en el estómago y abejorros un poco más abajo? ¿Esperar a que el deseo, esa cualidad tan sutil y volátil se esfume como por arte de magia, cuando ya se empieza a estar cómodo y a conocer más al otro? ¿Esperar a que a alguno de los miembros de esa sociedad limitada le guste un tercero –sin ganas de hacer tríos– y, en este caso sin esperas, la disuelva inmediatamente?

Pues sí, existen personas de esta clase que algunos clasificarían en los siguientes apartados, o en todos a la vez: puritanos, masoquistas, inconscientes; mientras otros dirían que son creyentes, responsables y poseedores de una sabiduría desconocida para la gran masa, preocupada solo en saciar sus instintos más primarios.

Es muy probable también que en los próximos años asistamos a una nueva corriente, aunque minoritaria, en contra de las relaciones prematrimoniales y a favor de revalorizar la noche de bodas, influenciada por la creencia religiosa de turno. Kristin Zeising, psicóloga, socióloga y terapeuta de pareja, sostiene en un artículo de Refinery29 que las razones para esperar no se justifican solo en un temor a Dios y a sus dictados, sino que tienen otros beneficiosos efectos. “Muchos prefieren construir primero los cimientos de una sólida relación antes de que el sexo complique todavía más las cosas ”. Sin comentarios. La espera puede ser también un ejercicio a realizar antes de embarcarse en una nueva aventura emocional, sin que ésta tenga que pasar necesariamente por el altar. “Establecer una relación que no dependa del sexo puede ayudar para asentar las raíces y conocer mejor al otro en un nivel emocional, espiritual e intelectual”, dice Zeising y continúa, “la sexualidad puede ser incluso mejor si se espera hasta que uno esté totalmente convencido y comprometido, y para muchos esto solo ocurre después del matrimonio. Algunos prefieren trabajar en establecer una buena conexión y luego, el sexo puede ser la guinda del pastel”, comenta esta psicóloga.

Personalmente, nunca he sido muy partidaria de los deportes de riesgo y en las loterías y rifas lo más que me ha tocado ha sido un jamón, que se anunciaba como ibérico sin serlo ni de lejos. Y luego siempre me acuerdo del caso de Charlotte y Trey, de la serie Sexo en Nueva York. La recién formada pareja decide no tener sexo hasta la noche de bodas, por razones morales y religiosas; pero justo el día antes, ella se emborracha, va a casa de su prometido y lo intentan sin éxito, porque él tiene problemas de eyaculación. Aún así se casan –¡los nervios!, ya se sabe ¡es un gran paso!– y viven una corta y asexual relación, enturbiada por los diferentes criterios sobre la conveniencia o no de tener hijos. No todos los finales son felices. Y, sobre todo, no todas las esperas tienen siempre su merecida recompensa.

Cariño, esta noche no (ni las 30 restantes)

 Los ayunos sexuales o sex detox, como ya se conocen, pueden tener su lado terapéutico cuando la pareja ha entrado ya en la fase sexless o la vida sexual empieza a parecerse a una coreografía de Enrique Iglesias. La filosofía aquí es similar a la de los ayunos alimentarios. Si la comida empieza a sentarnos mal o a recargar nuestro sistema, algunos optan por dejar de comer un tiempo para así depurar el organismo y que los alimentos vuelvan a saciarnos en todos los sentidos. Si el sexo es ya algo aburrido, una obligación conyugal o algo mecánico, puede que estar sin él durante un tiempo nos devuelva el gusto por la erótica, aunque solo sea por esa ley que dice que anhelamos lo que nos falta y no valoramos, en su justa medida, lo que tenemos alrededor.

Ian Kerner, psicoterapeuta norteamericano, experto en sexualidad, es uno de los firmes partidarios de estos ayunos, además de autor de Sex Detox. “Cuando se trata de sexo y relaciones, a veces entramos en un círculo vicioso y la única manera de salir de él es empezar de nuevo. Aparcar la sexualidad durante 30 días es una buena manera para resetear nuestro lado erótico”, dice Kerner en el libro.

En su obra, este experto explica detalladamente los pasos a seguir durante ese mes, con ejercicios, reflexiones y caminos para llegar a entender mejor la propia ‘historia sexual’. Y si uno cree que lo que menos necesita en el mundo es tener, todavía, menos sexo puede, como apunta el libro, “empezar a considerar la diferencia entre pasar hambre en una situación en la que uno está desesperado e indefenso o elegir, voluntariamente, hacer una dieta o ayuno, que nos hará más fuertes y saludables”. Básicamente, la elección es lo que marca la diferencia ya que, como explica en el tratado alguien que ha probado este experimento, “lo que descubrí durante el ayuno es que elegir no tener sexo es muy diferente a no tener sexo por aburrimiento o desinterés. Esto fue lo que me hizo entender que quería revitalizar mi vida sexual, que ésta fuera algo más que una rutina o un acto físico llevado a cabo por obligación o inercia”.

El plan de Kerner es, como él mismo dice, “transformar el no tener sexo en sexy”; “conseguir que, en unas semanas, la pareja pase de ser ese confortable amigo, que se sentaba al lado tuyo en el sofá para ver la tele, en un ser misterioso, prohibido y tentador”; “que la consigna de no tocarse, besarse, ni hacer el amor, nos devuelva un poco a la adolescencia y a redescubrir al otro de nuevo”.

Iván Rotella, sexólogo, director de Astursex, centro de atención sexológica en Avilés y miembro de La Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), no recomienda abstinencias ni ayunos sexuales a sus pacientes, pero si es partidario de limitar la dieta de las parejas que empiezan a aburrirse. “Cuando los años han transformado la relación sexual en algo monótono, repetitivo y carente de emoción, suelo aconsejar que aparquen el coito y la genitalidad durante un tiempo y se centren en la focalización sensorial”, cuenta Rotella, “centrase en la piel, las sensaciones y la sensualidad es el primer paso para rediseñar la relación sexual sin el imperativo del coito, lo que nos obliga a ser más creativos. Esta táctica es también muy indicada para problemas de erección o a la hora de alcanzar el orgasmo. Quitamos la presión de la penetración, con todo lo que eso conlleva, y les damos tácticas para explorar su erótica. En 2 ó 3 meses empiezan a verse los resultados. El autoerotismo es también una asignatura adicional en este plan, ya que mantiene activa la libido y sirve para regular las diferencias de deseo que hay en todas las parejas. Es una forma de autosatisfacerse sin agobiar al otro”.

Sophie Fontanel estuvo voluntariamente 12 años sin sexo.
Sophie Fontanel estuvo voluntariamente 12 años sin sexo.

Una pausa en la incasable y penosa búsqueda del alma gemela

Proponerle a alguien sin pareja y en proceso de buscarla que haga un sex detox puede asemejarse a recetar la dieta dukan a una anoréxica, pero la idea no es tan descabellada como parece a simple vista.

El propio Ian Kerner reconoce en su libro que su método es también muy aconsejable para los que están solos, “no hay porque estar en medio de una relación para beneficiarse de este programa. Si eres uno de los millones de personas que buscan el amor y te sientes quemado y magullado por todo este proceso es hora de hacer una dieta sexual. Tomarse un descanso, no solo del sexo casual que puedes haber tenido sino de las citas y la búsqueda de pareja. Es hora de parar, repasar tus errores en otras relaciones y adoptar una nueva estrategia desde la calma”.

Soledad, de 38 años, vive en Palma de Mallorca y llegó a esta misma conclusión por sí misma, sin haber leído el tratado de Kerner y por propia extenuación. “Me metí en webs para buscar pareja y conocer gente, aunque yo no era muy partidaria pero mis amigas me convencieron. Mi experiencia es que inviertes tanto tiempo o más que si te dedicaras a pasear o a ir a discotecas, y luego te das cuenta que en el mundo digital todo es falso. El hombre culto e interesante que conociste online es un arrogante en la vida real, el gracioso y aventurero un cara dura o un desequilibrado y muchos que dicen que no tienen pareja mienten y lo que buscan es un revolcón. Acabé muy cansada, odiando a la raza humana y a los hombres en particular. Y por supuesto, tuvo que pasar un tiempo hasta que toda esa frustración desapareciera. Nadie en sus cabales saldría con alguien como yo en aquella época de mi vida”.

Iván Rotella propone que antes de llegar a este hartazgo se adopte un periodo de abstinencia, previo a la vuelta al mercado. “Mucha gente dice que para buscar pareja hay que esforzarse un poco –especialmente si se ha pasado ya la primera juventud– pero una cosa es esforzarse y otra sacrificarse, porque los sacrificios raramente funcionan. Es cierto que hay que salir, conocer gente, probar cosas nuevas pero sin forzarse demasiado porque uno puede llegar a quemarse o tener malas experiencias que pueden volverlo receloso o demasiado exigente”.

La periodista y escritora francesa, Sophie Fontanel, estuvo 12 años, voluntariamente, sin sexo. En los que, según ella misma me contó en una entrevista, se hizo una experta en seducción, aprendió mil lecciones de su cuerpo; cultivó su sensualidad, recogiendo excelentes frutos, y escribió un libro al respecto, El Deseo (editorial Lumen). Aunque Sophie conseguía placer en sus relaciones, éste no le proporcionaba felicidad sexual. Tras este largo ayuno, su mayor enseñanza la expresaba en una máxima al final de su libro: “No esperes amor, espera solo unas buenas manos”.

Ya saben, si llevan algún tiempo en dique seco no digan que no se comen una rosca; cuenten, mejor, que están llevando a cabo, de forma totalmente voluntaria y consciente, un sex detox. Queda mejor y hasta pueden ser tomados por influencers.

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