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Amelia Valcárcel: «La igualdad es imparable»

Amelia Valcárcel da a cada palabra la importancia que tiene. Formación, firmeza y coherencia son tres que la definen. Y la filosofía: «Una amiga que te da libertad»

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Tiene un discurso pausado, clarividente. «La filosofía acaba eligiendo los talantes y temperamentos que necesita». A ella la «cazó» en la infancia. «Pobre de mí. Yo leí filosofía pensando que era religión. Creo que lo primero fueron unos párrafos de San Agustín. Luego descubrí a Ortega y Gasset». Desde entonces, ha hecho carrera de fondo, sin ayudas ni palmaditas que agradecer en su cv. “Tuve la mala suerte de nacer en un momento complicado (Madrid, 1950). Las mujeres de este país bastante hacían con vivir abrumadamente una feminidad sumamente mermada y onerosa de padecer. Aquí Kant dice (se ríe) que la paloma cuando vuela, piensa que si no hubiera aire todavía sería más ágil y rápida, porque el aire la frena. Pero aquello que se opone te da fuerzas. Y eso me pasó a mí”.

Hoy suma títulos y deberes varios: Catedrática de Filosofía Moral y Política en la UNED, Consejera electiva del Consejo de Estado, vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado, vocal del Real Patronato de la Biblioteca Nacional y miembro del jurado del Premio Príncipe de Asturias, entre otros.

Es fácil imaginarla observando el mundo y sus detalles. “Casi todo es admirable. Yo tengo un recuerdo muy temprano y extraordinario de cuando descubrí las  flores

Pero lo que más admiro es la bondad. Porque no es natural. La inteligencia es admirable.

Un relámpago de inteligencia produce en quien lo observa un fogonazo de felicidad. ¡Zas! Pero la bondad

 deja mudo

. Por eso rechaza cualquier tipo de crueldad (

Es la peor de las escuelas

).

Es una lectora voraz desde niña. Su empeño de quedarse dormida leyendo a la luz de una vela casi estuvo a punto de provocar varios incendios en su casa. Entonces, no jugaba a vestir ni peinar a sus muñecas, les 

autonarraba

 historias. Años después no lamentó que la echaran de un par de colegios mayores cuando llegó a la universidad.

Diversas monjas me encontraron muchos defectos. No tiene mérito. Bastaba con ser un pelín diferente

.

Humanista, progresista y defensora reincidente de los derechos de las mujeres en todas sus versiones,

Amelia fue la única chica de su clase (“Tenía sus inconvenientes. Cuando faltaba, se notaba mucho”). Hoy, mantiene que la igualdad es imparable, 

aunque basta con que haya un cataclismo económico o una guerra y las posiciones se pueden perder. No hay que bajar la guardia

. Sabe mucho de feminismo. 

Siempre ha sido absolutamente pacifista, removiendo cambios de opinión, apostando frente a los prejuicios por ideas con mejores resultados morales. Quiere que todas las mujeres tengan poder sobre sí mismas, para ser libres. Por eso éstas tienen que ejercer la ciudadanía sabiendo qué les conviene. A veces votan sin problema a fuerzas políticas que quisieron mantenerlas como nulidades oponiéndose a su libertad y educación. Es como si les costara meterse en la cabeza: piensa en tu propio interés”.]

.

Por eso mismo, Amelia dice lo que piensa.

Si hay que polemizar, polemizo. De vez en cuando, quien hace algo malo tiene que tener a alguien enfrente que se lo recuerde

. También le gusta que le hagan reír: 

Quienes lo consiguen, nos hacen un favorazo. El pesimismo no me parece inteligente. No hay quien viva pensando que las cosas van siempre mal

.

A estas alturas de su vida, pide poco: 

Conservar una especie de don que tengo, la capacidad de observar con cariño, atentamente, y desde lejos, y seguir dudando.

El conocimiento siempre exige distancia

.

Sus sofisticados filósofos le acompañan en sus convicciones. Ya hablemos de política (

Hay que leer a Platón. La idea del bien y la perfecta justicia. No sé si fue Jobbs quién dijo: 

A veces, a la gente muy corta les va muy bien en política, porque como son incapaces de pensar en algo que no sean ellos mismos, no se distraen nunca. Eso pasa a veces en España), o de sus amigos (los quiero mucho.

Aristóteles lo dijo: 

Al final, lo que hace a la vida, vida, es la amistad

).

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