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Dos desfiles en uno: Vaccarello sube el volumen de Saint Laurent

106 salidas y una puesta en escena propia de un macroconcierto. Sexo, cuero y terciopelo bordado con cristales cegadores. El diseñador «explora las paradojas de una feminidad contemporánea» y perversamente comercial.

Saint Laurent
Getty

Los nuevos headquarters, todavía en reconstrucción, en el número 37 de Rue de Bellechasse, en la Rive Gauche, son de nuevo la localización escogida por Anthony Vaccarello para escenificar su segunda entrega. Para la primera, colgó un neón gigantesco con el logo de YSL –con los colores de la bandera francesa– de una gran grúa instalada en el patio central de esta antigua abadía cisterciense (Penthémont), que en su día acogió el Ministerio de Defensa, y donde, en 1961, Yves Saint Laurent fundó su firma homónima. Si entonces los invitados se sentaron en una nave lateral; en esta ocasión, como en un macroconcierto, los asientos se distribuyeron en las gradas de una plataforma metálica cuadrada montada en el centro del patio. Y como en un festival de música (muy distinto de los que orquestaba Hedi Slimane), Vaccarello subió el volumen al máximo. De la música. Y también de las prendas.

Saint Laurent : Runway – Paris Fashion Week Womenswear Fall/Winter 2017/2018
Getty (Getty Images)

Vaccarello habla alto y claro de su visión personal del universo de Saint Laurent, el gran genio de la moda francesa. Si el nuevo dogma de Kering (grupo al que también pertenece Gucci) es impresionar con un despliegue apabullante de salidas, el italo-belga ha conseguido multiplicar el impacto (y la ovación) de su propuesta. «Es mucho más fuerte», compara Tim Blanks en el backstage, improvisado en una esquina al fondo del patio. Allí Vaccarello recibe las felicitaciones de amigos del diseñador… y de la casa. Su musa, Anja Rubik, y también la de Yves, Catherine Deneuve, la primera en abrazarlo. Además de Charlotte Gainsbourg, Amber Valetta o la española Bárbara Martelo.

Un total de 106 looks. Entre los que incluyó 14 de hombre. Divididos en dos grupos. El primero, un compendio pensado para el día de las prendas que las chicas de hoy quieren llevar (al fin y al cabo, diseñar para esta maison no es solo un privilegio –que nunca contenta a todos–, también es una gran responsabilidad: con un aumento de las ventas del 25,3% durante 2016, Saint Laurent continúa siendo el motor de la división de lujo del grupo Kering, que ha disparado sus ganancias). El segundo, una extensa colección de noche, de terciopelo negro y bordados tintineantes de «constelaciones de diamantes en bruto» que se presentó tras el primer desfile, en lugar del carrusel final.

El tributo al maestro: este vestido contiene la reedición de un bordado encargado por el propio Saint Laurent en su día.
El tributo al maestro: este vestido contiene la reedición de un bordado encargado por el propio Saint Laurent en su día.Imaxtree

«Me fascina el enfoque subversivo de las prendas de Monsieur Saint Laurent, su romanticismo oscuro teñido de perversidad. Para mí esta colección es una revisión, un fantasma radical de este legado», señala una cita del director creativo incluida en la escueta nota de prensa. Como en la temporada anterior (su debut), Vaccarello se inspiró en diseños de cóctel de los años 80. También rindió tributo reverencial al maestro [con la reedición de un bordado encargado por el propio Saint Laurent]. Y se ganó el beneplácito de Pierre Bergé (quien, dicen, todavía hoy es amigo personal de Slimane, pero nunca simpatizó con Tom Ford ni Stefano Pilati). Pero sobre todo apaciguó el todavía latente sentimiento de desconfianza y acalló algunas de las voces de aquellos que siguen poniendo en duda la elección de Vaccarello.

Sexo y cuero siguen siendo sus fetiches. De hecho, el diseñador ha reforzado el taller de la maison con un equipo de modelistes experto en técnicas y métodos para tratar la piel. A este material ha dedicado las primeras salidas. Una cazadora aviador convertida en minivestido, con un guante grandilocuente. También jeans (sin duda, porque el propio Saint Laurent confesó en una ocasión que le habría gustado inventar esa prenda). Pitillos (por si alguien había puesto en duda su hegemonía), enfundados en botas mosqueteras también sobredimensionadas. Vestidos y faldas cortísimas con volantes y fruncidos maximalistas. Jerséis de mohair. En lugar de la sahariana, bómbers y cazadoras vaqueras (que cambian el denim democrático por materiales lujosos). Transparencias (Yves fue el primero en desnudar –bajo el chifón– el pecho de una maniquí sobre la pasarela, en 1968). Hombros disparados. Y vestidos de cóctel extravagantes… y muy brillantes. Porque la noche alimenta el imaginario de Vaccarello. Y en moda, como en cualquier otro negocio, la fiesta debe continuar.

El segundo desfile: una extensa colección de noche, de terciopelo negro y bordados tintineantes de «constelaciones de diamantes en bruto» que se presentó ten lugar del carrusel final.
El segundo desfile: una extensa colección de noche, de terciopelo negro y bordados tintineantes de «constelaciones de diamantes en bruto» que se presentó ten lugar del carrusel final.

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