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Sexismo, rupturas y ganas de vivir: tres lecciones del ‘día Björk’ en Barcelona

La artista inauguró su muestra inmersiva en el CCCB, ofreció una animada charla en el Sónar +D y después pinchó cuatro horas para los asistentes del festival.

El invierno pasado, Björk dejó clarito desde su Facebook que estaba hasta los mismísimos del machismo en la prensa musical. La islandesa lanzó unos cuantos dardos contra un sector de la crítica que parecía no molestarse en aceptar su reciente faceta de DJ. La estaban poniendo verde por su sesión en un festival de Houston. Algunas crónicas –de firma masculina– ensalzaban su decepción de no encontrarse con la Björk de siempre, por eso de esconderse detrás de los platos y no cantar ninguno de sus éxitos. La islandesa, claro y meridiano, evidenció ese doble estandard en la industria de la electrónica (¿acusa la crítica a Aphex Twin o a Arca de esconderse en sus sesiones?) defendiendo que «a las mujeres en la música solo se les deja ser cantantes y letristas que canten sobre sus novios. Si cambias el tema a átomos, galaxias, activismo, matématicas o lo que sea, si no cantas sobre los hombres a los que amas, serás criticada» y que las artistas femeninas son menospreciadas por la crítica siempre que «no nos partamos el pecho y sangremos sobre los hombres y niños de nuestras vidas».

Björk durante su charla en Sónar+D.
Björk durante su charla en Sónar+D.Cortesía de Festival Sónar

Ayer, cuando finalizó su charla en Sónar +D, a alguno de esos críticos masculinos, en este caso españoles, se les escuchó molestos por lo «poco» que había contado en los 45 minutos de distendida conversación que mantuvo con la audiencia. No sería por falta de titulares. La islandesa confirmó un futuro artístico en el que Arca se convertirá en su pareja profesional al 100% («Estoy bendecida por haberlo conocido, tenemos una conexión que te pasa muy pocas veces en la vida» […] «Ha pasado de arreglar algunas canciones a ser el cocreador del próximo trabajo»), se sintió la mar de cómoda hablando sobre lo bien que le sienta pinchar Public Enemy o ritmos marroquíes en Bushwick con sus amigos –algo que le da vidilla como contrapunto a la soledad necesaria para escribir sus canciones– y volvió a cargar contra el sexismo en la industria musical. Hasta bromeó sobre por qué le gusta pinchar con el GarageBand y dejó caer entre risas que que había perdido la playilist preparada para su sesión de cuatro horas en el Sónar. Porque Björk hacía triplete en su visita la capital catalana, cuyo 14 de junio de 2017 será recordado como el día Björk.

No era para menos: pinchaba por la noche en la jornada previa al festival barcelonés, ofrecía esa charla por la tarde y por la mañana se inauguraba, sin su presencia, su muestra inmersiva Björk Digital, una cita imperdible disponible hasta el próximo 24 de septiembre en el CCCB de Barcelona, tras pasar por Tokio, Sídney, Montreal, Reikiavik, Londres y Los Ángeles –en Tokio y Sidney también pinchó después de la inauguración. La sesión del Sónar, de hecho, estaba pensada como una extensión «de una muestra en la que el protagonista soy yo yo y yo. La sesión es una oportunidad para conocer ese mundo del que me nutro, repleto de músicos e influencias y que no soy yo»–.
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Comisariada por la propia Björk, la muestra de realidad virtual (VR) es una experiencia pautada como una ópera tecnológica, una especie de concierto personal que la artista ofrece al asistente, gracias a las diferentes estancias con gafas de VR  para empatizar, sin escapatoria, con el universo de Björk. El proyecto nació después de que la islandesa estudiase la reacción del público a su exposición en el MoMA. Cansada de la experiencia clásica de los museos, la artista ha planeado en esta ocasión un show con sus videoclips en el que ella conduce al público por sus emociones, desde el desgarro emocional de un divorcio que le arrastra a una cueva islandesa hasta el renacer vital plagado de luz tras superar esa ruptura, sentimientos que han marcado Vulnicura, su último trabajo. Una experiencia única para certificar por qué la islandesa es una pionera en la narrativa y evolución del mundo del videoclip (también hay un espacio que repasa toda su carrera) o que también tiene su vertiente educativa, donde se puede jugar con la app y conocer el proyecto educativo que llevó a cabo con Biophilia.

«Quiero que sincronicemos nuestros sentimientos», canta Björk en la muestra. Aquí, fotograma de ‘Stonemilker’.
«Quiero que sincronicemos nuestros sentimientos», canta Björk en la muestra. Aquí, fotograma de ‘Stonemilker’.Andrew Thomas Huang

Tras la intensidad intropesctiva e emocional de su muestra, o la normalidad y campechanía con la que ofreció su charla, pasando por la sesión que se marcó en la Fira Gran Via («no esperéis un subidón al estilo de un club, esto va de otra cosa», advirtió), aquí van las tres lecciones que descubrimos en el día Björk :

No te calles ante el sexismo, hazte visible

Con vítores de las féminas de la audiencia fue recibido el comentario que la artista hizo sobre cómo todavía se sorprende de ver que hay gente que duda de ella haga los arreglos de sus álbumes. «Eso es sexista», espetó tajante. «Al final me harté y lo dije claro en Pitchfork, una entrevista que tuvo una reacción fenomenal por parte del público». En la entrevista a la que hace referencia (y de la que ya hablamos aquí)  Bjork dijo: «El 80% del tiempo que dedico a escribir mis álbums lo paso sola… el otro 20% del proceso pasa cuando traigo las orquestas, los extras, etc. Eso es lo que se suele documentar. El lado que la gente ve. Cuando conocí a M.I.A. ella se quejaba precisamente de esto y le dije: ‘Solo hazte una foto delante de la mesa de mezclas en el estudio y la gente dirá: Oh, OK! Una mujer con un sintetizador, igual que un hombre con una guitarra«. Por cierto, que de aquellas declaraciones nació Female Pressure, un Tumblr en el que se ven precisamente a eso: mujeres artistas trabajando con sintetizadores.

No temas al dolor de una ruptura, pero aprende a coser tus heridas

Literal. Una de las partes de la muestra, Family VR, consiste en coger unos mandos que se convierten en unas manos que ayudan a coser las heridas de una Björk salida de una vagina y a punto de convertirse en un ser de luz empoderado. Poco antes, la habremos visto retorcerse en una cueva islandesa en Black Lake, un encargo del MoMA en el que la cantante simboliza la deseperante agonía que supuso su divorcio del artista Mathew Barney. En una sala a oscuras, con dos pantallas a cada lado y con 50 altavoces bombardeando el bajo y los violines de la canción según uno se mueva por el espacio, Bjork canta: «nuestro amor era mi matriz/ pero nuestro vínculo se ha roto/mi coraza ha desaperecido/ mi protección ha volado/ estoy herida» para después reclamar al espectador que «sincronicemos nuestros sentimientos» en Stonemilker, donde en una playa de Rekiavic y con un faro de fondo se mulitplica por tres para exigirte «que me enseñes respeto emocional«.

¿Has superado un divorcio? Pues vive la vida, te lo mereces

Vulnicura supuso entender su dolor para recuperarse tras decir adiós a su matrimonio, así que la nueva etapa de Björk implica un aspecto más lúdico. Sus sesiones como DJ responden a este nuevo estado de ánimo. Si Richie Hawtin tuvo que hacer un documental que venía a ser un «dejadme vivir y pinchar minimal feliz en Berlín que me lo estoy pasando fe-no-me-nal» frente a los nostálgicos que añoraban sus tiempos de Plastikman, la nueva vertiente artística de Björk pinchando back to back con sus colegas en Brooklyn o apañándose un dúo artístico con Arca vendría a ser algo parecido. O como ella misma resumió en su charla: «Toca explorar nuevos territorios, hay que dejar atrás al drama».

Björk lista para su sesión de DJ en Sónar, el outfit es el vestido Vang Gogh del diseñador Marlou Breuls.
Björk lista para su sesión de DJ en Sónar, el outfit es el vestido Vang Gogh del diseñador Marlou Breuls.

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