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Rita Ora, la gata lista del pop

Es el nuevo icono musical. Joven kosovar convertida en estrella nada fugaz que se pasea como favorita de la industria ‘fashion’. Su gancho: una voz adictiva y una imagen transgresora tras la que hay… una buena chica.

Rita Ora, la gata lista del pop
Damon Baker
Brenda Otero y Francesca Rinciari (Realización)

Si el calibre de una diva pop se mide por el retraso con el que llega a una cita, entonces Rita Ora y sus dos horas y media de espera puntúan alto, aunque vaya por delante la excusa de que acaba de regresar de «un agotador» viaje a Dubái. No hay rastro de maquillaje en su cara y eso hace aún más evidentes los signos de cansancio tras las gafas de sol. Pero sus delicadas muñecas cubiertas de pulseras de oro de Cartier distraen la mirada fácilmente.

Rita pronuncia su nombre como «Ría». Se desenvuelve con naturalidad, piropeando al fotógrafo. Entre foto y foto nos cuenta que se tatuó la diosa Afrodita en el brazo para tapar otro tatuaje, un corazón que más bien parecía «una ciruela pasa».

La han acompañado a la sesión su hermana Elena, que ejerce de mánager, y su madre Vera. Inseparables. Lo son desde que la familia llegó a la capital británica a principios de la década de los 90 huyendo de la guerra de Kosovo; ella tenía solo un año. Se instalaron en el oeste de Londres como refugiados, sin hablar una palabra de inglés. Su padre se puso a trabajar en restaurantes y su madre volvió a formarse como psiquiatra para poder ejercer su profesión. Hoy trabaja en la sanidad pública británica. «Somos una familia muy unida porque nos mudamos aquí sin parientes», nos cuenta Vera. «Rita me sigue llamando para consultarme decisiones. Ella sabe que le voy a decir la verdad. Si se ha pasado con el maquillaje, se lo digo. Voy a ser honesta aunque no le guste». También es su madre la que aclara a S Moda que venir de otro país es una ventaja para Rita: «Eso ha abierto su visión del mundo. Ella entiende que la industria del espectáculo es un ámbito muy particular. Por eso yo le insisto en que tiene que ser responsable con respecto a sus fans, sobre todo con las más pequeñas, que la idolatran».

Rita comenta, mientras se prueba uno de los estilismos, que su madre tiene cuenta en Instagram. Y como buena matriarca vigila a la hija a través de las redes sociales: «Es la mejor manera de saber dónde está y qué hace», admite Vera.

Esta introducción (y control) maternal dibuja muy bien el universo que rodea a la estrella pop. La cantante de 22 años ha tenido que acostumbrarse a la fama a marchas forzadas. De actuar en el circuito de pubs británicos pasó a fichar para Roc Nation, el sello de Jay Z, y a alternar con Beyoncé, Gwyneth Paltrow o Rihanna. Su disco debut, titulado Ora, fue directamente al primer puesto de las listas británicas. 

En estos tiempos de vértigo lo sorprendente no es su éxito repentino. Lo verdaderamente pasmoso en la trayectoria de esta artista es la destreza con la que desempeña su rol. No ha pasado por ese incómodo estado entre crisálida y mariposa, no ha demostrado titubeos ni salidas de tono. Katy Perry fue una rubia cantante de rock cristiano; Taylor Swift se vestía como la eterna reina del baile de instituto; y Lady Gaga, en sus primeros sencillos, tenía aspecto de aprendiz de excéntrica. Pero Rita Ora, desde el primer momento que se puso delante de una cámara, siempre tuvo aspecto de estrella.

Su llamativa melena platino, los labios eternamente rojos y su desparpajo a la hora de ponerse tanto un vestido de gala como una gorra de béisbol la han convertido en una de las favoritas de las firmas de moda. Es imagen de DKNY (cerró su último desfile en la MBFW de Nueva Yok). Ha colaborado con Chanel y el vestuario de su gira está confeccionado a medida por Peter Dundas, director creativo de Emilio Pucci. Ha reemplazado a Alexa Chung como embajadora de Superga y a Georgia May Jagger como rostro de la línea de Madonna, Material Girl. La cenicienta que vendía zapatillas deportivas en una tienda de Portobello Road ha entrado en el baile por la puerta grande.

Abrigo de pelo, falda de napa, liguero, medias y sandalias, todo de Loewe; y sujetador de Bordello.

Damon Baker

Su biografía suele contarse en clave de cuento de niños. Empieza en el momento en que Jay Z, como peculiar hada madrina, la llama y ficha para Roc Nation. Pero no todo habrá sido tan fácil. ¿Qué la llevó hasta donde está?

¡Ojalá me hubieran descubierto mientras paseaba por la calle! Yo soy cantante profesional desde que tengo 14 años. Estuve trabajando en un estudio de grabación sin contrato para hacer un disco. Era una de tantas aspirantes. A los 16 años dejé el instituto y me puse a cantar por bares y a componer canciones. Poco a poco me fui dando a conocer. En Roc Nation oyeron hablar de mí, me enviaron un correo electrónico y me pidieron que viajara a Nueva York. Y al día siguiente me ofrecieron grabar un álbum.

Y se tomó su tiempo. Porque su primer disco le llevó tres años.

Cuando empecé a trabajar estaba en Nueva York, sola. Era la primera vez que me alejaba de mi familia y tenía morriña. La ciudad puede llegar a intimidar, ¡y eso que yo llegaba de Londres! Pero no hay nada parecido a la Gran Manzana. Estaba emocionada, asustada, confundida. No tenía claro qué escribir ni cómo cantar. No sabía muy bien lo que quería.

Describe esos años como su universidad. ¿Cuál fue la enseñanza más útil que recibió?

Jay Z me dio espacio. No me metió prisa ni me presionó para que terminara el disco. Tuve todo el tiempo que quise. Me aconsejó que debía ser paciente. Esa fue su mejor enseñanza.

Antes de eso estuvo a punto de representar al Reino Unido en Eurovisión, pero se echó atrás. ¿Por qué?

El concurso me encanta y en casa lo seguimos. Pero sentí algo en el estómago que me hizo rechazarlo. En aquel momento tenía 17 años, había dejado el colegio y mis padres estaban enfadados porque querían que continuase mis estudios. No tenía dinero y pensé que era mi última oportunidad. Me entusiasmé al pasar los castings, pero después noté algo que no me convencía.

En una industria del pop cada vez más uniformada, ¿cómo se las arregla un artista mayoritario para mantener su personalidad? 

Esa es la gran pregunta. Hoy no vale hacer música y esconderse: tenemos que ser artistas de 360 grados. Hay que cuidar la imagen y ser original. Yo me considero parte de esa categoría. Ya que el estilo forma parte de su imagen, ¿en qué se fija a la hora de vestirse? Entiendo la moda como una terapia. Más que fijarme en los individuos o en los famosos, me interesa la historia de la moda, su evolución. Me atrae la época de los Tudor, la victoriana… Me encanta aprender. También me fijo mucho en el mundo de la música. Soy incondicional de Blondie y No Doubt es mi grupo favorito. 

¿Le molesta que la comparen con Gwen Stefani, la cantante de No Doubt? 

¡Acepto esa comparación con los brazos abiertos! Pero nunca pretendería pasar por encima de ella. Me la presentaron una vez y me pareció una mujer guapísima.

Usted es una de las favoritas de Karl Lagerfeld, quien la invitó a ser una de sus musas en la exposición fotográfica The Little Black Jacket. 

Desde aquí le pido que por favor me llame para colaborar más con él. Chanel es como una gran familia y es asombroso observar la pasión con la que trabaja Lagerfeld. Es estupendo como persona, huele fenomenal y es un jefe, ¡un verdadero gangsta! Entra en una habitación y saluda a todos, se acuerda de cada nombre. Lo conocí en el desfile de alta costura en París. Todo me pareció una película de Disney. Fui al backstage y había mucha gente, pero se acercó para agradecerme que estuviera allí.

Vestido rojo de encaje de Todd Lynn.

Damon Baker

También ha vivido la cara mala de la fama, los ataques personales en público –su ex, Rob Kardashian, la acusó en Twitter de ser infiel– y todo lo que conlleva. ¿Eso le ha afectado? 

He dejado de leer revistas y blogs. Al principio, lo miraba todo. Lo pasaba mal. Pero me he dado cuenta de que no puedes gustarle a todo el mundo. Lo que me importa es que la gente salga contenta de mis conciertos. Muchos usan las redes para liberar su agresividad, pero yo siempre me pregunto: ¿por qué no pegan un puñetazo a la pared?

Colabora con la organización Chime for Change, iniciativa de Gucci con Salma Hayek y Beyoncé para promover la educación, la salud y la justicia para las mujeres de todo el planeta. ¿Por qué?

Porque es importante apoyarnos entre nosotras. En este mundo es fácil ir a lo tuyo, pero preocuparte por los demás hace que te sientas mejor. Es un mensaje que quiero transmitir porque casi todas mis fans son chicas jóvenes. Las veo en mis conciertos y me hace pensar que no hay nada mejor que una conversación entre mujeres.

¿Contó con el apoyo de alguna artista consagrada cuando empezaba?

Conocí a Beyoncé después de fichar por Roc Nation y me impresionó más que su marido, Jay Z. La admiro. Solía estudiarla para copiarle absolutamente todo. Cuando la conocí le dije que estaba enormemente agradecida de haber crecido con ella como modelo. Beyoncé me contestó que no fuera tonta. Me ha ayudado a mantenerme sana mentalmente.

Grabó el vídeo de Shine Ya Light en su ciudad natal, Pristina. Incluso fue recibida por el presidente de Kosovo, ¿cómo fue volver a su país?

Me daban las gracias por haber nacido allí, porque es casi imposible lograr tus sueños. Somos pocos y no se nos ofrecen muchas oportunidades. Cuando conocen a alguien que lo hace, no se lo pueden creer. Se acercaban muchos niños y me preguntaban cómo salí de allí. Después de esa experiencia supe que debía actuar. Hablé con Unicef y abriremos un centro donde los niños puedan aprender música.

Tiene un pequeño papel en la película Fast and Furious 6. ¿Pretende continuar en el mundo del cine?

Sí, pero tengo que prepararme. Además, quiero escribir un guión, hacer un musical, sacar una línea de ropa y abrir una pastelería donde te puedas hacer la manicura. Mi hermana y yo somos adictas a los dulces.

Suele referirse a su mejor amiga, la modelo Cara Delevingne, como «wifey» (mujercita). ¿Qué les hace estar tan compenetradas?

Es algo que nos divertía decir, pero el término se hizo tan popular que hasta venden camisetas con él. Nos conocimos en un festival, antes de que yo sacase el disco y ella se convirtiera en una supermodelo. Se puede decir que crecimos juntas. Para mí es una chica divertida y de buen corazón.

¿Qué puede adelantar de su nuevo disco?

Mi principal objetivo es hacer un disco de pop increíble. He colaborado con Dev Hynes –que también ha trabajado con Solange Knowles y Florence and The Machine–, a quien considero un genio, y con Snoop Lion –ex Snoop Dogg–, que es muy cool, un hombre de familia, relajado, una buena persona. Me gustaría vivir en su mundo.

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