_
_
_
_
_

Raquel Martos: «Tengo aversión a las bermudas por culpa de un novio»

Ha desarrollado su carrera entre la radio y la televisión, pero su ingenio explora nuevas facetas en la escritura. Acaba de publicar su segunda novela.

Raquel Martos

Raquel Martos está en estado de gracia. Ha publicado su nuevo libro, No pasa nada. Y si pasa, se le saluda (Espasa), continúa con sus trabajos en prensa, colabora en La ventana, con Carles Francino, y es una de las guionistas de El hormiguero. Ahora, además, inicia nueva aventura profesional como presentadora de La vida pasar, en Canal Extremadura.

¿De pequeña, cómo soñaba que se vestiría cuando fuese mayor?

Mi madre era modista. Yo quería ponerme todos los complementos tan femeninos que veía en sus fotos: sombreros, guantes, tacones altos…

¿Y a Carla, la protagonista de No pasa nada, le van los complementos?

Le gustan, sobre todo para cambiar. Pero es un poco desastre y casi siempre acaba saliendo de casa sin ellos. Como me pasa a mí.

¿Se ha comprado alguna vez algo que después no haya usado?

Sí, soy muy de flechazos. Recuerdo un vestido rojo de cuello halter que me encantó, y luego en casa sentí que no me favorecía. Está en el armario. Suerte que es de Zara.

¿Y algo que se alegre de haber adquirido?

Un abrigo blanco del que me enamoré a primera vista. Cuando volví de la tienda, lo extendí sobre la cama y estuve un buen rato mirándolo. No me lo pongo mucho, porque es difícil de llevar, pero es tan bonito que no me importa.

¿Una prenda que comprara con mucha ilusión?

No fue exactamente una compra. Mi madre solía hacerme los vestidos de fiesta que me ponía en Fin de año. Yo le explicaba lo que quería, y ella sacaba el patrón y lo cosía. Recuerdo uno maravilloso, que me hizo a partir de un bañador, que me quedaba muy bien. Llevaba una falda de tul morado larga que transparentaba desde la mitad del muslo. Tenía 20 años.

¿Lo conserva?

Sí, y aún me sirve. Cualquier día me lo pedirá mi sobrina para disfrazarse.

¿Ha ahorrado para comprarse alguna prenda concreta?

No lo recuerdo. Tal vez para una cazadora de cuero. Pero nunca he sido demasiado caprichosa con la ropa.

¿Qué es lo que más se repite en su armario?

Los pantalones negros en todas sus variedades: anchos, estrechos, de pitillo, con pinzas, sin ellas… Y los vaqueros, tengo nueve distintos.

Y Nunca se pondría:

Unos bombachos. Nada amarillo, ni color salmón o maquillaje, no me favorece. Y tengo aversión a las bermudas.

¿Y eso?

Creo que es un trauma que me causó un novio cuando era joven. Me puse unas para salir con él, y luego me dijo que no le habían gustado. Me dejó marcada de por vida.

Un capricho:

Los zapatos. Me compro unos y al cabo de un segundo veo otro modelo que me gusta más.

Sus preferidos.

Unos de color morado, turquesa y fucsia de Alain Babajanyan. Y otros de Bimba & Lola que me recuerdan a unos que llevaba Marilyn Monroe y que me compré para los premios Ondas.

Un obsequio en forma de ropa que recuerde.

Una levita de terciopelo granate que me regaló mi novio hace 15 años. Me encantó, era perfecta, elegante… me quedaba bien. Tiene muy buen ojo para la ropa.

¿Cuándo ha dicho «tierra, trágame» tras equivocarse de indumentaria?

Una vez que iba a salir con un chico. Me había vestido para matar, con un vestido rojo y el cinturón del vestido en la cabeza. Así, arriesgando. Y propuso ir a tomar algo a casa de unos amigos suyos que hacían una fiesta. Llegamos y estaban todos en camiseta y vaqueros. Aún recuerdo aquellas miradas de arriba abajo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_