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Martina Klein: «Se acabó eso de ir al gimnasio con la camiseta vieja y descolorida»

La modelo de origen argentino forma parte de la generación de tops españolas que conquistó las pasarelas a finales de los 90. Hoy prefiere bajarse de los tacones y adoptar un estilo más deportivo.

Martina Klein

Desfiló durante mucho tiempo, y, más allá de otras virtudes, se hizo famosa por su sonrisa. Ahora, Martina Klein (Buenos Aires, 1976) vive una nueva etapa volcada en su papel de madre y en su trabajo como imagen de varias marcas de prestigio. Su última aparición: en la campaña de Reebok, Live With Fire.

¿Echa de menos sus días sobre la pasarela?

¡No! Fue una época preciosa, pero la aproveché tanto que no tengo nostalgia ni nada por el estilo. Estoy viviendo otro momento y otra relación con la moda.

¿Muy distinta?

Digamos que ahora la moda es una música que suena de fondo.

Es una de las protagonistas de la nueva campaña de Reebok. ¿Qué tal se lleva con la ropa deportiva?

La he usado siempre. Ahora mucho más, claro, entre otras cosas porque he incorporado el deporte a mi vida.

¿Qué practica?

Bailo tres veces por semana y hago tonificación dos días. Cuando no puedo, corro.

¿Cuál es su atuendo indispensable?

Lo que más me preocupa es el calzado, porque además es una cuestión de salud. Uso zapatillas que amortiguan y acompañan la forma del pie. Completo el look con shorts, mallas y camiseta.

¿Se puede ser sexy al vestir ropa de deporte?

Por supuesto. Primero, porque eso está más en cómo te ven los otros que en lo que llevas puesto. Y, segundo, porque el diseño de la ropa deportiva ha evolucionado.

¿Por qué lo dice?

Hay muchas prendas concebidas para hacer deporte que uno puede llevar perfectamente por la calle. Tengo camisetas que quedan fenomenal con una americana, y se fabrican tantos modelos de zapatillas que siempre encuentras alguno para completar un conjunto. Además, ahora a la gente le gusta ir bien vestida cuando va a hacer ejercicio.

¿También a usted?

¡Sí! Creo que el deporte ha incorporado el sentido de la coquetería, y me parece estupendo. Se acabó eso de ir al gimnasio con la camiseta vieja y descolorida. Hay muchas opciones para escoger, telas preciosas, algodones estupendos y estampados favorecedores.

¿Cuántos pares de zapatillas tiene?

Creo que siete.

Vamos a hablar de su armario. ¿Qué es lo más bonito que guarda ahora mismo?

Un abrigo que me regaló mi chico estas Navidades, que tiene un color muy especial, entre gris, verde y marrón… es precioso.

Una prenda que nunca llevaría.

Ya me he puesto de todo, cosas que me gustaban y cosas que me horrorizaban. Pero le tengo bastante manía a las plataformas. Estoy deseando que pasen de moda.

De todo lo que ha lucido en pasarela, ¿con qué se queda?

Es difícil, porque he usado muchas piezas bonitas… pero creo que con un vestido de novia de Victorio & Lucchino. El desfile era en una antigua capilla del barrio Gótico, en Barcelona, con música de Bizet y una luna proyectada en la pared de piedra. Más allá del vestido, recuerdo el momento.

La gente cree que las modelos reciben maravillosos obsequios de los diseñadores. ¿Recuerda alguno que le hayan hecho?

Un bolso de Chanel. Fue el primer regalo que recibí de una gran marca. Pensé que no era para mí.

¿Le gusta ir de shopping?

Muchísimo. Ya sé que hay quien piensa que debería estar harta de trapos, pero lo paso fenomenal viendo tiendas.

¿Una compra de la que presuma?

Un abrigo que compré en Candem Town, sesentero, de lana en colores marrón, negro, naranja y amarillo. Cuando me lo pongo, parezco sacada de un disco de los Beatles.

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